Con la asistencia de autoridades encabezadas por el Intendente de la Región de Los Lagos, se celebró en la Catedral de Puerto Montt el tradicional Te Deum de Fiestas Patrias.
Durante su homilía, en el Te Deum de Fiestas Patrias, Monseñor Cristián Caro señaló que "reunirse en la Iglesia Catedral para cantar el Te Deum es un acto de fe en el Padre del cielo que nos constituye visiblemente en familia y contribuye a la vida republicana, ofreciendo este espacio de encuentro y fortaleciendo las virtudes de la humildad y de la amistad cívica".
La homilía del Arzobispo se centró en la oración del Padre Nuestro, desde donde reflexionó sobre el actual momento que vive la patria. Entre los temas mencionados señalo que "Es notorio que, pese al desarrollo de nuestra Patria, en este último tiempo, experimentamos un descontento social creciente, en que la gente quiere solución inmediata a sus problemas, a veces de larga data, y utiliza la presión y la violencia. Pero es evidente que ha mejorado el nivel de vida medio del chileno y son muchas las familias que tienen por primera vez un hijo en estudios superiores. El país se ha desarrollado como nunca, nuestra misma región tiene altos índices de ocupación, pero la desigualdad social es notoria. Importantes sectores quedan al margen de una educación de calidad, o de prestaciones de salud oportuna y eficiente, y pese a tener trabajo siguen siendo pobres por lo exiguo de sus sueldos. Preocupa la situación desmedrada de muchos adultos mayores. En fin, se puede decir de todos ellos que no tienen el “pan de cada día” asegurado y tranquilo."
Gratitud por el don de la fe
"En nuestra Patria, la fe cristiana es mayoritaria; por tanto, la confianza en la providencia de Dios Padre está en el corazón de la mayoría de los chilenos aunque no siempre lo manifiesten. Esa fe hunde sus raíces en la nacionalidad desde sus comienzos. ¡Cómo no dar gracias a Dios por este don! Lo hemos experimentado en las grandes convulsiones sociales- y acabamos de recordar una de esas- en que la Iglesia Católica, junto a otras iglesias cristianas se puso al servicio de la justicia, el derecho y la paz. En efecto, la fe, por su conexión con el amor, es un bien para todos, es un bien común.
Gracias a la fe hemos descubierto la dignidad única de cada persona, que no era tan evidente en el mundo antiguo. La fe nos invita también a buscar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y el provecho sino que consideren la creación como don de Dios del que todos somos deudores: y nos enseña a identificar formas de gobierno justas, reconociendo que la autoridad está al servicio del bien común. Asimismo, la fe nos hace volver a la raíz de la fraternidad, que sin referencia a un Padre común como fundamento último no logra subsistir (cf. LF, 54-55). Por su parte, la fraternidad es el camino para la paz."
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Fuente: Comunicaciones Puerto Montt
Puerto Montt, 18-09-2013