Textos bíblicos
Isaías 55, 6-9
Salmo 144
S. Lucas 11, 27-28
Chile, nuestra amada Patria, vive intensamente los días de su nacimiento como nación libre y soberana. Las Fiestas Patrias son un momento de alegría. Desde los orígenes de Chile, la fe cristiana nutrió su alma. La fe se entrelaza con la historia e idiosincrasia de nuestro pueblo. El Evangelio de Jesucristo iluminó y orientó la vida personal y social del hombre y mujer de nuestra tierra.
“Felices son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” nos dice Jesucristo en el Evangelio de hoy.
Permítanme centrar esta reflexión en dos aspectos.
1) Misión de la Iglesia hoy.
2) La Patria es una misión que cumplir.
1.- ¿Misión de la Iglesia hoy?
¿Cuál es la misión de la Iglesia?. La misión esencial de la Iglesia es la evangelización. Anunciar el Evangelio – como nos decía Jesús – como el camino verdadero de la felicidad: “Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.
La Iglesia tiene, pues la misión de anunciar a Jesucristo y su Evangelio. Ayudar a los seres humanos al encuentro con Dios. De ahí que la acción de la Iglesia es eminentemente pastoral. Sin embargo, tal misión de ningún modo la puede llevar a descuidar los problemas reales que afectan al conjunto del pueblo. Conceptos como la inalienable dignidad de la persona desde su origen hasta su fin; la igualdad de todos en su naturaleza personal; el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de la persona humana; la convivencia social basada en la verdad, en la libertad, en la justicia, en el amor, en el perdón y la misericordia; la preocupación real y efectiva por la dignificación de los más pobres y desvalidos, el espíritu de servicio y la búsqueda del bien común, por parte de aquellos que tienen responsabilidades en el tejido social del país, etc. Todos estos grandes conceptos y otros presentan una dimensión ética y valórica que no es ajena a la misión de la Iglesia.
A esta misión esencial – anunciar el Evangelio e iluminar la realidad con la ética del Evangelio – quiere ser fiel la Iglesia. La Iglesia no tiene otra pretensión. Sabe perfectamente que su misión es esencialmente religiosa, pero ligada fuertemente a la realidad histórica por el misterio de la encarnación de Jesucristo. Desde entonces, nada de lo humano, puede ser ajeno a la Iglesia. Hay quienes quieren reducir a la Iglesia a lo íntimo, a lo privado, a excluir a Dios de la vida social.
Con el Papa actual afirmo con fuerza: “Una sociedad que excluye conscientemente a Dios y lo relega totalmente a lo privado se autodestruye. Por eso los cristianos, sencillamente tienen la obligación frente al mundo de dar fe de Dios públicamente y, así, de mantener presentes los valores y verdades, sin los cuales a la larga no puede existir convivencia humana soportable” (Benedicto XVI)
2.- La Patria es una misión que cumplir.
El 23 de octubre próximo la Iglesia reconocerá oficialmente la santidad de un chileno de excepción, el P. Alberto Hurtado. Él dijo en una ocasión similar a la que hoy nos congrega:
“Una nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua, o sus tradiciones, es una misión que cumplir. Querer que la Patria crezca no significa tanto un aumento de sus fronteras cuanto el cumplimiento de su misión. ¿Cuál es la misión de mi Patria? ¿Cómo puedo realizarla? ¿Cómo puedo colaborar yo en ella? Dios ha confiado a Chile esa misión de esfuerzo generoso, su espíritu de empresa y de aventura, ese respeto del hombre, de su dignidad, encarnado en nuestras leyes e instituciones democráticas”.
“La misión de Chile queremos cumplirla, nos sacrificaremos por ella. Nuestros padres nos dieron una Patria libre; a nosotros nos toca hacerla grande, bella, humana, fraternal. Si ellos fueron grandes en el campo de batalla, a nosotros nos toca serlo en el esfuerzo constructor.”
Hoy alabamos y bendecimos a Dios por la Patria amada, por su historia y por todos los que la han servido con amor y generosidad; damos gracias por el fortalecimiento de nuestra democracia, por el progreso alcanzado, por la estabilidad económica, por los avances significativos en educación, salud, justicia y en la búsqueda de la verdad; por los caminos de paz y reencuentro entre los chilenos; damos gracias por todo el trabajo abnegado en los diferentes sectores de la vida nacional de miles y miles de compatriotas.
Y queremos pedir, en palabras del P. Hurtado, continuar “en el esfuerzo constructor”.
Uno de los grandes desafíos – precisamente por los logros alcanzados y procurando mantenerlos y acrecentarlos – es servir a la gran causa de una mayor justicia social, a una más equitativa distribución de los bienes, para superar las escandalosas diferencias aún existentes en nuestro país y que afectan a más de 3 millones de compatriotas. ¡Es posible superar esta brecha! ¡Es necesario superar esta dolorosa situación! Están dadas todas las condiciones para ello. La celebración del bicentenario será más hermosa y más significativa, cuando todos tengan más y mayor dignidad en sus vidas. Esto supone de parte de todos una actitud del corazón, una urgencia del espíritu para terminar con la pobreza extrema y la miseria que aún hay en Chile. Y ese enorme desafío, no es sólo de las Autoridades. Se trata de algo que concierne a todos los chilenos. El pobre es Cristo y nadie puede permanecer indiferente, más aún, cuando hoy están dadas todas las condiciones para resolver el drama de los más pobres. La solidaridad profunda y verdadera exige un compromiso serio y fuerte de todos. Supone también un estilo de vida sobrio y de austera dignidad que nos caracterizó y que hoy tiende a desdibujarse. Hay sectores de la sociedad chilena – un reciente reportaje lo consignaba – que emplean 80.000 U.F. en construir su residencia; otros que en una fiesta despilfarran millones de pesos o que buscan satisfacer su afán de poseer con bienes suntuarios y superfluos. El Señor nos ha recordado que “felices son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.
- Felices son los que trabajan por superar la coexistencia de dos mundos, el del consumo desatado de unos y la carencia de lo mínimo de miles de compatriotas nuestros.
- Felices son los que con vocación política sirven a todos con olvido del propio interés y viven con caridad y fortaleza al servicio de todos.
- Felices los ciudadanos que buscan una Patria fraterna y reconciliada, que junto a la verdad y justicia, procuran tener un corazón lleno de misericordia y de perdón.
- Felices los comprometidos por fortalecer en forma clara y decidida la familia, como célula fundamental de realización y humanización, en el respeto integral a la vida en todas sus formas y expresiones.
- Felices los empresarios que asumen su condición de administradores de los bienes y que procuran crear fuentes de trabajo, dignificando las personas de los trabajadores, haciendo de las empresas verdaderas comunidades de personas.
- Felices los que aspiran a servir a Chile, desde el poder ejecutivo y legislativo y tiene capacidad de respeto y presentan de “ manera oportuna, transparente y clara” sus propuestas de gobierno, “pues las promesas electorales constituyen un auténtico compromiso con el país, especialmente con aquellos cuyo presente y futuro depende, en gran medida, del fiel y eficaz cumplimiento de ellas” (C.P. Cech – agosto 2005)
- Felices los servidores de las Fuerzas Armadas y de Orden, que con capacidad profesional sirven con honestidad a la Patria y son profundamente respetuosas de la soberanía del pueblo.
- Felices los jóvenes que sirven a la vida y a su crecimiento y que luchan con todas sus fuerzas contra el flagelo de la droga y del alcohol.
- Felices los que sirven a la gran tarea de la comunicación social y hacen de ella un medio de comunión y de verdad y de respeto profundo a la dignidad humana.
- Felices todos los que trabajan por erradicar la delincuencia, más que con medidas represivas, buscando disminuir las causas que la producen: la falta de educación y marginalidad, la carencia de un trabajo digno y bien remunerado; el dar sentido y esperanza a las nuevas generaciones de niños y jóvenes.
- Felices todos los ciudadanos de la Patria que trabajan con honestidad y responsabilidad por engrandecerla, que saben tener una mirada crítica frente a los acontecimientos, que no condenan a priori a nadie, sino que esperan el veredicto ecuánime de la justicia.
Sí. ¡Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!
Ya al terminar una breve palabra para el ambiente pre-electoral de la elecciones de Presidente de la República, Senadores y Diputados el próximo 11 de Diciembre. Vivamos estas semanas previas con paz y serenidad. En actitud de profundo respeto por los demás. Que las campañas puedan ser dignas y sobrias. Relativicemos nuestras opciones políticas. Votemos en conciencia. Que las promesas electorales sean realistas y posibles de concretar.
La Patria amada seguirá siendo de todos: de los vencedores y de los perdedores. Oremos por quienes resulten elegidos. Necesitarán espíritu de sabiduría y discernimiento para gobernar Chile y legislar adecuadamente buscando el mayor bien de todos, especialmente de los más pobres y débiles de nuestras ciudades y pueblos.
En estos días de Fiestas Patrias y en que también nos disponemos a acoger con alegría y esperanza el don de la santidad del P. Alberto Hurtado, a quien me atrevo a calificar como un héroe de Chile del siglo XX, “dejémonos animar y cuestionar por su testimonio de hombre de Dios, por su servicio a los más pobres y abandonados, por su contribución a pensar creativamente nuestro país, por su capacidad de diálogo y su palabra franca. ¡ Que el P. Hurtado siga siendo una visita de Dios en nuestros días!. Y que la Virgen del Carmen, Madre de Chile, nos enseñe a ser libres para actuar según los planes de Dios para nuestra Patria” (C.P. Cech agosto-2005).
A Jesucristo Salvador honor y gloria por los siglos de los siglos.
Rancagua, 18 de septiembre de 2005.
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua