Porque es fiesta de todos, desde los más pequeños hasta los más adultos; y especialmente porque une a la familia entera. Felicidades y alegría para cada uno y para cada familia.
Solo el Señor puede realizar esas maravillas, porque Él actúa por puro amor, pura bondad y misericordia.
Y por tanto quiere que nosotros también actuemos de esa manera: con gran amor y mucha bondad, en estos días y siempre. Recibámoslo entontes con inmensa alegría y con fe profunda. Tratemos de crecer en la fe y alimentarla; y a la vez pidámosla en la oración personal.
Ayudemos a vivir esta Navidad celebrando con fe al Señor Jesucristo. Que Él sea el centro de la fiesta. Y que por Él, nos alegramos como hermanos que reciben de corazón al que trae vida nueva y es luz para toda la humanidad. Él nos hace participar de su misma vida divina!.
Es por tanto renovar nuestra adhesión total a Jesucristo y mostrarle al mundo que Él es el único Salvador de todos, que hace posible la paz y la fraternidad.
Los días de Navidad, si están centrados en la persona de Jesús, sean días de esperanza renovada, de gratitud por todo lo recibido y de mirada confiada en el futuro.
Que el amor se exprese de múltiples maneras, para afirmarnos en el único camino que vale la pena: ser alegres hijos de Dios, muy buenos hermanos y llenos de fuerza para amar y construir un mundo feliz.
Todo lo cual se logra solamente siguiendo los pasos de Jesús. A Él lo celebramos ahora, mirándolo mucho, en la oración; y sirviéndolo con gozo en los hermanos que están cercanos y en los más necesitados.
Un abrazo de unidad y de apoyo en la fe, de parte de su Pastor.
† Enrique Troncoso Troncoso
Obispo de Melipilla
Melipilla, Navidad de 2005