Queridos jóvenes:
Los Obispos de Chile los saludamos con mucho afecto en el nombre del Señor Jesús.
Reunidos en Punta de Tralca en Asamblea Plenaria, hemos dialogado sobre la realidad que ustedes viven y hemos renovado nuestro compromiso de hacer una Iglesia servidora de los jóvenes y de los pobres.
Como Pastores conocemos las alegrías, los dolores, las esperanzas y las angustias que ustedes viven. Muchas veces hemos dialogado con ustedes sobre sus problemas e inquietudes. Hemos conversado sobre el Evangelio y hemos compartido la amistad en sus diferentes comunidades.
Queremos hacerles llegar nuestra palabra de gratitud y esperanza. La Iglesia se siente renovada por la presencia y la confianza que ustedes depositan en ella. Y lo mejor que a ustedes podemos entregar es lo que poseemos: nuestra fe en Jesucristo, el Señor de la historia, el que renueva nuestra vida, el que acompaña nuestro sufrimiento y alienta nuestra esperanza. A Él les anunciamos con gozo. En Él los invitamos a creer. Sólo Él puede damos la fuerza para vencer las dificultades y para amar a los hermanos hasta entregar la vida.
Los animamos en este tiempo de Misión Joven que estamos viviendo. El Evangelio de Jesucristo es la respuesta a todas las búsquedas del hombre y por eso lo proclamamos con entusiasmo. Desde la montaña de Galilea la palabra de Jesucristo sigue siendo hoy día el único camino para ser felices. Por eso, tengan ustedes un espíritu de pobres si quieren participar del Reino. En sus lágrimas y dolores confíen en el Señor que da consuelo. No se dejen arrastrar por la violencia si quieren poseer la tierra. Tengan hambre y sed de justicia y llegará el día en que estarán satisfechos. Tengan siempre misericordia de los sufrientes y Dios también tendrá misericordia de ustedes. Busquen la paz entre los hombres y entre los pueblos y de ese modo Dios los llamará hijos suyos. Que el corazón de ustedes esté siempre limpio para poder mirar a Dios. Y no teman los insultos o las persecuciones por mantener su fidelidad al Padre.
El camino de las Bienaventuranzas es el testimonio más hermoso que podemos dar en nuestros días. Ustedes pueden vivir y gritar el Evangelio de Jesucristo en cada rincón de Chile. Sean profetas de la Civilización del Amor denunciando la injusticia y el egoísmo y anunciando la fraternidad y la vida. A ustedes confiamos esta tarea: ser misioneros de esta Buena Noticia proclamándola a tantos jóvenes que viven en la tristeza y la soledad. Los invitamos a pregonar con sus palabras y sus hechos que sólo el amor puede cambiar el mundo y que Dios vive y permanece entre nosotros.
Que nadie sienta que su vida carece de sentido. Jesucristo resucitado es capaz de cambiar toda amargura, de unir a los más lejanos, de hacer resurgir la vida allí donde asoma la muerte y de reunimos como hermanos reconociendo en Dios al Padre común.
Jóvenes chilenos: el Señor viene pronto para inaugurar un nuevo día. Él es la luz que ilumina al pueblo que camina entre tinieblas. Él es el niño que nace de la debilidad de un pesebre para manifestar el poder salvador de Dios. Recibamos con gozo su visita. Tengamos la actitud acogedora de María, la Virgen Joven, que supo ser servidora del Señor y de los hombres.
En ustedes confiamos y esperamos.
A ustedes queremos servir con humildad.
De ustedes esperamos participación activa y creatividad fecunda. Unidos construiremos el Reino, sirviendo a Dios en los jóvenes de Chile.
Los saludan con cariño
LOS OBISPOS DE CHILE
Punta de Tralca, diciembre 17 de 1982.