Entrega a la CECH de carta de S.S. Juan Pablo I a las Conferencias de Chile y Argentina sobre situación entre ambos países
A los Obispos de la CECH.
Queridos hermanos en el Señor,
tengo el agrado de enviarles adjunto copia de la carta autógrafa que el Santo Padre Juan Pablo I nos ha dirigido a los Episcopados de Chile y Argentina urgiendo a empeñar nuestros esfuerzos por la paz entre nuestros países.
Esta carta será entregada a la publicidad simultáneamente en Chile y Argentina el día viernes 29 del presente.
Le agradeceré darle la máxima difusión posible.
Procuraré enviarle otros ejemplares de la Declaración Conjunta del día 13 del presente.
Aprovecho de saludarlos con todo afecto en el Señor,
† Francisco de Borja Valenzuela R.
Arzobispo-Obispo de San Felipe
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 27 de septiembre de 1978.
A los miembros de las Conferencias Episcopales de Argentina y Chile
Venerables Hermanos en el Episcopado:
En estos momentos en los que, ante la situación existente entre vuestros respectivos Países, vuestra responsabilidad de Pastores os ha impulsado a pedir a vuestros fieles que trabajen y oren por la paz, deseamos abriros nuestro ánimo de Supremo Pastor y Padre común, para corroborar vuestros esfuerzos en tan meritoria tarea.
En efecto, las presentes circunstancias, con sus tensiones y amenazas, solicitan nuestra atención y mueven nuestro propósito de sensibilizar a todos nuestros hijos y a todas las personas de buena voluntad, para que las diferencias abiertas no exacerben los espíritus y puedan conducir a imprevisibles consecuencias.
Sin entrar en aspectos técnicos, que están fuero de nuestro intento, queremos exhortaros a que, con toda la fuerza moral a vuestra disposición, hagáis obra de pacificación, alentando a todos, Gobernantes y gobernados, hacia metas de entendimiento mutuo y de generosa comprensión para con quienes, por encima de barreras nacionales, son hermanos en humanidad, hijos del mismo Padre, a El unidos por idénticos vínculos religiosos.
Es necesario crear un clima generalizado en el que, depuesta toda actitud belicosa o de animosidad, prevalezcan las razones de la concordia sobre las fuerzas del odio o de la división, que sólo dejan tras de sí huellas destructoras.
Al Príncipe de la paz encomendamos estas intenciones en la plegaria, a la que estamos seguros os asociaréis vosotros y vuestros fieles. Sobre cuantos colaboren en esta magnífica empresa de paz imploramos, con nuestra Bendición Apostólica, la recompensa del Señor.
(fdo.) Joannes Paulus PP. I
Vaticano, 20 de septiembre de 1978