1. El proceso de globalización que caracteriza el nuevo milenio, las crecientes diferencias de desarrollo entre los Estados del mundo y de las Américas, el descenso de la natalidad en numerosos países, los conflictos sociales, los desastres naturales y las crisis económicas que deben soportar muchos pueblos, como también la búsqueda de nuevas expectativas y oportunidades de vida, generan e intensifican la movilidad de las personas en magnitudes cada vez más crecientes y universales.
2. En los países receptores de migrantes, la desinformación, las dificultades socio laborales de los trabajadores locales y la defensa desproporcionada del bienestar adquirido, pueden inducir a la tentación de la intolerancia, la xenofobia y la discriminación hacia las personas migrantes y provocar situaciones de abuso a su dignidad humana y sus derechos sociales y laborales. Esto genera la necesidad de definir políticas públicas migratorias que posibiliten avanzar hacia una mayor gobernabilidad del fenómeno migratorio en un marco de convivencia democrática y equitativa entre los migrantes y los nacionales de cada país.
3. Ante la inminente difusión y discusión pública del documento que recoge una nueva Política Migratoria en Chile, queremos reiterar la permanente disposición de la Iglesia a acompañar todos aquellos esfuerzos dirigidos a generar mejores condiciones de vida para las personas y proponer que la definición y ejecución de una política pública sobre migraciones en nuestro país sea el fruto necesario de la voluntad política y la cooperación de los actores principales del Estado y la sociedad civil, en especial de los miembros de las comunidades cristianas de nuestra Iglesia.
4. Creemos que la gobernabilidad del fenómeno de las migraciones en Chile debería considerar la noción de bien común universal, que abarca a toda la familia humana, como la base principal para la construcción de un país fraterno. Todos los hombres y mujeres deben poder gozar de un justo derecho a migrar como a no-migrar, que comprende el derecho a vivir dignamente con la propia familia, a conservar y desarrollar el propio patrimonio cultural, incluido el patrimonio religioso, y a ser tratado, en toda circunstancia, en forma digna y justa. Asimismo tienen el deber de incorporarse al país al cual emigran, de cultivar su lengua, asumir sus valores y trabajar por su desarrollo. Por otra parte, toda política migratoria debe considerar el bien común y el patrimonio cultural de cada país, el cual debe abrir sus puertas a la migración, siempre que el número de los migrantes y su actitud ante la necesaria integración no le signifiquen al pueblo que los acoge la pérdida de su identidad cultural, sino un enriquecimiento.
5. Queremos proponer que la eventual regulación de los flujos migratorios desde y hacia Chile se defina e implemente en sintonía con la centralidad de la persona. Y con espíritu de generosidad, acogida y solidaridad hacia quienes deciden elegir a nuestro país como su nuevo hogar y lugar de desarrollo personal y familiar.
6. Consideramos necesaria una efectiva solidaridad social ejercida desde los actores gubernamentales, políticos, sociales y religiosos, con el propósito de generar y ofrecer los medios jurídicos, éticos, educacionales, culturales y materiales, para que los migrantes que deciden residir en Chile lo puedan hacer en forma digna, justa y comprometida con el desarrollo del país. Tal solidaridad requiere de actitudes concretas de parte de los migrantes y de los nacionales, expresadas en la generación de espacios de diálogo, de encuentro y mutuo entendimiento. Lo anterior implica que construyamos juntos una cultura de acogida para nuestro país.
7. Una nueva Política Migratoria debería asegurar una nueva institucionalidad migratoria, que permita no sólo establecer cambios normativos que garanticen la tutela de los derechos humanos, sociales, laborales, económicos, políticos y culturales de los extranjeros en nuestro país, sino que además les asegure la libertad personal, el derecho a residir .y permanecer en cualquier parte del país, la "no discriminación", la igualdad de derechos y trato, la integración a los servicios sociales otorgados por el Estado, la reunificación familiar, el derecho a la tutela judicial efectiva y al recurso contra los actos administrativos.
8. Finalmente, consideramos que la ratificación de la Convención Internacional de Naciones Unidas sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares constituye un avance que garantiza una política pública migratoria acorde con los grandes consensos éticos internacionales sobre derechos humanos.
9. Para un cristiano, acoger a los demás no es sólo un acto de solidaridad; es encontrarse con Cristo que espera ser acogido, amado y servido en los hermanos, especialmente en los más pobres y necesitados. Todo cristiano es portador y heredero de la memoria histórica del caminar del Pueblo de Dios, del respeto al forastero y de su compromiso con la hospitalidad, conforme a la Palabra de Dios: "cuando un forastero viene a morar junto a ti, no lo explotarás, lo tratarás como uno de tu propia tierra, como uno de vosotros, lo amarás como a ti mismo, pues también fuisteis forasteros en Egipto" (Lv 19, 33-34). En Cristo, Dios vino personalmente a pedir hospitalidad a los hombres y mujeres del mundo. Quiso nacer en una familia que no encontró alojamiento en Belén (Lc. 2, 6- 7). Y vivió la experiencia del destierro en Egipto (Mt. 2, 14). Jesús, que "no tenía donde reclinar la cabeza" (Mt. 8, 20), pidió hospitalidad. A Zaqueo le dijo: "Hoy tengo que hospedarme en tu casa" (Lc. 19, 5). El llegó a identificarse con el extranjero que necesita hospitalidad y amparo: "Fui forastero y me acogiste" (Mt. 25,35).
Desde esta visión cristiana de la persona, de la vida y de la historia, queremos seguir ejerciendo nuestro servicio de solidaridad hacia los migrantes, más allá de todas las fronteras, y contribuir a la construcción de una humanidad más justa y fraterna.
COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
† Francisco Javier Errázuriz Ossa
Cardenal Arzobispo de Santiago
Presidente
† Gonzalo Duarte García de Cortázar
Obispo de Valparaíso
Vicepresidente
† Manuel Donoso Donoso
Arzobispo de La Serena
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
† Manuel Camilo Vial Risopatrón
Obispo de Temuco
Secretario General
Santiago, 31 de agosto de 2004