En una sociedad en que el dolor y la muerte son maquillados y excluidos de la convivencia, resulta difícil reflexionar sobre la propia muerte para así acoger la de los demás, especialmente la de los seres queridos. “La muerte es un principio de realismo. Sin embargo, hay que asumirla desde la vida. Los cristianos sabemos que ella no tiene la última palabra, porque confiamos en la promesa de Jesucristo, en la resurrección a una vida plena” señala el sacerdote Tony Mifsud, al reflexionar sobre la eutanasia.
Una mujer con cáncer terminal llegó al hospital acompañada de sus familiares. Tenía grandes dificultades para respirar. No había respondido al tratamiento con quimioterapia y sus problemas de salud evidenciaban la cercanía de la muerte. La familia y una junta médica se plantearon la duda sobre la conveniencia de internarla en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). En conjunto rechazaron la idea y los médicos dispusieron, de una sala especial para atenderla. Le administraron sedantes para que no se angustiara con el ahogo y le pusieron una sonda con oxígeno. Así, mitigando el dolor, aliviando la dificultad para respirar y en compañía de su familia, la paciente murió después de unas horas.
Exponiendo este caso, la doctora Paulina Taboada, directora del Centro de Bioética de la Universidad Católica, explica lo que corresponde a una muerte digna con limitación del tratamiento terapéutico (es lo que se llama también medicina paliativa o cuidados paliativos). ¿Para qué conectar la paciente a máquinas, si no se le iba a prolongar la vida sino la agonía, y su muerte se produciría con sufrimiento y lejos de sus seres queridos? se preguntó la médico. En este caso, al conectarla al ventilador mecánico, seguramente, se habría entrado en un proceso de prolongación de la vida en forma artificial, pues la paciente estaba clínicamente desahuciada.
Muerte digna versus eutanasia
La profesional trata casos como éste frecuentemente en su condición de médico y de especialista en bioética. Por eso enfatiza que no se debe confundir la muerte digna con la eutanasia. Una muerte digna es aquella que se produce en forma natural y sin prolongar artificialmente la agonía. Idealmente, ocurre con apoyo médico (medicina paliativa), sicológico y espiritual, y por sobre todo con la compañía de la familia. En cambio, la eutanasia es “todo acto u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte a un enfermo terminal a fin (supustamente) de aliviar sufrimiento”. Según la especialista la eutanasia siempre está relacionada con la intención de terminar con la vida de una persona, es decir, es un atentado contra la ella.
Eutanasia activa y pasiva
En el debate internacional se señala que la eutanasia puede ser a través de una acción que acelere la muerte (eutanasia activa), mediante la administración o inyección de drogas que tengan ese fin; o también por omisión (eutanasia pasiva), cuando se deja de administrar un medicamento o alimentación necesaria para mantener la vida del paciente. El mundo conoció el año pasado un trágico caso de eutanasia pasiva: el de Terry Schiavo. Esta mujer estadounidense vivió por muchos años en estado vegetal y murió porque se le suspendió la alimentación y la hidratación, a raíz de una decisión legal iniciada por el marido.
Mezcla de conceptos
En el proyecto de ley presentado recientemente por los diputados Fulvio Rossi y Juan Bustos se mezclan los conceptos de eutanasia pasiva, con el de la muerte digna y la limitación de tratamiento terapéutico, según la doctora Taboada. Explica que, en su relación cotidiana con pacientes terminales y sus familias, el común de la gente confunde los términos y se muestra partidaria de la eutanasia sin saber lo que significa. Sin embargo, cuando se les explica de qué se trata, ellos rectifican y aclaran que lo que realmente buscan es no prolongar artificialmente la agonía de su familiar, pero tampoco y, bajo ningún punto de vista, provocarle la muerte.
Esta confusión de conceptos también se reflejó en la encuesta realizada y publicada a mediados de mayo por el diario La Tercera. En ella se preguntaba: “¿qué opción seguiría usted si fuese un ser querido el que está en esta situación de enfermedad incurable?”. El 57% de los consultados respondió: “que siga su curso natural con tratamiento médico”. El 23% opinó “que suspenda todo tratamiento médico”, a lo que el diario llamó “eutanasia pasiva”, lo que no es exacto, ya que puede corresponder a una limitación (suspensión) del tratamiento terapéutico Sólo un 14% se manifestó a favor de la eutanasia activa entendida como “que alguien ejerza una acción para terminar con la vida de un paciente”.
No somos dueño de la vida
Quienes validan la eutanasia – y son partidarios de ella- postulan una supuesta libertad del individuo para decidir si quiere vivir o morir. El sacerdote Tony Mifsud s.j, director del Centro de Ética de la Universidad Alberto Hurtado, indica al respecto: “No hay nada más propio y, a la vez ajeno, que la vida. Uno puede salir a la calle y ser atropellado. No se es dueño de la vida, sino protagonista y administrador de ella. Nuestra libertad -agrega- no es total ni absoluta. Eso es independiente de la fe. Vivir es convivir. Por tanto, mi libertad dice relación con la libertad de otros. No la puedo usar para oprimir o hacer daño. Ella tiene límites”.
El sacerdote jesuita cuenta que en una oportunidad un enfermo terminal le pidió que lo ayudara a saltar de una ventana, en un intento desesperado por poner fin a sus sufrimientos. El Padre Tony estuvo varias horas conversando con él, porque tenía la certeza de que el paciente, en el fondo, no quería terminar con su vida; sino ser escuchado, acogido, acompañado. “Hay que conocer la sicología del enfermo terminal y de sus familiares. Muchas veces ellos no quieren morir, sino llamar la atención, decir que existen, recibir compañía”, sostiene el religioso.
En una sociedad en que el dolor y la muerte son maquillados y excluidos de la convivencia, resulta difícil reflexionar sobre la propia muerte para así acoger la de los demás. “La muerte es un principio de realismo. Sin embargo, hay que asumirla desde la vida. Los cristianos sabemos que ella no tiene la última palabra, porque confiamos en la promesa de Jesucristo, en la resurrección a una vida plena”.
De acuerdo a la enseñanza cristiana, el dolor asumido humaniza. Al respecto, el Padre Mifsud indica que muchas veces quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte han sido trastocados en sus criterios de felicidad, de éxito y, en definitiva, en su proyecto de vida. “No se trata de ser masoquistas, pero la experiencia humana implica dolor y eso nos lleva a la esencia de la persona”.
Dolor con sentido
Para abordar el sentido del dolor, la profesional recuerda una metáfora de Platón que dice que en el teatro del mundo, los hombres han sido puestos por los dioses, y se les ha asignado un papel. Si, libremente, alguien decide salir del escenario, un papel se deja de cumplir y puede que la obra de teatro no llegue a término. Este relato muestra que cuando alguien elige dejar de vivir, priva a los demás de su persona, de sus dones, de su presencia y de su rol en la comunidad. Muchos se preguntarán cuál es la misión social de quienes están próximos a la muerte, a raíz de una enfermedad terminal. La respuesta para ellos está en el testimonio valiente de amor a la vida presentado por Juan Pablo II en su propia enfermedad.
La doctora Taboada explica que en estas situaciones límites, las familias aprenden a demostrarse el cariño y el enfermo terminal a recibir este afecto. El Padre Tony explica, “a veces lo único que los pacientes quieren es que les tomen la mano y con eso les basta”. Justamente Juan Pablo II, en su Carta Apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento se refiere a las sucesivas explicaciones históricas a la pregunta sobre éste. El Papa describe que en el Antiguo Testamento el dolor era visto como un castigo divino, una prueba y una pedagogía. El Santo Padre sostenía que esas son respuestas parciales, porque el Nuevo Testamento revoluciona estas explicaciones proponiendo al amor como la clave del sentido del sufrimiento. El testimonio máximo del sufrimiento como redención es el de Jesucristo en la cruz, entregando su vida por la humanidad. Por otra parte, también el dolor es un llamado a ser compasivos con el que sufre, como lo testimonió el Padre Hurtado en medio nuestro.
Consecuencias sociales
Holanda, el estado de Oregon en Estados Unidos y Bélgica son los únicos lugares en el mundo donde la eutanasia está legalizada. “Hay una tendencia de las personas a considerar que lo legal es bueno y no necesariamente es así”, dice la doctora Taboada. Cuenta que existen estudios comparativos publicados en revistas internacionales que señalan que luego de la legalización de la eutanasia en Holanda se han ampliado los casos en los que se aplica. Las estadísticas muestran que ya se está utilizando en personas inconscientes, con deterioro mental o incluso en niños, lo que va más allá de lo que la propia ley aprobada en ese país permite. Entonces, el valor de la vida se degrada cada vez más, señala la profesional.
Como médico y como católica, Paulina Taboada cree que cuando se propone este tipo de legislación, como la de la eutanasia, es un tiempo propicio para que cada uno se pregunte por la solidez de sus principios, creencias y valores. “Hay que revisar el tema de los propios valores para ver si uno está dispuesto a mantenerlos incluso en situaciones límite. Esa es una reflexión personal que cada uno debe hacerla en conciencia. No basta que el sacerdote diga lo que está bien. Uno debe tener el convencimiento personal de que la vida es intangible, incluso en los casos extremos”.
Testimonio vida
Cuando Carlos Abarca se casó hace 29 años con la profesora Erica Sotelo, sabía que el matrimonio es para toda la vida, en salud o en enfermedad, “en las buenas y en las malas”, como comenta. Debido a la existencia de miomas, en 1995, su señora se sometió a una intervención para extirparle el útero. Carlos relata que a causa de una sobredosis de anestesia, sufrió un paro respiratorio prolongado que dañó considerablemente la corteza cerebral. Desde ese momento Erica se encuentra en estado vegetativo. Su marido no la ha dejado ni un día sola. Un año y medio tras la operación, la desconectaron del ventilador mecánico y hasta hoy permanece con una traqueotomía que le permite respirar y una sonda que ayuda a su alimentación. Desde hace once años Carlos la visita de lunes a domingo en la sala de neurocirugía de un hospital capitalino. “Le pido a Dios que me ayude. Para mí venir a verla no es una obligación, sino que me inyecto de esperanza cuando estoy con ella. Le tomo la mano, le hago cariño y siento que ella se tranquiliza. A veces se ríe, otras llora. Cuando no llego está un poco inquieta”. Comenta, “creo que pasa por momentos de mayor lucidez. Le cuento de las cosas que hay que hacer en el día, de lo que ha pasado en la casa, pero todas son cosas buenas, nada para preocuparla”.
Después de un rato, Carlos sigue con su reflexión: “Lo que más extraño es la convivencia diaria, conversar con ella. Siempre planeábamos lo que íbamos a hacer después de la jubilación y ahora esos proyectos ya no son tan así, porque no puedo hacerlos solo”.
Para él “Dios es todopoderoso, pero uno no lo puede presionar para que haga lo que uno quiere. Se hace su voluntad. Él es el dueño de la vida. Yo nunca pierdo las esperanzas. Siempre estoy atento, porque hay tantos milagros y qué lindo sería que le tocara a uno”.
Sobre la eutanasia, Carlos tiene un juicio claro: “parece que la gente no se diera cuenta que la eutanasia es matar a una persona que está enferma... En su tiempo ellos fueron un aporte para la patria, para su familia, pero como ahora no son productivos, se quieren deshacer de ellos. Imagínese cómo queda la conciencia al saber que no se luchó hasta el final”.
Algunas definiciones
Eutanasia: Todo acto u omisión que por su naturaleza y en la intención causa o acelera la muerte a un enfermo terminal a fin de aliviar sufrimiento.
Encarnizamiento terapéutico: Toda acción médica centrada en prolongar artificialmente la vida de de un enfermo terminal, lo que puede ser extraordinariamente cruel para el mismo paciente, ya que significa la prolongación de un proceso irreversible, acompañado de graves dolores y angustias
Cuidados paliativos: Son acciones tomadas en diferentes planos -médico, psicológico, social, espiritual- en un paciente después de un diagnóstico de enfermedad incurable en fase terminal.
Suspensión de tratamiento: Hay que aclarar que suspender el tratamiento médico es una opción válida y éticamente correcta siempre y cuando el tratamiento sea desproporcionado a la condición clínica del paciente. Este criterio de proporcionalidad se refiere a las intervenciones médicas que no son capaces de cambiar sustancialmente el curso de una enfermedad. En otras palabras, la clave está dada por la reversibilidad o no de la situación concreta que vive el paciente “La prudencia aconseja tener en cuenta diversos elementos como certeza de la condición clínica; la utilidad o no de la medida; el pronóstico con o sin la medida; la situación específica del paciente y los costos sicológicos, económicos, físicos y familiares que implica. Con todos estos elementos uno llega a un juicio de conciencia que dice si el tratamiento es o no proporcional”, explica la doctora Toboada.
Aliviar el sufrimiento: Aliviar el sufrimiento es uno de los mandatos de los médicos y no así provocar la muerte, sostiene el presidente del Colegio Médico de Chile, doctor Juan Luis Castro. Esta es una posición compartida internacionalmente, por eso y como profesionales, los médicos no pueden ser obligados a ir en contra de su juramento hipocrático que dice: “a nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin”. En este sentido, el dirigente gremial sostiene que los médicos y la Iglesia han coincidido, muy claramente, en que hay que preservar la vida como bien supremo.
Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 19-06-2006