Carta Pastoral de Monseñor Juan Ignacio González al comienzo del Año de la Eucaristía (octubre 2004 - octubre 2005)
Fecha: Jueves 14 de Octubre de 2004
Pais: Chile
Ciudad: San Bernardo
Autor: Mons. Juan Ignacio González Errázuriz
Queridos sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y fieles laicos de la diócesis de San Bernardo.
Siguiendo las enseñanzas y los deseos del Santo Padre Juan Pablo II, damos solemne inicio al Año de la Eucaristía en nuestra diócesis. Quiere el señor permanecer con nosotros, como se lo pidieron los discípulos de Emaús. Será este un año de muchas gracias para toda la Iglesia y para cada uno y por ello hemos de disponernos a recibirlas, estando muy cerca de la Iglesia y de los Sacramentos.
Como nos enseña el Papa, el Señor presente en la Eucaristía es la luz que alumbra nuestro caminar, es la fuente desde la cual vivimos la fraternidad y la comunión entre los hermanos, hijos del mismo Dios y es el fundamento y la fuerza para continuar en la misión de anunciar a Jesús.
El Año de la Eucaristía comprometerá particularmente a la Iglesia a vivir el misterio de la santa Eucaristía. Jesús sigue caminando con nosotros e introduciéndonos en los misterios de Dios, abriéndonos al significado profundo de las Sagradas Escrituras. Como en el momento culminante del encuentro con los discípulos de Emaús, Jesús en cada Eucaristía parte para nosotros el “pan de vida”.
Muchas veces durante su pontificado el Papa Juan Pablo II ha invitado a la Iglesia a reflexionar sobre la santa Eucaristía, siguiendo la enseñanza de los Padres de la Iglesia, de los concilios ecuménicos y de sus predecesores. Lo hizo en particular el año pasado en la carta encíclica “Ecclesia de Eucaristía” y hace pocos días en una nueva Carta sobre el Año de la Eucaristía.
El Santo Padre menciona dos acontecimientos principales que iluminan y marcan el inicio y el final del Año de la Eucaristía: el 48 Congreso Eucarístico Internacional, que se celebró en Guadalajara (México), entre el 10 y el 17 de octubre, y la undécima asamblea general del sínodo de los obispos, que se desarrollará en el Vaticano del 2 al 29 de octubre de 2005. Incluye también la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Colonia del 16 al 21 de agosto de 2005.
La Eucaristía, misterio de luz
La Eucaristía es misterio de luz por muchos motivos. Jesús habla de sí mismo como «luz del mundo» (Juan 8, 12). En la oscuridad de la fe, la Eucaristía se convierte para el creyente en misterio de luz, pues lo introduce en las profundidades del misterio divino. La celebración eucarística alimenta al discípulo de Cristo con dos «mesas», la de la Palabra de Dios y la del Pan de Vida. En la primera parte de la misa, se leen las Escrituras para que podamos ser iluminados y puedan arder nuestros corazones. En la homilía, la Palabra de Dios es ilustrada y actualizada para la vida del cristiano en nuestro tiempo. Cuando las mentes son iluminadas y los corazones arden, los signos hablan. En los signos eucarísticos, el misterio está en cierto sentido abierto a los ojos de los creyentes. Los dos discípulos de Emaús reconocieron a Jesús al partir el pan.
La santa Eucaristía es un banquete. Pero eso es ante todo y profundamente un banquete de sacrificio: anunciamos la muerte del Señor; proclamamos su resurrección y esperamos su venida en la gloria.
La asistencia a la Misa dominical será una de las expresiones más grandes de nuestro amor a Jesús escondido en la Hostia santa. La manera en que celebramos la misa tiene que manifestar nuestra conciencia viva de la presencia real de Cristo. No hay que olvidar los momentos de silencio. Los tiempos de silenciosa adoración de Jesús presente en el tabernáculo demostrarán nuestro amor por él. La adoración del Santísimo Sacramento fuera de la misa tiene que ser este año un compromiso especial de las parroquias y de las comunidades religiosas. En particular, hay que acentuar la reparación, la contemplación, la meditación bíblica. La Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo la celebraremos este año con especial brillo mediante la procesión por las calles, como una proclamación de nuestra fe eucarística.
Eucaristía, manantial y manifestación de comunión
Los discípulos de Emaús pidieron al Señor que se quedara “con” ellos (Cf. Lucas 24, 29). Jesús hizo algo más. El se dio a sí mismo en la santa Eucaristía para permanecer “en” ellos: “Permaneced en mí, como yo en vosotros” (Juan 15, 4). La comunión eucarística es una compenetración íntima entre Cristo y quien comulga. La comunión eucarística promueve también la unidad entre los que comulgan. San Pablo dice a los corintios “Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan” (1 Corintios 10, 17).
La Eucaristía manifiesta también la comunión eclesial y llama a los miembros de la Iglesia a compartir sus bienes espirituales y materiales. Esta comunión eclesial se manifiesta espléndidamente en el obispo que celebra con su presbiterio en la iglesia catedral, con la participación plena del pueblo de Dios.
La Eucaristía, principio y proyecto de misión
Los dos discípulos de Emaús, después de haber reconocido al Señor, “se levantaron al momento” (Lucas 24, 33) para comunicar la bella noticia. El encuentro con Jesús en la Eucaristía lleva a la Iglesia y a cada cristiano a testimoniar, a evangelizar. Tenemos que dar gracias al Señor y no dudar en mostrar nuestra fe en público. La Eucaristía nos lleva a ser solidarios con los demás, haciéndonos promotores de armonía, de paz, y especialmente a compartir todo con los necesitados. El Año de la Eucaristía tiene que llevar a nuestra comunidad diocesana y a cada una de las comunidades parroquiales a un particular interés por las diferentes manifestaciones de la pobreza en el mundo, como el hambre y las enfermedades, la soledad de los ancianos, el desempleo y los sufrimientos de los inmigrantes. Este criterio de caridad será el signo de la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas.
Cómo celebraremos este año de gracia
1. En toda la diócesis se establecerá el Jubileo Circulante, que significa que la Exposición del Santísimo Sacramento se realizara en forma continua en todas nuestras iglesias y capillas, de manera que todos los días del Año Eucarístico en alguno de los lugares sagrados de nuestra diócesis el Señor estará expuesto para la adoración de los fieles. La duración del tiempo de la Exposición del Santísimo será de al menos una hora. Los decanatos organizaran las parroquias y capillas, conforme a un plan ya previsto. También las comunidades religiosas, los movimientos apostólicos, los colegios y otras entidades deberán tener una activa participación en este jubileo.
2. En las homilías de las misas dominicales se acentuará especialmente la predicación sobre el misterio de la Eucaristía, según un plan que se entregara a los párrocos y sacerdotes. En especial se meditará sobre la Eucaristía durante el mes de María, con materiales que la Comisión diocesana del Año Eucarístico ha preparado.
3. Organizaremos un Curso sobre la Eucaristía dirigido a los agentes pastorales, diáconos, religiosas y religiosos, que tendrá lugar en San Bernardo y en Buin. Este curso se realizará después de la Semana Santa del año 2005 y se avisará oportunamente.
4. En nuestra Revista Iglesia en San Bernardo se publicará una sección especial dedicada al Año de la Eucaristía. También en forma masiva publicaremos pequeños impresos con oraciones y temas de meditación sobre la Eucaristía que se harán llegar a las parroquias y capillas.
5. La Procesión del Corpus Christi del año 2005 será de carácter diocesana, lo que implica que a ella puedan concurrir masivamente los fieles de todas las parroquias.
6. La Confesión Sacramental será uno de los aspectos de especial relevancia durante el Año de la Eucaristía, organizándose en cada parroquia jornadas penitenciales que permitan a muchos fieles acercarse a recibir el perdón de sus pecados. Para ellos se distribuirán impresos que faciliten la preparación de la confesión.
7. Como culminación de este año de gracia, organizaremos un masivo Encuentro Eucarístico en nuestra diócesis, donde expresaremos públicamente nuestro amor a Jesús Sacramentado y le agradeceremos su constante presencial entre nosotros.
8. Todo este año Eucarístico estará también marcado por la petición constante al Señor de vocaciones para la Iglesia. Jesús necesita muchas jóvenes y muchos jóvenes que quieran seguirlos en el celibato apostólico. Pongamos esta petición ante Jesús Sacramentado, cada vez que lo visitemos y lo adoremos.
Queridos hermanas y hermanos.
Si somos fieles a las exigencias del Señor, si buscamos en este tiempo un auténtico crecimiento del amor a Jesús en la Hostia Santa, Dios nuestro Padre derramará sobre todos y cada uno infinitas gracias de amor, de conversiones, de reencuentro de muchos hermanos con la Iglesia verdadera. María, la mujer eucarística, guiará nuestros pasos hacia el amor de su Hijo.
En sus manos amorosas de Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo ponemos el año de gracias que hoy comenzamos a caminar.
San Bernardo, Domingo 17 de Octubre, 29º del tiempo Ordinario.
† Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo