Palabras pronunciadas durante la ceremonia de lanzamiento de la emisión postal extraordinaria “Juan Pablo II”, en homenaje a Su Santidad Juan Pablo II
Fecha: Viernes 13 de Mayo de 2005
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Mons. Cristián Contreras Villarroel
Con alegría y gratitud, la Iglesia Católica en Chile ha recibido la decisión de la Empresa Correos de Chile del lanzamiento de la emisión postal extraordinaria “Juan Pablo II”, en homenaje a Su Santidad Juan Pablo II.
Deseo expresar mis cordiales saludos a don Eduardo Moyano Berríos, Presidente de la Empresa de Correos de Chile, a su director, ejecutivos y trabajadores, y al diseñador, por esta hermosa iniciativa.
Nos reunimos en esta Sala Capitular de la Catedral Metropolitana, la misma que visitó el Papa en su visita apostólica a Chile, en 1987. Y es providencial que justamente hoy el Santo Padre Benedicto XVI haya anunciado en la Basílica de San Juan de Letrán la dispensa de la espera de cinco años para iniciar el proceso de Beatificación del Papa Juan Pablo II.
Me hago portavoz de los más sinceros y cordiales saludos del Sr. Cardenal Francisco Javier Errázuriz, Arzobispo de Santiago y en cuya Catedral nos reunimos. Al saber de esta ceremonia, programada cuando él se encontraba en Roma, me expresó su profunda alegría y elogió la iniciativa. Otros compromisos postergados por su estadía en Roma, han impedido que él pudiera asistir como era su deseo.
La vida y la palabra del Papa recientemente fallecido, constituyen un hermoso legado de fidelidad a Jesucristo y de amor a la persona humana. En cada lugar que visitó, en cada documento que escribió, en cada discurso que pronunció, el Papa Juan Pablo II supo ser un seguidor fiel del Señor, un testigo de la Iglesia servidora de la vida y un preclaro discípulo del Evangelio.
En una época de cambios históricos tan gravitantes para la humanidad, este hombre santo se convirtió en un profeta que anunció, sin temor, los valores del Reino de Dios. Predicó el amor a los pobres y postergados en sus reuniones con los líderes de los gobiernos y de los negocios; proclamó la inviolable dignidad de la persona humana y el valor de la paz en la más peligrosa época de la guerra fría y en numerosos conflictos bélicos en diversas latitudes del mundo; promovió la comunión con los hermanos de otras iglesias cristianas y credos religiosos; defendió el valor de la vida humana desde su concepción en el vientre materno hasta su término natural; animó a los jóvenes a ser constructores de su destino; anunció el valor del matrimonio y de la familia.
En uno de sus rasgos más sobresalientes, Juan Pablo II supo aprovechar las enormes posibilidades que el desarrollo técnico ofrece, para llegar con su mensaje hasta los lugares más remotos. Además de sus muchos viajes, empleó los medios de comunicación como sus aliados para que nadie se quedara sin saber de esta Buena Noticia que proclamó con alegría y convencido entusiasmo, desde el primer día de su Pontificado: “No teman: abran de par en par las puertas a Jesucristo”.
Por eso, esta ceremonia nos trae de nuevo a la memoria esos recuerdos imborrables de 1987, de aquellas escenas que quedarán para siempre en la historia de nuestra convivencia nacional, iniciadas justamente en esta Catedral de Santiago el 1 de abril de ese año, a pasos de la hermosa sede de Correos de Chile.
En esta emisión postal que Correos de Chile ha querido lanzar el día de hoy, sentimos que se expresa el afecto de la Patria, de todo un pueblo agradecido al Mensajero de la Vida y Peregrino de la Paz.
Del mismo modo que Su Santidad Benedicto XVI ha valorado la gratitud que el mundo entero le brindó a su predecesor, la Conferencia Episcopal agradece hoy a Correos de Chile por esta iniciativa y se suma a este homenaje a nuestro recordado Santo Padre Juan Pablo II que, al igual que Jesucristo, “pasó por la vida haciendo el bien”.
Muchas gracias.