"Gloria por siempre a nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo".
El 20 de noviembre del año del Jubileo 2000, hace exactamente 4 años, una especial emoción embargaba mi persona. Era la víspera del anuncio de mi nombramiento como Obispo de Iquique, realizado ese 21 de noviembre, celebración litúrgica de la Presentación de la Virgen María. Me encontraba muy feliz, por cumplir la voluntad de Dios expresada en la designación del Santo Padre. Me encontraba contento y esperanzado, por venir a compartir las labores pastorales en una Iglesia que desde el Seminario la había percibido esforzada y necesitada, y ahora con variados e interesantes desafíos.
Con la gracia del Señor hemos pasado años muy hermosos, por supuesto que no exentos de algunos dolores, donde nos hemos esforzado juntos, soñado con proyectos como nuevas Capillas, y ese anhelo del futuro Monasterio de Carmelitas Descalzas en Iquique. Hemos tenido el gozo de ver llegar a tres nuevas comunidades de Religiosas, de nobles Congregaciones que generosamente han fundado para servir en estas desérticas tierras. Hace poco más de un mes, y celebrando los 75 años desde la fundación de esta querida Diócesis, tuvimos la alegría de la Ordenación de dos Diáconos Permanentes. Vivimos un Año Vocacional, con la confianza en que la siembra para jóvenes y niños y el incremento lo otorga Dios en su inmensa generosidad cuando El lo disponga.
Singular motivo de gozo ha sido el estar en una región particularmente mariana. Dios ha otorgado aquí el precioso don de tener a la Santísima Virgen María en su Inmaculada Concepción como titular de la Diócesis, y también el precioso don de tener su Santuario de Nuestra Señora del Carmen en La Tirana, que es como el corazón espiritual para el norte grande de Chile y más allá de nuestras fronteras. Hemos podido conocernos de cerca con los Bailes Religiosos y compartir con afecto nuestra fe. Providencialmente me tocó la Coronación de la venerada imagen de la Virgen en la fiesta del año 2001, donde recibimos un importante y afectuoso mensaje del Papa Juan Pablo II. Celebramos el Año del Rosario y procuramos crecer en esta plegaria tan bendecida; "dulce cadena que nos une a Dios", "fuente de vida cristiana profunda" con la intercesión de la "llena de gracia", "omnipotencia suplicante" y "puerta del cielo". Precisamente estando un día rezando en la Capilla de la casa junto al Santuario recibí el llamado por teléfono del Sr. Nuncio Apostólico para que fuera a conversar sobre mi nombramiento como Obispo Castrense de Chile. Sí, la Santísima Virgen María ha estado muy presente en nuestra historia, en cada una de nuestras vidas, y seguirá siendo nuestra Madre, Reina, Modelo y Protectora.
Mi muy sentida gratitud, pues, a la tan querida Diócesis de Iquique; que será inolvidable y a la que tendré siempre en mi plegaria e intención de apoyar. A los Sacerdotes, en particular a quienes tuve como colaboradores más directos: el P. Argimiro y el P. Giacomo mis Vicarios Generales, el P. Franklin como actual Canciller Notario; el P. Marco Antonio Ordenes, Rector del Santuario, Asesor de los Bailes Religiosos y en la Coordinación de la Pastoral Diocesana; el P. Guillermo Fajardo como Párroco aquí en la Inmaculada Concepción- Catedral y encargado del Departamento de Educación Católica. A todos los Sacerdotes y Diáconos mi afecto y gratitud. Sigan adelante con la tarea de "reavivar el don que se les ha concedido", de llevar una vida de feliz entrega total al Señor, con la tarea de una mayor unidad afectiva y efectiva en el Clero, de la convivencia fraterna y la comunión eclesial. A las queridas Religiosas, muchísimo agradecimiento por su vida abnegada, por su fidelidad al Señor y entrega evangelizadora, por su cordial preocupación y apoyo a este Obispo. Para el personal del Obispado y los laicos más comprometidos de nuestras comunidades, los Catequistas, Dirigentes de Bailes Religiosos, Profesores de Religión, también mis sentimientos de inolvidable gratitud. Perdón por lo que no pude cumplir, por limitación o falta de generosidad. Sé que continuaremos unidos en la oración y que se dispondrán a recibir al próximo Obispo con fe, afecto y deseos de colaboración.
Para las Autoridades que cordialmente nos acompañan, mi sentido reconocimiento por sus trabajos en bien de la comunidad toda y por su colaboración a nuestra gestión pastoral que también busca el bien más integral para nuestro pueblo. Sigan invocando a Dios que es "la fuente de todo bien" y así buscando fortalecer los más preciados valores.
Y no podría dejar de destacar que en los dos últimos domingos que he estado en la Diócesis me ha tocado vivir momentos muy hermosos en el querido Alto Hospicio. El 7, junto a una ferviente multitud, bendijimos la nueva Capilla Virgen del Carmen en el sector de La Pampa, dentro de la más reciente Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Alto Hospicio. Y el recién pasado 14, junto a las comunidades de la Parroquia Nuestra Señora de la Paz, bendijimos y coronamos la nueva imagen para venerar a la Madre Santísima. Muchas gracias comunidades de Alto Hospicio por todo su cariño, y todos esos sufrimientos que han remecido a Chile Dios permita que consoliden rutas de solidaridad, de valoración en su dignidad y apoyo a los más pobres, de una mayor vida cristiana junto a una creciente labor eclesial.
Han venido para acompañarme en este significativo momento algunos miembros de mi familia. Les agradezco también mucho su cariño y apoyo. Durante mi servicio pastoral en Iquique vimos partir de este mundo a nuestra tan querida mamá. Dios en su infinita misericordia permitió que fuera en los días de mis vacaciones y pudimos acompañarla juntos hasta entregarla con la santa Misa en las manos del Padre celestial. Continuemos siempre unidos hasta que nos encontremos en el Reino eterno como gran familia de Dios.
Durante estos años varias veces ustedes me habrán escuchado referirme con especial gratitud al sacerdote que es mi guía espiritual hace más de 35 años, el querido Padre Fernando Karadima Fariña. Su testimonio de consagración y espíritu apostólico, su sabia claridad en el consejo y también otros generosos apoyos, han redundado en mi bien personal y de esta querida Diócesis. Que Dios nos mantenga unidos por muchos años y en la común aspiración de santidad.
Parto de Iquique en los inicios del "Año de la Eucaristía" convocado por nuestro querido Papa Juan Pablo II. Un año para “fomentar, tanto en la celebración de la Misa como en el culto eucarístico fuera de ella, la conciencia viva de la presencia real de Cristo”. En este celebración, Solemnidad de Cristo Rey, realizamos la consagración del nuevo y hermoso Altar para esta querida Iglesia Catedral; signo de "el Mesías", "el Ungido" por el Espíritu Santo para nuestra salvación. Centro de nuestra Iglesia, Alimento de vida eterna.
"Presencia que pide nuestra presencia". Invitación misericordiosa a venir para alivio de nuestros cansancios y la fortaleza de nuestro peregrinar.
Sí, con palabras del apóstol san Pablo en su carta a los cristianos de Colosas, decimos: “Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos”. Con palabras del Salmo entonamos nuestra fe y amor: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la Casa del Señor’!” Y las palabras de Jesús en el santo Evangelio resumen y llevan a culminación todos nuestros anhelos: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Queridos hermanos y hermanas en el Señor: Les reitero mi gratitud por todas sus plegarias presentes y futuras. Permanezcamos siempre en Dios, con humildad de corazón y firmeza de compromisos, en fidelidad a nuestra amada Iglesia Católica y su Magisterio, buscando servir con amor y eficacia a todos, especialmente a los más necesitados. En todo con el maternal amparo de la Santísima Virgen, la fiel custodia de San José y la fraternal intercesión de tantos Santos Patronos; como San Lorenzo, el Santo Padre Pío, Santa Teresa de Los Andes, la Beata Laura Vicuña. Como ha expresado el querido futuro santo Padre Alberto Hurtado: “Lo único importante es: Dios está presente. Dios es Dios. Ante este hecho calla su corazón y reposa”. Amén.
