Hace unas semanas los habitantes de La Legua se conmocionaron porque una de sus mujeres más queridas llegó sin signos vitales al Hospital Barros Luco. Pobladores, amigos, sacerdotes y religiosas se unieron en oración por esta misionera que arribó hace más de 40 años desde Bélgica e introdujo los Encuentros Matrimoniales junto al padre Esteban Gumucio y creó la Casa de Acogida Cristo Especial.
Entrar a la casa de Anita Gossens, ubicada en La Legua, es encontrarse con muros plagados de dibujos y pinturas que le han regalado en el transcurso de la historia que ha tejido en Chile. En cada lugar hay rostros de niños con capacidades especiales, imágenes de sacerdotes, religiosas y personas a las que admira y con los que ha compartido.
Con acento francés explica que un edema pulmonar fue la causa que originó un paro cardiorespiratorio que quiso llevársela de este mundo. Pero no lo hizo y si dependiera de ella ya estaría en la calle junto a sus niños del Cristo Especial.
Anita es profesora y llegó a Chile a fines de 1964. En ese entonces formaba parte de un Instituto Secular que seguía la espiritualidad del Hermano Carlos de Foucauld. Su estilo libre y “patiperro” le llevó a optar por dejar la vida en comunidad.
Hace poco más de un mes festejó sus 80 años, de los cuales 30 han transcurrido en la estigmatizada población de La Legua. La ocasión fue toda una celebración que compartió con los pobladores, amigos y una veintena de parientes que viajó desde Bélgica para saludarla.
Uno de los mayores regalos de Anita para la Iglesia chilena fue traer la experiencia de los “Encuentros Matrimoniales de Fin de Semana”. En dichas jornadas se buscaba generar un espacio para que los esposos se pudieran encontrar a solas, sin los hijos, para compartir luces y sombras que vivían como pareja. “El Espíritu Santo de repente llega con su viento y lleva a la gente a donde uno menos piensa llegar”, señala Anita. “Lo de los Encuentros Matrimoniales iba a ser algo muy local para las parejas de La Legua. Pero me di cuenta que el impacto era tan fuerte que me acerqué a pedir ayuda al padre Esteban Gumucio, a quien admiraba mucho y que estaba en una parroquia vecina. Dijo de inmediato que sí. Le gustó la idea porque era para las personas más humildes”.
En 1973 se hizo el primer encuentro con 9 matrimonios de la población La Legua. La modalidad se extendió en el Gran Santiago, especialmente en las comunas de Estación Central y Cerro Navia, donde también Anita dejó su huella.
Hoy estos encuentros se desarrollan en todo Chile y quieren volver a su punto de origen. “Conocemos a Anita hace cuatro años y para nosotros es una maravilla”, dicen Jessica Araya y su esposo Roberto Castillo. “Es una vieja increíble, llena de energía, súper positiva, lo mejor que nos ha pasado en la vida. Ahora estamos tratando de hacer resurgir los encuentros matrimoniales en la población, pero hay que esperar a que Anita se recupere bien para seguir”, agrega el matrimonio legüino.
Especialmente Cristo
En los años ‘90, junto con Mariano Puga -quien en ese entonces era el párroco de San Cayetano-, Anita comenzó a preparar a niños minusválidos para que recibieran los sacramentos. En eso constató “que en la población había niños con síndrome de Down, autistas, hemipléjicos y con retardos mentales cuyas familias los escondían en las casas”, confiesa el cura. “Recuerdo a un niño que estuvo en un cajón por 12 años porque nunca había caminado. Anita lo llevó a la Teletón y allí empezó un trabajo de acercamiento a ese mundo”, rememora el sacerdote.
En esa época sucedió un hecho que marcó su corazón. Un niño con síndrome de Down y su madre -a quien Anita acompañaba en su camino de fe-, murieron calcinados en un incendio. Ese acontecimiento la llevó a buscar una nueva manera de apoyar a estos niños y sus familias. Así nació el Hogar de Acogida Cristo Especial, que en sus comienzos era mantenido por los feriantes de la población. Hoy con fondos provenientes de la postulación a diversos proyectos esta casa de acogida ha sido completamente remodelada prestando un servicio multidisciplinario a los niños y sus familias. Cuando habla de ellos los ojos le brillan y sonríe plenamente: “No les he dado nada, ellos son los que me dan amor y alegría”.
Hermana alegría
María Elena Muñoz, María Inés Urrutia y Donata Cairo son parte de la Congregación de las Hermanitas de Jesús. Ellas conocen a Anita hace muchos años y la sienten como una más de la comunidad. En medio de sus días, Anita recobra fuerzas en la oración junto a estas hermanas que son también un ícono de la población La Victoria en Pedro Aguirre Cerda. Cuentan que Anita también fue parte del Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo en la década de los 80. “Cuando le avisábamos que había un funeral que nos pedían acompañar, lo primero que decía era ‘qué maravilla’. Y esa alegría solo puede venir de Jesús”, señala María Inés Urrutia. La hermana Donata añade: “Una vez que uno sigue a Jesús, automáticamente hay que salir a la calle, a la periferia como nos dice el Papa. No hay otra opción. La misión es la vida misma, no es un tiempo. Y Anita es eso. Nos interpela a entregar la vida con generosidad y alegría. Es siempre un ¿y qué haces tú?”
Fuente: Comunicaciones Santiago
www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 24-02-2015