En pocos días más asistiremos en Roma y en Chile a la canonización del Padre Alberto Hurtado. Es un regalo de Dios para el pueblo de Chile ya que, más allá de nuestras legítimas diferencias, nos admira la luminosidad de la vida de este santo varón. Un hombre que nos interpela con lo que dijo y con lo que hizo.
Nos dijo que Chile debía ser un país solidario, y creó el Hogar de Cristo.
Nos dijo que los trabajadores debían ser dignificados, y creó la ASICH.
Nos dijo que los jóvenes eran semilla de cambio y de esperanza, y dirigió la Acción Católica.
Nos dijo que debíamos reflexionar y compartir los sueños que teníamos para Chile, y creó la Revista Mensaje.
Nos dijo que los católicos tenían que tomar en serio su papel en la sociedad, y escribió “¿Es Chile un país católico?”
Nos dijo que ante la adversidad sólo cabía la alegría de saberse bendecido por Dios, con su “Contento Señor contento” y enfrentó a la muerte con paz y sencillez.
Pero lo más importante que nos dijo es que el secreto de su vida era la persona del Señor Jesucristo y nos enseñó a hacer en todo momento lo que Cristo haría en su lugar.
Podríamos llenar páginas con testimonios de lo que el Padre Hurtado dijo e hizo. Y tal vez una de las lecciones que más nos interpela hoy día sea esa, la de ser consecuente.
Lo importante en esta hora es prepararnos para su canonización que, mucho más que un evento, es un acontecimiento que nos conmueve. Por eso, nuestra invitación a cada uno de nuestros hermanos y hermanas del país es a preparar el corazón para vivir con profundidad esta fiesta del Espíritu.
Invitamos a los que puedan a esperar la canonización en las vigilias que se organizan a lo largo del país el sábado 22 y a participar al día siguiente en la Misa dominical que, como siempre, se celebrará en todos los templos en los horarios acostumbrados.
A todos los que han hecho posible la canonización del Padre Hurtado, expresamos nuestra más profunda gratitud, comenzando por el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, y su sucesor, Benedicto XVI, que lo canonizará. Vaya también nuestro agradecimiento a los testigos de la obra del Padre Hurtado, a quienes llevaron adelante el proceso, a los medios de comunicación que han dado a conocer su figura y a cuantos han trabajado ardientemente para preparar este regalo de Dios para el pueblo de Chile.
“La Virgen nos traiga ternura de mirar al cielo y trabajar en la tierra, porque haya caridad y amor”. (P. Alberto Hurtado, Mes de María 1950; Un fuego enciende otros fuegos, pág. 171).
Comité Permanente de la
Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 18 de Octubre de 2005