Cada año desde 1986, la Iglesia nos invita a una jornada de oración por los Pueblos Indígenas y en especial en nuestra Región por el Pueblo Mapuche. El último domingo del mes de Agosto de cada año, ha sido dedicado a la reflexión, un llamado a la solidaridad. Pero ¿con quién solidarizamos? ¿conocemos realmente al Pueblo Mapuche, a su gente?; ¡yo creo que muy poco! Y no creo equivocarme, qué sabemos de su historia, qué conocemos de sus tradiciones, de su espiritualidad, de sus sentimientos, de sus aspiraciones más profundas, de sus necesidades?.
Para solidarizar con alguien debo primero conocerlo, respetarlo, valorarlo, amarlo, creo estas son condiciones para invocar al Señor para que Él responda nuestras peticiones y que éstas broten de lo más profundo de nuestro corazón (“amarás al Señor tu Dios con todo tú corazón, con toda tú mente, con toda tú alma y al prójimo como a ti mismo”).Vivimos en un tiempo donde lo que importa es el hacer, estamos siempre ocupados, no tenemos tiempo para escuchar, no hay cabida para encontrarse consigo mismo y más difícil aún para acoger al otro. Por eso debemos agradecer a nuestros Obispos que nos llaman a detenernos y nos ayudan a pensar en los demás y en ésta circunstancia a pensar en nuestros hermanos y hermanas mapuche.Recordemos al Papa Juan Pablo Segundo como les trasmitió un mensaje de aliento, de esperanza en la FE cuando les dijo ... “a la luz de la FE en Cristo lograréis que vuestro pueblo, fiel a sus legítimas tradiciones crezca y progrese tanto en lo material, como en lo espiritual, difundiendo así los dones que Dios les ha otorgado”... con agradable sorpresa éste año la prensa tanto hablada como escrita como nunca lo había hecho antes destacó un acontecimiento cultural mapuche. El “Wiñoi Tripantu” celebrado entre el 21 y 24 de Junio pasado, además se reconoció el “Palín” como deporte (que siempre lo ha sido). Son avances que hay que reconocer, pero queda mucho por delante, cuántos valores, cuántos saberes forman parte del acervo cultural mapuche que contribuirían a preservar la vida, la naturaleza, la familia, cuánto nos ayudarían a ser mejores.Permanentemente le doy gracias a Dios Padre por el privilegio que he tenido, por la oportunidad que me ha regalado tan inmerecidamente, el conocer tantas familias, tantas personas mapuche, que me han acogido con cariño en sus casas, que me han honrado con su amistad, que me han enseñado tanto. Cuánta gratitud guardo en mi corazón y como entonces no pedirle al Señor que les bendiga, que los cuide, los proteja de todo mal.Pero al mismo tiempo pidamos por nosotros los no mapuche para que abramos nuestro corazón, que no primen las miradas ideologizadas que nos dividen y en nada contribuyen al bien común, pongamos a Dios en el centro de nuestras vidas, escuchemos a su Hijo Jesucristo; construyamos con un mundo más humano fundado en su mandamiento del amor. Apliquémonos a todos nosotros lo que el Papa dijo en Pampa Ganaderos...