Queridos hermanos y amigos: Una vez más nos reunimos en este Templo Catedral, para celebrar un año más de nuestra querida patria, Chile. Proseguimos así la tradición establecida en los albores de nuestra chilenidad. Cada 18 de septiembre, Chile se reúne junto al altar del Señor para dar gracias, escuchar la voz de Dios y llenarse de su fuerza y así poder continuar la construcción de esta tierra que se nos ha dado como tarea y misión a todos los que nos sentimos sus hijos.
Al igual que cuando celebramos nuestra fe en la Santa Misa, hoy decimos que es justo y necesario dar gracias, sin duda tenemos muchos motivos para hacerlo y luego de haber escuchado el Evangelio de hoy, entendemos con más claridad que todo lo que hemos recibido es gracia, no lo merecemos, sino que es puro regalo de Dios. La patria también.
En esta mañana queremos alabar al Señor por las bendiciones recibidas en el año que ha pasado: por el crecimiento económico sostenido, por el buen precio del cobre, por el desarrollo de planes sociales como el Auge y el Chile solidario, que nos animan a pensar que la pobreza y marginación extremas, pueden ser desterradas de nuestra tierra.
Mirando la realidad de nuestra Calama, cómo no alabar y bendecir al Señor por tantas obras que hacen posible una mejor calidad de vida para los que aquí vivimos: La inauguración de la Sede del Adulto Mayor, que hace posible que aquellos que con esfuerzo contribuyeron a la grandeza del país, ahora tengan un lugar donde encontrarse, formarse, descansar y apoyarse. Tenemos nuevos espacios públicos, remodelados para que las familias, niños y jóvenes puedan reunirse. Las cámaras de tele vigilancia y la pronta entrada en vigencia del Plan Cuadrante que nos asegura el poder vivir con más tranquilidad y confianza. El hecho de que un gran número de nuestros niños y jóvenes puedan estar formándose en el régimen de Jornada Escolar Completa. Las nuevas luminarias de todo el sector poniente que iluminan la vida de aquellos hermanos nuestros, a veces más postergados. La preocupación por crear una instancia para acompañar la vida de aquellos que aquejados por drogas, alcohol y distintos problemas que ya no le encuentran sentido a la vida. Qué importante es poder ayudarlos a salir, mostrarles nuevas expectativas y hacerles sentir que la patria que ahora celebramos, también depende de ellos. En verdad hay muchas cosas por las cuales agradecer y es justo y necesario hacerlo, reconocerlo y aquí delante del Señor animar a quienes hacen de cabeza en nuestra ciudad a no que no cejen en la búsqueda de aquello que puede hacer más agradable la vida de los ciudadanos.
Es necesario que podamos atender las necesidades de nuestra población local, muchos de ellos no tienen o no encuentran un empleo digno y estable. Son muchos también, los hermanos que han venido de otros lugares del país y tienen derecho a ello, a buscar sus sustento y no lo han encontrado o si lo han hecho, no siempre son tratados con dignidad y respeto que se merecen, varias veces ya han venido algunos tras los muros de esta Catedral a buscar refugio, par exigir el cumplimiento de sus demandas.
En Calama como en todo Chile se dan desigualdades económicas y que se convierten en desigualdades de educación, sobre todo para la educación superior, desigualdades en remuneración laboral, en la vivienda en la salud y en distintas oportunidades de desarrollo personal. Ante esta realidad que afecta a tantos chilenos, a familias que no se sienten invitadas a sentarse todavía a la mesa del desarrollo y del progreso, entendemos que la Patria sigue y seguirá siendo una misión y tarea de todos, insisto de todos, no sólo de las autoridades, sino que todos los que formamos parte de esta sociedad. Ahora cuando nos disponemos dentro de unos meses a elegir a la persona que ha de encabezar los destinos de nuestra nación, es bueno recordar que la grandeza de Chile no depende solamente de las sabias decisiones que tomen las autoridades, sino también del fiel desempeño de las tareas que cada uno ha ido asumiendo. Cada chileno, cada chilena ha de sentirse invitada a trabajar en esta viña que es Chile y ha de esperar el salario del progreso y desarrollo verdadero.
Queridos hermanos y amigos, nuestra querida patria es misión y tarea de todos, sintámoslo así quienes estamos participando de este Te Deum y que por nuestros cargos y trabajo tenemos una mayor responsabilidad, procuremos entonces no defraudar a quienes decimos servir y con nuestro trabajo realizado en el espíritu de Jesucristo que no vino a ser servido sino a servir, realicemos un servicio que mira al país en su conjunto, un servicio que no se mira a sí mismo, sino que se hace pedagogo de las nuevas generaciones para que aprendan el arte más bello que persona alguna puede aprender: servir, servir más, servir mejor.
Para poder servir bien, los que creemos hemos de poner nuestra mirada en el Señor Jesús, al igul que el Padre Hurtado, gloria de nuestra patria, que dentro de unos pocos días la Iglesia pondrá como ejemplo para todo el mundo católico, debemos preguntarnos ¿ Qué haría Cristo en mi lugar?.
Toda persona esta llamada a servir, pero el cristiano ha de hacerlo siguiendo las huellas del Crucificado, de aquel que venció el mal con el bien, de Jesús que con su muerte nos dio vida. Sí, el que se sabe cristiano ha de realizar su tarea y misión bajo la mirada del Señor y dejando que el Evangelio empape todo su actuar.
Hermanos aquí reunidos, nosotros que creemos en Jesús procuremos hacer las cosas de tal modo que los demás al ver el bien que hacemos, glorifiquen al Señor. Hermanos la fe ha de empapar toda nuestra vida, no es sólo para algunos momentos estancos de nuestra existencia, sino que ella ha de motivar todo nuestro quehacer, por eso así como ahora estamos reunidos para orar, cada día procuremos y en el nombre del Señor que nuestras acciones y trabajos comiencen y terminen, como nos enseñaba hoy la Primera Lectura; Busquemos al Señor, llamemos al Señor, con la confianza de que El está cerca de quien lo invoca.
Al igual que nuestros héroes, hombres y mujeres creyentes, elevamos nuestra mirada a la Madre de Jesús, tan querida en estas tierras con el título de Guadalupe de Ayquina, ella supo estar siempre atenta a lo que Dios le pedía, por lo mismo supo estar atenta a las necesidades de sus hermanos y supo ser fuerte en los momentos difíciles, supo mantener la esperanza. A Ella la invocamos pidiendo que ruegue por Chile, por su gente, por Calama y la grandeza de nuestra región, que su ejemplo de fe, de esperanza y de amor nos anime a todos a no dejar de trabajar en la misión de construir la grandeza de Chile, de este Chile, que es misión y tarea de todos.
† Guillermo Vera
Obispo de Calama