Señor Intendente de la XII Región de Magallanes y Antártica Chilena.
Respetadas Autoridades civiles de los poderes del Estado.
Ilustres visitas.
Muy apreciados hermanos y hermanas en la fe,
Mujeres y hombres de buena voluntad,
El 18 de septiembre de 1810, se dio el primer grito de libertad para nuestra Nación chilena.
Desde entonces ese espacio de libertad ha ido ofreciendo diversas alternativas para que su eco motivador nunca se apague, sino que por el contrario nos haga a todos los habitantes de esta tierra constructores de una Patria verdaderamente libre.
Es el aporte sencillo que los creyentes en Dios y los hombres y mujeres de buena voluntad inspirados en el ejemplo solidario de Cristo Jesús, desean sobre todo entregar ahora en preparación al segundo centenario de ese hecho fundamental de nuestra Patria.
Así se construye este memorial de vida que no sólo recuerda los primeros pasos de libertad sino que desea que este camino nunca se agote, sino que al contrario se ensanche cada vez más.
Se trata de buscar entre todos el camino de la liberación que es encuentro de diversas personas que piensan distinto, pero que desean una Patria en comunión donde todos tengan “pan, respeto y alegría”.
Es lo que nos dice la mesa de la Palabra de Dios en las lecturas que hemos escuchado :
1.- Ser persona verdaderamente libre es estar abierto a todo lo humano. (Filipenses 4,4 – 9).
Según el texto leído de la carta de Pablo a la Comunidad de los Filipenses, parece que los problemas que allí había no eran doctrinales, sino de diversas posturas en lo referente a vivir la fe que profesaban.
Lastimosamente se habían exasperado los ánimos y se había creado una gran división de opiniones.
El apóstol Pablo los anima a no desfallecer en el esfuerzo por dialogar.
De ahí que los anima a reunirse en “asamblea” de oración para presentarle al Señor sus intenciones, sus deseos de unidad y sus agradecimientos por los pasos que se van dando para reforzar dicha unidad, de Patria para todos.
Es en esa actitud orante donde se acentúa para todos el deseo de trabajar por la comunión, de una sola Nación.
El humanismo del que habla Pablo y que es el que asume todo lo bueno y positivo que existe en las persona y grupos, debe ser tomado en cuenta en todo proceso de liberación al sumo bien que reside en Dios de la vida
Es desde El de donde nace toda corriente de bien y que, tomada en cuenta por cada persona, forma la unidad en la construcción de una verdadera sociedad humanista, del Chile que celebra su proceso de libertad como Nación.
2.- Llamados a ser constructores de paz que asegura la libertad de Chile del segundo Centenario
El evangelio proclamado nos presenta el comino de una liberación inagotable, consistente en una doble actitud : por una parte, el proyecto exterior de liberación con personas y hechos muy respetables y, por otra parte la necesidad de un camino y esfuerzo interior y transformador expresado en el camino de las Bienaventuranzas y cuyo eje central es el de los que trabajan por la Paz que se construye con esfuerzo de cada día y de cada época.
Para todo chileno, nacido en esta tierra o llegado de lejanas tierras para cooperar en su desarrollo, la paz a la que se nos llama exige un trabajo constante que implica descubrir lo que se necesita para integrar personas o culturas a la comunión nacional.
La felicidad del camino de las Bienaventuranzas trata de este esfuerzo por descubrir e integrar personas al desarrollo pleno de la libertad.
No se puede construir Chile, dejando personas al margen, sino que por el contrario, los esfuerzos actuales por la solidaridad hace que se eviten las competencias, o las manías de poder.
El chileno servidor de todos y en todo es lo que hoy más se necesita en la formación de una Patria de hermanos y hermanas.
Muy apreciados oyentes : ¡Que la palabra de Dios que es inagotable y que la vamos repitiendo siempre, nos motive a todos hoy en este esfuerzo para vivir Chile de los doscientos años de libertad.
Es ésta una vocación al amor a la Patria.
Sólo así se puede comprender al otro tal como la persona de Cristo, obediente a la voluntad de su Padre, quiso hacerse en todo semejante a nosotros para, así, enseñarnos que el “amor es más fuerte”.
Este es el gesto que deseamos repetir hoy día : vivir la experiencia fundamental de un grupo de personas que desean orar para que el rostro amoroso del Padre Dios se haga historia humana en nuestra vida nacional.
Deseamos avanzar en el camino del amor a toda prueba para seguir construyendo una Patria para todos.
El emblema nacional que hoy brilla más que nunca encierra encierra todo este empeño por la unidad de hombres y mujeres que desean una Patria siempre más libre para amar más.
En efecto : es la Bandera la que nos une en comunión de chilenos y chilenas.
Sus colores son el signo visible de este empeño unitario.
El azul : nos fortalece en nuestro trabajo por la unidad ya que nos asemeja a la unidad existente en Dios.
El blanco : es el trabajo del hoy y aquí, del blanco magallánico que con sus nieves nos dice que este trabajo es puro y transparente.
El rojo : nos une a todos en la sangre derramada como la de Cristo para que se produzca la comunión de amor.
Naturalmente que todos estos símbolos adquieren plenitud en la estrella luminosa que desde el Norte al Sur de Oriente a Occidente nos alumbra a todos con la luz inagotable de la paz y del amor.
En nombre del Señor – Jahvé continuemos en nuestra oración de Acción de Gracias y hagamos con fe y esperanza esta ofrenda de amor que nos une a Cristo y entre nosotros.
Amén.
Septiembre 18 de 2004.