“Miren, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando. ¿No lo notan?” (Is. 43,19)
Nos hemos reunido los y las Superioras y Superiores Mayores junto con los y las Delegados/as de las Zonas y de las Bases para reflexionar el tema del Reino de Dios, que para nosotros/as es la misma persona de Jesús.
Hermanos y Hermanas: Les comunicamos algo de nuestra experiencia, vivida en un clima de fraternidad, oración y alegría. En síntesis les participamos los pasos de nuestro itinerario, y con gozo les invitamos a interpretar en lo pequeño las maravillas de lo nuevo que el Señor nos brinda cada día: “Ahora todo lo hago nuevo” (Ap 21,5).
En un primer momento, nos dedicamos a compartir nuestra realidad latinoamericana, nacional y eclesial. Constatamos que el escenario, el contexto, y las circunstancias de nuestra misión como Iglesia y vida religiosa han cambiado de modo sorprendente en este último tiempo. Descubrimos a la vez la presencia del Reinado de Dios, que Jesús nos anuncia en el Evangelio: “Sepan que el Reino de Dios está en medio de Uds.” (Lc 17,21). Discernimos en “Lo Nuevo” de hoy su presencia, esto es, entre los pobres, en la Iglesia, con profesionales y en misión con otras organizaciones que buscan otro mundo, más humano, más sano. Aparecieron entonces desafíos y exigencias que nos incomodan y obligan a una mayor creatividad.
En la segunda etapa de nuestro trabajo, nos preguntamos: ¿Cómo forjar una actitud básica para recibir la gratuidad del Señor? ¿Cómo trabajar una disponibilidad fundamental para que el Reino de Dios germine palpablemente entre nosotros/as? Estamos llamados/as a asumir una nueva postura, a cambiar de lugar, a salir fuera de nuestros esquemas, al igual que Abraham convocado por Yahvé: “Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré” (Gn 12,1). Esto implica caminar en presencia del Señor enfrentando el silencio, el anonadamiento y el vacío propios de los seguidores y seguidoras de Jesús. Al abrir nuestros oídos y corazones, escuchamos:
• Vivimos un nuevo momento complejo, de cambio de época, inédito en la historia humana.
• El futuro es incierto porque, entre otros factores, las tendencias económicas neoliberales no respetan la vida humana sino más bien la ponen al borde de la destrucción.
• La búsqueda del sentido de la vida no encuentra respuesta adecuada en las instituciones actuales.
• Somos desafiados/as a superar nuestros miedos.
• Por vocación se nos pide que “incomodemos”, porque la vida religiosa nació en la Iglesia para recordar de forma profética que no tenemos aquí morada permanente, sino que hay que peregrinar hacia cielos nuevos y tierras nuevas.
• La solidaridad nos llama a estar presentes entre los que sufren, escuchando, acompañando, alentando.
• No podemos repetir caminos ya andados en otra época, aún cuando se hayan inspirado en el Evangelio: se exige maneras diferentes de entendernos.
• Necesitamos estar presentes en el diálogo y en la participación de redes que vayan ofreciendo alternativas de otro mundo distinto, posible.
• Renovemos nuestros compromisos como Vida Religiosa para propiciar nuevas formas de estar, nuevas relaciones, y presencias más cercanas.
En un tercer momento hicimos nuestras las palabras de Madeleine Delbrêl: “Para buscar a Dios hay que saber que está en todas partes, pero también hay que saber que nunca está sólo”. Imbuidos en una profunda espiritualidad, que supera los espiritualismos, examinamos los fenómenos actuales más frecuentes. Encontramos en nuestro quehacer humanizante y evangelizador Violencia/Paz, Género, Ecología, Minorías, Justicia, Consumismo, Soledad, Democracia e Individualismo. Juntos descubrimos luces, indicadores y formas de comprometernos con estas realidades. “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6,33).
Hermanos y hermanas: Estamos en vísperas de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana. Ya hemos sido convocados/as a presentar nuestros aportes. Por tanto les pedimos que, en sus distintas comunidades y fraternidades, sigamos dialogando la centralidad del Reino de Dios presente en lo pequeño, y el modo como acogerlo en nuestra vida consagrada. Acompañemos a los laicos y laicas del pueblo del Señor en la valoración de su dignidad: Ser discípulos/as y Apóstoles de Jesucristo para que nuestros pueblos tengan vida en Él. Esta es nuestra misión.
Asamblea Nacional CONFERRE - 2006
