El Arzobispo de Santiago, monseñor Juan Francisco Fresno, al empezar el mes de la Patria pensando especialmente en la protesta anunciada, había hecho un llamado a la serenidad y a la cordura. Al mismo tiempo que proclamaba el derecho a disentir, llamaba a todos sus fieles para que se abstuvieran de todo tipo de violencia.
Su voz no fue escuchada.
Nuevas víctimas, entre ellas el sacerdote francés Andrés Jarlan, caían por el odio y la ferocidad. El sacerdote francés se encontraba en su escritorio leyendo la Palabra de Dios: en la paz, en la serenidad y en la oración, en el amor a Dios y a los hombres.
Quiera Dios que la sangre de este nuevo holocausto suba hasta El. Que la sangre de esta víctima inocente convierta nuestro odio en amor, nuestra violencia en paz, nuestra prepotencia en equidad. Que, como pide el salmista (Salmo 84,11) la justicia y la paz se encuentren en el beso del amor.
Que la justicia de Dios llegue también al corazón y a la mente de nuestros magistrados y que una investigación certera, eficiente y justa, establezca la verdad y se castigue al culpable.
Los obispos de Chile acompañamos a nuestro hermano, monseñor Fresno, en esta hora, compartimos su dolor y el de los sacerdotes y fieles del Arzobispado de Santiago y nos unimos a sus plegarias para que el Padre Andrés Jarlan goce pronto de la visión cara a cara de Dios e interceda ante El por este país al que amó y sirvió.
† Sergio Contreras Navia
Obispo de Temuco
Secretario Gral. de la Conferencia Episcopal de Chile
† José Manuel Santos Ascarza
Arzobispo de Concepción
Presidente Interino de la Conferencia Episcopal de Chile
Concepción y Temuco, septiembre 5 de 1984