Con una Eucaristía, este domingo 1 de enero, a las 12:00 horas, en la Catedral Metropolitana, la Arquidiócesis de Santiago se adherirá a la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, convocada por el Papa Benedicto XVI.
La Misa será presidida por Monseñor Ricardo Ezzati, Obispo Auxiliar y Vicario General de Santiago, en ausencia del Cardenal Francisco Javier Errázuriz.
La Iglesia Católica celebra cada 1 de enero la Jornada Mundial de la Paz, con la finalidad de llamar la atención sobre este valor humano tan importante en la historia de la humanidad. Esta jornada fue instituida por el Papa Pablo VI en 1968.
Mensaje del Papa
Con motivo de esta Jornada Mundial de la Paz, el Papa Benedicto XVI dirigió un mensaje a todo el mundo titulado “En la verdad, la paz”. En su mensaje, el Santo Padre invita a los católicos y hombres de buena voluntad a preocuparse seriamente de "las mentiras de nuestro tiempo", que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo.
El Papa Benedicto XVI manifiesta que una paz auténtica y duradera debe estar construida sobre la roca de la verdad de Dios y de la verdad del hombre. “Sólo esta verdad puede sensibilizar los ánimos hacia la justicia, abrirlos al amor y a la solidaridad, y alentar a todos a trabajar por una humanidad realmente libre y solidaria”, afirma el Santo Padre en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2006. La Iglesia universal celebra esta Jornada cada año el 1 de enero y en esta oportunidad tiene como tema "En la verdad, la paz".
Añade el Pontífice que la paz no puede reducirse a la simple ausencia de conflictos armados, sino que debe entenderse como el fruto de un orden asignado a la sociedad humana por su divino Fundador. “La paz, concebida de este modo, es un don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles el ejercicio de una responsabilidad mayor: la de conformar —en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor— la historia humana con el orden divino. Cuando falta la adhesión al orden trascendente de la realidad, o bien el respeto de aquella «gramática» del diálogo que es la ley moral universal, inscrita en el corazón del hombre; cuando se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales; cuando muchos pueblos se ven obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables, ¿cómo se puede esperar la consecución del bien de la paz?”, se pregunta el Papa.
Benedicto XVI plantea que la verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada. Recuerda que, incluso en la guerra, existe la verdad de la paz, y agrega que el derecho internacional humanitario se ha de considerar una de las manifestaciones más felices y eficaces de las exigencias que se derivan de la verdad de la paz. Por eso es un deber para todos los pueblos respetar este derecho.
También se refiere al terrorismo, cuya amenaza y acción criminal “es capaz de tener al mundo en estado de ansiedad e inseguridad”. Manifiesta que tanto el nihilismo, que niega la verdad, como el fanatismo religioso fundamentalista, que pretende imponer su verdad con la fuerza, pueden inspirar y alimentar propósitos y actos terroristas. “El nihilismo y el fundamentalismo coinciden en un peligroso desprecio del hombre y de su vida y, en última instancia, de Dios mismo”, concluye el Papa.
El Santo Padre afirma que es tarea de todos los católicos intensificar en todas las partes del mundo el anuncio y el testimonio del «Evangelio de la paz », proclamando que el reconocimiento de la plena verdad de Dios es una condición previa e indispensable para la consolidación de la verdad de la paz. “La historia ha demostrado con creces que luchar contra Dios para extirparlo del corazón de los hombres lleva a la humanidad, temerosa y empobrecida, hacia opciones que no tienen futuro”, señala el Pontífice.
Aunque observa algunas señales prometedoras en el camino de la construcción de la paz, como la disminución numérica de los conflictos armados y la situación de mayor serenidad para las poblaciones tan castigadas de Palestina, y para los habitantes de algunas regiones de África y de Asia; recuerda que existen todavía sangrientas contiendas fratricidas y guerras desoladoras que siembran lágrimas y muerte en vastas zonas de la tierra.
“Las autoridades que, en lugar de hacer lo que está en sus manos para promover eficazmente la paz, fomentan en los ciudadanos sentimientos de hostilidad hacia otras naciones, asumen una gravísima responsabilidad: ponen en peligro, en zonas ya de riesgo, los delicados equilibrios alcanzados a costa de laboriosas negociaciones, contribuyendo así a hacer más inseguro y sombrío el futuro de la humanidad”, escribe Benedicto XVI.
Menciona con amargura los datos sobre un aumento preocupante de los gastos militares y del comercio de armas, mientras se estanca en la indiferencia el proceso político y jurídico del desarme.
Fuente: DOP Santiago
Santiago, 30-12-2005