El gozo, la alegría y la esperanza se pasean de norte a sur, de cordillera a mar, al celebrar los 195 años de nuestra Independencia Nacional. Recordamos un pasado, que llega hasta nosotros con sus luces y sus sombras. Esta historia patria, todavía breve y en camino al Bicentenario, hoy nos condiciona con su geografía, su clima, su mar, su cordillera, su flora y fauna, su cultura y sus etnias. Nuestra misión es construir, con el aporte de nuestros valores y en el lugar que nos corresponde, este Chile de hoy. Así forjaremos ahora nuestra patria y la lanzaremos hacia el mañana. Todo esto lo venimos a agradecer y suplicar a nuestro Padre Dios.
Esta acción de gracias y esta súplica confiada en este año están enmarcadas por dos grandes acontecimientos, que están ya a las puertas: La canonización el domingo 23 de octubre, por el Papa Benedicto XVI en Roma del Padre Alberto Hurtado, egregio cristiano, insigne sacerdote y eminente chileno; y las elecciones nacionales el domingo 11 de diciembre, en las que democráticamente elegiremos a las autoridades del poder Ejecutivo y Legislativo.
"Te, Deum, laudamus”, -"A ti, oh Dios, te alabamos"-. Hermosas palabras de un himno de alabanza y acción de gracias a Dios Padre, escrito por San Ambrosio de Milán en el siglo Iv. Hoy queremos hacer nuestras esta alabanza y esta acción de gracias. Agradecemos y alabamos a Dios por el crecimiento económico sostenido y por el desarrollo de planes sociales en lo que va transcurrido del año. Pero, junto a esta alabanza y gratitud, sentimos fuerte el llamado a luchar con plena decisión no sólo por erradicar la extrema pobreza que aún existe, sino también por superar las enormes desigualdades económicas, que persisten entre los que tienen más y los que tienen menos. Sólo así construiremos una Nación basada en la equidad.
Alabamos y damos hoy gracias a Dios también por las grandes reformas y modernizaciones en el ejercicio de la Justicia, cuyos primeros frutos, aún con dificultades, comienzan ya a recogerse con mayor expedición y transparencia en el ejercicio de la virtud de la justicia, tan clave en la vida de una nación.
Nuestra alabanza y gratitud a Dios va también por el avance en algo que tanto nos ha costado y tanto nos ha hecho padecer, como es la reconciliación nacional. La verdad alcanzada en varios casos de violaciones a los derechos humanos. El sufrimiento de estos años ha hecho calar más profundo en el país la conciencia del respeto indispensable de estos derechos.
Hoy alabamos y agradecemos a Dios de igual modo, el protagonismo femenino en el país, que no sólo significa igualdad de responsabilidades y oportunidades en la gestión pública entre el varón y la mujer, sino que nos beneficia a todos con la complementariedad entre el talento femenino y el talento masculino. Así lo soñó Dios en los albores de la Historia al crear al ser humano varón y mujer. No sólo varón ni sólo mujer, sino varón y mujer, unidos en la misma vocación de procrear, de cuidar y cultivar la tierra.
Alabamos y agradecemos a Dios por el mayor entendimiento, afecto y cercanía que se ha ido dando, en un proceso de maduración. entre civiles y uniformados, superando desencuentros pasados, y uniendo talentos y habilidades en pro de la construcción propositiva dentro y fuera de las fronteras del país, como es el trabajo que se realiza en Haití.
Hemos de presentar hoy también al Padre Dios nuestra gratitud y alabanza por los jóvenes y las jóvenes de nuestra Patria. Tantos de ellos que, con esfuerzo y sacrificio, luchan mediante el estudio en abrirse caminos para un futuro digno y para aportar a la edificación del Chile del mañana. Tantos que con amor y abnegación se inscriben en trabajos voluntarios, como edificación de viviendas populares, trabajos de verano, misiones, etc. Sin embargo hay en estos momentos un hecho grave entre muchos jóvenes: Les ha costado entender que deben cooperar en la vida democrática del país, mediante la inscripción en tos Registros Electorales y la participación en la elección de las autoridades de la Nación. Nos duele también que haya tantos jóvenes que, por falta muchas veces de vida familiar o de formación en valores de vida, se vayan tras las drogas, el alcoholismo, el hedonismo y la delincuencia. Gran tarea corresponde aquí a toda la sociedad chilena para superar estas lacras.
Nos hemos referido a los jóvenes. No podemos olvidar, en estos momentos, a los jóvenes soldados fallecidos en la cordillera de Antuco el 18 de mayo. Encomendémoslos al Señor en su descanso eterno. Oremos por sus familiares y amigos. Oremos también por el Regimiento Los Ángeles. Su dolor siéntanlo también como nuestro dolor y como el pesar de la Patria entera.
Hasta estos momentos hemos dado gracias a Dios y lo hemos alabado por los dones concedidos a nuestra Patria. Nos corresponde ahora dar otro paso. Y es rogar al Señor para que nos ayude en dos importantes tareas que hemos de realizado para hacer grande a nuestra Patria. Estas tareas son: El cumplimiento de nuestra misión de construir la Patria y la recuperación del espíritu de servido. Veámoslas.
Nuestra misión de construir la Patria: Esta es la primera tarea. En efecto, la mirada del pasado necesariamente reclama la mirada del futuro. Para entender esto encontramos una fuente inspiradora en el pensamiento del Padre Hurtado, quien concibe la Patria como una misión que cumplir. Nos dice el Padre Hurtado: "Una Nación, más que por sus fronteras. más que su tierra sus cordilleras, sus mares, más que su lengua, o sus tradiciones es una misión que cumplir. Querer que la Patria crezca no significa tanto un aumento de sus fronteras, cuanto el cumplimiento de su misión. ¿Cuál es la misión de mi Patria? ¿Cómo puedo realizarla? ¿Cómo puedo yo colaborar en ella? Dios ha confiado a Chile esa misión de esfuerzo generoso, su espíritu de empresa y de aventura, ese respeto de] hombre, de su dignidad, encarnado en nuestras leyes e instituciones democráticas. La misión de Chile queremos cumplirla: Nos sacrificaremos por ella. Nuestros Padres nos dieron una Patria libre, a nosotros nos toca hacerla grande, bella. humana, fraternal. Si ellos fueron grandes en el campo de batalla, a nosotros nos toca serlo en el esfuerzo constructor". En forma clara nos ha manifestado el Padre Hurtado que la Patria tiene una misión que cumplir y a nosotros nos corresponde cumplir esa misión.
La segunda tarea para hacer grande a nuestra Patria es la recuperación del espíritu de servicio. Aquí cada chileno y cada chilena, sobre todo los que ejercen alguna autoridad. han de imitar a Cristo que nos dijo: "Yo no he venido a ser servido, sino a servir y a poner mi vida a disposición de muchos; porque Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve".
El espíritu de servicio adquiere su máxima expresión cuando decide ponerse al servicio de la vida, en sus más variadas expresiones. Es el servicio de ]a vida de cada ser humano, desde su concepción en el seno de su madre hasta su muerte natural. Es el servicio a las personas más débiles de la sociedad. Es el servicio a la vida familiar, para fortalecer el núcleo básico de nuestra sociedad, y para rechazar decididamente la violencia intrafamiliar o el daño a los menores por conductas sexuales enfermas y delictuales de los mayores. Es el servicio de los más pobres y marginados, para que puedan ocupar el lugar que les corresponde, sobre todo eliminando de sus vidas el flagelo de la cesantía, que tanto los destruye. Es el servicio a la vida, que se ve amenazada por el uso de drogas ilícitas y por el consumo abusivo del alcohol. Es el servicio a la calidad de vida de un pueblo, optando por los valores más altos del amor, la justicia y la solidaridad.
Hermanas y hermanos: En esta homilía he presentado a ustedes algunas gratitudes y alabanzas que hemos de presentar al Padre Dios en esta Solemne Acción de Gracias por la Patria que estamos realizando. A la vez, he propuesto dos tareas que hemos de llevar a cabo para que todos, en el lugar que a cada uno le corresponde, podamos cumplir la tarea de construir, aquí y ahora, el Chile que todos deseamos.
Nuestra oración por todas estas intenciones aquí manifestadas sean la Padre Dios, por medio de su Hijo y a través de la Virgen María que, con el título del Carmen, es la Reina y la Madre de nuestra Patria. Y así de esta manera todos contribuyamos a hacer de Chile una gran Nación de hermanos, donde cada uno tenga pan, respeto y alegría. Así sea.
† Miguel Caviedes Medina
Obispo de Los Ángeles
