Queridos jóvenes, argentinos y chilenos:
Yo quisiera estar junto a Uds. hoy día, orando, celebrando la Eucaristía y conviviendo con Uds., para expresar así el sentimiento fraternal que une a los Obispos de Chile, de quienes soy el Secretario General, con los Obispos y con el pueblo de la República Argentina.
La noble actitud de los Obispos Argentinos -especialmente los de la Patagonia- para con los chilenos que viven y trabajan en sus territorios, ha comprometido nuestra gratitud.
Hace pocos días, Obispos argentinos y chilenos, en un documento conjunto, exhortábamos a nuestros países a preservar y consolidar la paz, convencidos de que éste es el anhelo más profundo de argentinos y chilenos, y ciertamente la voluntad de Dios.
Pero más significativo aún, porque viene de las bases mismas de nuestros pueblos y lleva en sí la inspiración siempre generosa de la juventud, es este encuentro de Uds. en la frontera que nos une, en medio de nuestra imponente cordillera. Que llegue hasta el Padre común la oración de dos pueblos cuya vocación cristiana y latinoamericana es la de ser hermanos y la de buscar juntos la justicia y la paz en el amor.
Los abraza con mucho afecto en el Señor,
† Bernardino Piñera C.
Obispo Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 22 de septiembre de 1978