"No tengan miedo... ¡Jesús ha resucitado!"
La Pascua
Hermanos y hermanas: “No tengan miedo, sé que buscan a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado” (Mt 28,5). Este anuncio del ángel a las mujeres el día de Pascua, buena noticia para la humanidad y hecho central de nuestra fe, resuena con renovada fuerza hoy para nuestra Iglesia.
Durante la Semana Santa, como Pueblo de Dios, hemos vivido con intenso fervor y participación multitudinaria los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
La partida del Papa a la casa del Padre
Estos misterios los hemos revivido, con emoción e intensidad, en la enfermedad, agonía y muerte del Papa Juan Pablo II, que en su testamento dice:”Aceptando desde ahora mi muerte, espero que Cristo me conceda la gracia para la partida definitiva, esto es: mi Pascua”.
El Papa nos ha dejado un legado imperecedero de fidelidad a Dios, a la Iglesia y al hombre. Fidelidad nacida y fortalecida en el encuentro profundo con Jesucristo vivo en la oración, en la Eucaristía y en la filial devoción a María. De esta relación con Dios el Santo Padre ha encontrado la fortaleza de no bajar de la cruz, de no rendirse ante la enfermedad, la vejez, las incomprensiones y los ataques sufridos a lo largo de su pontificado, convirtiéndose en signo luminoso y referencia segura no sólo para la Iglesia sino para la humanidad en búsqueda de horizontes de vida y esperanza.
Ante su partida a la casa del Padre, “nuestro corazón está lleno de tristeza, pero también de feliz esperanza y de profunda gratitud” (Card. Ratzinger).
Llamado a los jóvenes
En este contexto pascual, nosotros, como Pastores, nos hemos reunido con los jóvenes, hemos reflexionado sobre el documento de preparación a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y, también, analizado el tema de la Asamblea Constituyente.
Nuestro encuentro con los jóvenes, representantes de la Pastoral Juvenil Vocacional de nuestras jurisdicciones, ha sido un momento de gozo y esperanza, que nos ha hecho experimentar la fuerza renovadora de la juventud para nuestra Iglesia y la sociedad entera.
Queridos jóvenes, busquen a Cristo, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,5). Él es el único que puede dar sentido verdadero a su vida y el único por quien vale la pena gastarla.
La Iglesia necesita de los jóvenes. Confiamos en ustedes y en su vocación para forjar una Iglesia más dinámica, comunitaria, liberadora y misionera. Por eso, les invitamos a ser miembros activos de los diferentes grupos parroquiales y movimientos apostólicos, coordinados por la Pastoral Juvenil Vocacional, e igualmente a plantearse sin miedo la llamada del Señor a la vida sacerdotal, religiosa y misionera.
Aprovechen responsablemente los años de la juventud para formarse y prepararse seriamente y en profundidad, a fin de participar desde ahora en la construcción de una Bolivia mejor, respondiendo así a las múltiples y graves necesidades de nuestro país, mediante soluciones originales.
Hacia la Asamblea Constituyente
En el país hemos iniciado el proceso de la Asamblea Constituyente, desafío histórico que exige que todos los ciudadanos, desde nuestras diversidades, nos unamos y participemos en el diseño de nuevas instituciones que impulsen el desarrollo humano, económico, social y político de nuestra patria. La nueva Carta Magna debe hacer posible una comunidad política fraterna y pacífica basada en los principios y valores cristianos y los de nuestras culturas nativas: dignidad humana, bien común, ética, justicia, equidad, verdad, solidaridad…
La realización de la Asamblea Constituyente y la solución de los problemas que tiene pendientes el país – la crisis económica, la Ley de hidrocarburos, el Tratado de Libre Comercio, la compleja problemática de la tierra y del agua, las autonomías, la elección de Prefectos…- nos urgen crear un ambiente propicio de unidad y confianza mutua, sin el cual será imposible alcanzar los objetivos que todos esperamos.
Tensiones que permanecen
Desde el mensaje de nuestra Asamblea de noviembre pasado, en los temas arriba señalados, constatamos que no han habido avances significativos. Por el contrario, se han dado hechos que han puesto en peligro la democracia y la unidad del país: crisis política, retardación en la aprobación de leyes urgentes, desacato a la Ley y anarquía, corrupción persistente, bloqueos, paros, ocupación de tierras y edificios públicos y agresiones a personas e instituciones.
Esta situación ha traído consecuencias negativas que han perjudicado gravemente a todo el país, especialmente a los más pobres, han frenado la inversión externa y creado un ambiente de desconfianza en los organismos internacionales.
Actitudes constructivas
Cambiar este panorama negativo es tarea de todos. Esto supone deponer actitudes de violencia verbal y física, intransigencia, radicalismo, egoísmo personal y de grupo, racismo, regionalismo y sensacionalismo en el uso de los medios de comunicación, teniendo presente que el fin, por bueno que sea, no justifica los medios.
En contacto con nuestro pueblo en el trabajo pastoral, hemos escuchado su clamor, que pide con urgencia un ambiente de paz que le permita desarrollar sus actividades y labores cotidianas con normalidad, y, a la vez, es indispensable para encontrar las soluciones posibles y reales a los problemas del país.
Se necesita crear un clima de desarme espiritual, unidad en la diversidad, servicio al bien común, tolerancia, respeto del otro, diálogo, concertación, colaboración de todos, confianza en nuestras capacidades y en las de los demás. Nuestro pueblo cree en los valores humanos y cristianos, valores que no pueden quedar relegados a la conciencia y vida privada sino que tienen que impregnar toda la vida de la sociedad y, por tanto, tienen que ser asumidos por los dirigentes sociales y políticos y las instituciones fundamentales de nuestro país.
A este propósito, el Papa Juan Pablo II, en su visita a Bolivia, nos decía: “Será competencia de las clases políticas la búsqueda de estos espacios de diálogo y comprensión, la promoción de los valores humanos y la defensa de sus derechos - aún en los casos de máxima conflictividad – comenzando por una activa educación a la convivencia y una decidida actuación que fomente la moralidad pública y los valores superiores, que dan cohesión y sentido pleno a la vida nacional”.
Vivamos la esperanza
“No tengan miedo, abran las puertas de par en par a Cristo”. Estas palabras del Santo Padre al inicio de su Pontificado nos impulsan a abrir nuestras mentes y corazones a Jesucristo Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, dándonos la seguridad y la esperanza que el bien y la vida prevalecerán sobre el mal y la muerte. De igual modo, son un llamado a construir juntos, con seguridad y confianza, la Bolivia nueva que todos ansiamos y a la que todos tenemos derecho.
Ante la espera de la elección del nuevo Papa, unámonos a la oración de la Iglesia universal, para que el Espíritu del Señor ilumine al Colegio Cardenalicio en la elección del sucesor de Pedro, Pastor que ha de responder a los grandes desafíos de la Iglesia y de la humanidad al inicio del tercer milenio. Nos alegramos de que en este Cónclave participe también nuestro Cardenal Julio Terrazas llevando el sentimiento de nuestra Iglesia en este evento trascendental para la vida del Pueblo de Dios.
Ponemos en manos de María, Madre del Redentor y Madre nuestra, los frutos de esta Asamblea Episcopal y encomendamos nuestra Patria a su constante protección maternal.
Cochabamba, 13 de abril del 2005
Los Obispos de Bolivia
