Con la esperanza puesta en la acción del Espíritu Santo de que suscitará más vocaciones para estos ministerios, once nuevos seminaristas y 28 alumnos de la Escuela de Diaconado Permanente iniciaron sus respectivos estudios en la Arquidiócesis de Santiago.
Once nuevos seminaristas -5 de Santiago y 6 de otras diócesis- ingresaron este año al Seminario Pontificio Mayor. El número es considerado muy bajo, teniendo en cuenta las crecientes necesidades pastorales. Uno de los que está más consciente de esta precariedad es el rector del Pontificio Seminario Mayor de Santiago, padre Rodrigo Polanco. “El número de vocaciones es bajo para nuestra arquidiócesis, reconoce, lo que nos invita a reflexionar y a trabajar con más fuerza”.
El presbítero a cargo de la formación de los futuros sacerdotes tiene claro qué hacer: fortalecer la profundidad espiritual del trabajo con los jóvenes y reflexionar en el propio ejemplo de los ya ordenados, como también en su acompañamiento espiritual a los seminaristas.
¿Quiénes son los cinco jóvenes de Santiago que acogieron el llamado de Dios al ministerio sacerdotal? Estos son sus nombres: Adolfo Carreño, de la parroquia Santa María de la Esperanza, Maipú; José Juan Catalán, de La Sagrada Familia, en Macul; Juan Angel Garrido, parroquia Cristo de Emaús, de Lo Prado; Héctor Olate, parroquia San Martín de Porres, Zona Sur, y Luis Alexis San Martín, de la parroquia San José de Garín, en la Zona Oeste.
Conversamos con Guillermo Torres, quien viene desde Antofagasta a hacer sus estudios a Santiago. Llega con un ánimo “ansioso de entregarse en manos de Dios, discernir su voluntad y servir de una manera más completa, profunda y efectiva a la Iglesia”. Confiesa que su vocación se cultivó en el seno familiar, con la celebración de la Eucaristía, las misiones, jornadas y retiros desde niño. Guillermo quiere ser sacerdote para el mundo de hoy, y ello significa, dice, “ser otro Cristo aquí en la tierra”.
Acerca de la falta de vocaciones, el seminarista de Antofagasta considera que hoy se recalca mucho todo lo material, el cuerpo, el consumo. “Ver la televisión es como si el cristianismo no existiera”, sostiene.
Guillermo Torres y sus compañeros fueron acogidos afectuosamente en el Seminario Pontificio durante una Eucaristía que presidió el Arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz, el domingo 5 de marzo pasado. La Misa fue concelebrada por Monseñor Pablo Lizama, Arzobispo de Antofagasta; Mons. Enrique Troncoso, Obispo de Melipilla; Mons. Ricardo Ezzati, Obispo Auxiliar de Santiago; Mons. , y numerosos sacerdotes.
Los nuevos seminaristas, además de los de Santiago, provienen de Arica (2), Antofagasta (2), Iquique (1) y otro del Obispado Castrense.
Futuros diáconos permanentes
Por su parte, los futuros diáconos permanentes iniciaron sus actividades académicas el martes 7 de marzo, con una Misa en la parroquia El Sagrario (Catedral) presidida por Monseñor Ricardo Ezzati.
El diaconado permanente es una vocación y un ministerio para hombres casados, según explica el rector de la Escuela del Diaconado Permanente, padre Pedro Pablo Garín. El diácono es un servidor de la Iglesia y del Obispo. Su primer trabajo, agrega el presbítero, es el servicio de la caridad, llegar a los más necesitados y a todos aquellos a quienes el sacerdote no puede llegar. El diácono permanente también ayuda al párroco en la administración de los sacramentes, especialmente el Bautismo y el Matrimonio. Por último, el diácono permanente es también un hombre de la Palabra, proclama la Buena Nueva.
El padre Pedro Pablo Garín precisa que para llegar a la Escuela del Diaconado Permanente se requiere hacer un discernimiento previo, tener 10 años de matrimonio y un mínimo de 35 años de edad.
Este año ingresaron 28 alumnos a esa escuela. “Hay muy buenos testimonios y los mismos diáconos atraen a otros”, señaló.
Fuente: DOP Santiago
Santiago, 09-03-2006