Saludos y expectativas
No hay duda que este momento es importante para nuestra Iglesia Diocesana de Copiapó que peregrina por entre las pampas y valles de Atacama. Inaugurar este Primer Congreso Diocesano de Educación Católica constituye un motivo de una gran alegría. Pero es, a la vez, un serio compromiso de todos por que sea realmente provechoso, no sólo para los centros educativos de Iglesia sino para todos los educadores católicos que habitan nuestra región.
Es de esperar que el generoso y perseverante esfuerzo del P. Vicario de Educación y su equipo coordinador por organizar en todos sus detalles este Congreso de Educación logre un excelente resultado. Me refiero a la calidad de las propuestas de reflexión, al clima de participación entusiasta y responsable, a la riqueza de las diversas tonalidades de los carismas congregacionales y de las estrategias pedagógicas y pastorales, todo ello en vistas a mejorar el futuro del servicio educativo a nuestros niños y jóvenes.
¿Por qué nos reunimos?
Es evidente que el haber participado en octubre del año pasado en el Primer Congreso Nacional de Educación Católica en Santiago fue una experiencia entusiasmante. A quienes asistieron de nuestra Diócesis los dejó muy motivados para vivir aquí en nuestra región el mismo clima de oración y reflexión compartida, de encuentro fraterno en torno a la educación, y de búsqueda de nuevos caminos en el quehacer de formar personas que sean excelentes ciudadanos y excelentes discípulos de Jesús, el Señor y el Maestro por excelencia.
En este Congreso nos interesa repasar, esclarecer y profundizar algunos aspectos que son básicos en la tarea educativa de un colegio de Iglesia y tratar de dar las respuestas mejores en el momento actual.
1.- Hace poco más de cuarenta años el Concilio Vaticano II, al hablar de la relación de la Iglesia con el mundo, nos decía, en términos generales, que “la educación es una actividad humana que se despliega en el campo de la cultura, y que por lo tanto, tiene una finalidad esencialmente humanizadota.”
2.- Más en concreto, al hablar de la conexión entre la Iglesia y la educación afirmaba que ella “como madre, está obligada a dar a sus hijos una educación que llene toda su vida del Espíritu de Cristo, y al mismo tiempo, ayuda a todos los pueblos a promover la perfección cabal de la persona humana, incluso para el bien de la sociedad terrestre y para configurar más humanamente la edificación del mundo.”
3.- Entre los muchos textos de los Obispo de América Latina y El Caribe que tratan sobre el papel de la educación destaco uno, de especial significación: “la educación evangelizadora asume y completa la noción de educación liberadora, porque debe contribuir a la conversión del hombre total, no sólo en su yo profundo e individual, sino también en su yo periférico y social, orientándolo radicalmente a la genuina liberación cristiana, es decir, a la comunión filial con el Padre y a la comunión fraterna con todos os hombres, sus hermanos.”
4.- Los Obispo de Chile en diversas ocasiones y documentos, especialmente en el documento “Educación, familia y pluralismo”, han expresado la importancia de la educación católica. A modo de síntesis, me limito a la contribución que han hecho llegar a la Quinta Conferencia General en Aparecida, próxima a realizarse, a saber, “en continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, se destaca el aporte a la evangelización y al desarrollo de nuestro país realizado por los colegios, universidades y centros de estudios católicos. A su vez, se reconoce el desafío de acentuar en los procesos educativos la educación liberadora, la armonía entre verdad y educación para la libertad, entre educación católica y equidad social.”
5.- Con respecto a nuestra Iglesia diocesana la educación, a pesar de algunas limitaciones en cuanto a personas y recursos, se han ido dando pasos en dar un lugar en su Plan Pastoral, a través de diversas actividades de preparación y de educación permanente de educadores y de profesores de religión católica, de la pastoral educativa en sus variadas expresiones.
Es de esperar que de este encuentro resulten orientaciones y sugerencias que mejoren el estilo, los contenidos y resultados de que queremos que sea en realidad una “buena educación católica” en toda la compresión y riqueza de la expresión.
¿Hacia dónde queremos caminar?
Un objetivo central de este Congreso Diocesano de Educación Católica es ponernos a evaluar, desde una buena teología y filosofía de la educación y frente a las fortalezas y debilidades de la realidad nacional y regional en el complejo, en qué consiste de hecho el servicio educativo de los colegios de Iglesia dependan del Obispado o de Congregaciones religiosas.
Pero a la vez es de gran importancia el proyectar hacia el futuro cuál debe ser el rumbo de una educación de calidad, que supere la condición de ser una frase cliché. No siempre que se quiere decir todo lo mejor resulta lo mejor, llegando sólo a planteamientos muy generales, a veces confusos o con formulaciones ambiguas.
Como la educación es un tema clave para la sociedad y para la Iglesia, nadie puede quedar indiferente. Más en concreto, este Congreso quiere ser un ejercicio práctico de que educar, educar bien, educar a tofos, desde la perspectiva del del evangelio, ejercicio que nos compromete a todos y cada uno de los que formamos parte de una comunidad educativa de Iglesia en Atacama, - directivos, profesores, padres y apoderados, alumnos, auxiliares-, teniendo a la visa el complejo y desafiante panorama del nuevo milenio en un continente como el nuestro.
¿Qué educación nos interesa?
Este Congreso se realiza en un momento coyuntural en que el tema “educación” está con mayor fuerza e insistencia que en otras ocasiones, en los labios y el corazón de la opinión pública nacional. La difícil labor de redactar un nuevo texto de ley que reemplace a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) ha puesto a todo el país en pie de pensar y hacer su aporte. Ardua tarea cuando en una sociedad pluralista y en situación de democracia, aparecen tantas visiones diferentes, a veces hasta contrapuestas, sobre la antropología o visión del hombre, y sobre el sentido y dirección de un adecuado proceso educativo.
Más allá de una serie de aspectos positivos de lanuela ley, ha caído una abundante lluvia de opiniones y juicios, comentarios y dudas sobre algunos temas de importancia. Entre ellos la libertad de enseñanza y el acceso a diversos proyectos educativos por parte de los padres, el de los requisitos y exigencias de una educación de calidad y en equidad, el del financiamiento de la educación y el lucro, la identidad y los deberes de los sostenedores, el de la selección de alumnos y su posible relación con algún tipo de discriminación.
Ante esta compleja problemática del panorama educacional la Iglesia Católica, con el mejor ánimo de hacer su aporte al alma de Chile en un asunto de tanta relevancia como es el de la educación, va manifestando que considera como irrenunciables estos temas:
• El derecho a una educación de calidad y con equidad para todos, especialmente para los más pobres.
• Una educación centrada en la persona con sus dimensiones religiosas, morales, intelectuales y sociales.
• Una educación que apoya y refuerza el derecho prioritario de los padres de familia a elegir la educación de sus hijos.
• Una educación que al margen de toda uniformidad, respete y favorezca la libertad de acceso y de ofrecimiento del servicio educativo, de acuerdo a los proyectos educativos que aseguran una sociedad democrática y plural.
• Una educación que estimule la construcción de un país más justo y solidario
Una tarea a continuar
En el ambiente de una reflexión seria, a nivel de las instituciones y de las personas, que queremos para este Congreso de Educación Católica, no nos basta ver estos temas sólo como una declaración de principios. Interesa además el tener un compromiso de asumirlos para aplicarlos a nuestros centros o en las comunidades educativas en Atacama en lo que toca a la formación religiosa dentro de la formación integral de nuestros niños y niñas.
El lema motivador que nos presenta la Quinta Conferencia General de los Obispos de América Latina y El Caribe, “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”, nos da una gran oportunidad para buscar cuál será el aporte de la educación a este maravilloso aunque exigente proceso de formar en el continente, en Chile, en nuestra región, hombres y mujeres que sigan a Jesucristo y que den testimonio de su Evangelio. No hay duda que la identidad católica bien entendida en el servicio de la educación.
Juan Pablo II nos ha dicho que “el mundo de la educación es un campo privilegiado para promover la inculturación del Evangelio,” ya que la referencia constante al Señor de la historia y su mensaje en el proyecto educativo hará posible formar auténticos cristianos en los diversos campos de la actividad humana y de la sociedad, en la política, la economía, la ciencia, el arte, la reflexión filosófica, el mundo del trabajo.
Los que somos Iglesia del Señor en Atacama estamos convencidos de que, bajo la acción de su Espíritu, podemos ir a todos los rincones de la tierra y anunciar la Buena Nueva de Jesús, promoviendo una vida de hijos del Padre en el Hijo, de hermanos de todos, especialmente de los más afligidos y excluidos, y una actitud de administradores responsables de los recursos básicos de la naturaleza.
Conclusión
A los que tratamos de seguir a Cristo el Señor, nos hace bien recordar siempre el ya clásico mensaje que nos viene de la conocida Carta a Diogneto, en los tiempos de la Iglesia naciente, cuando dice que “los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres… Para decirle en pocas palabras, son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo… Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar”.
Este Primer Congreso Diocesano de Educación Católica, la entusiasta y numerosa asistencia de todos ustedes es un botón de muestra del compromiso de todos por ser parte activa de esta gran comunidad de discípulos y misioneros que es la Iglesia. Aportando la riqueza del Evangelio de Jesús, con mucho amor y una gran esperanza por un Chille mejor, queremos seguir en la importante y exigente tarea de la educación al servicio de nuestros niños y niñas.
† Monseñor Gaspar Quintana CMF
Padre Obispo de Copiapó
CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes, nn. 53.55.56.59.61
CONCILIO VATICANO II, Gravissimum educationis momentum, n. 3.
CELAM, Documento de Puebla, n. 1026
CECh, Aporte de la CECH a la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe, en revista Servicio, marzo 2007, Nº 278, p. 10.
JUAN PABLO II, Ecclesia in America, n. 71.
Viernes 11 de mayo de 2007