Arzobispo de Puerto Montt entregó saludo por nuevo año 2013

Arzobispo de Puerto Montt entregó saludo por nuevo año 2013

Monseñor Cristián Caro destacó desafíos y compromisos en el ámbito eclesial y de la sociedad civil

Viernes 04 de Enero de 2013
¡FELIZ AÑO DEL SEÑOR 2013!

1. Mi saludo de Año Nuevo se dirige a todos, a los fieles católicos y a los que no lo son, pidiendo para cada uno y su familia la bendición conocida como de San Francisco (era la bendición sacerdotal de Aarón y sus sacerdotes a los israelitas, por mandato de Dios en el Antiguo Testamento, cf. Nm 6, 23-27), y que dice así: “El Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro y tenga misericordia de ti, te mire benignamente y te conceda la paz. Así invocarán mi Nombre… y Yo los bendeciré”

La paz, ese don tan deseado, es, según san Agustín, la “tranquilidad en el orden”. Entiende por orden la recta relación del hombre con Dios, de los seres humanos entre sí y con la creación, y con uno mismo. Es estar reconciliado y en amistad con Dios y con todas las creaturas. Debe extenderse a la sociedad entera y a las naciones entre sí. Es un ideal no realizado nunca plenamente, constantemente amenazado por el egoísmo, el orgullo, la ambición, la violencia, las ideas falsas sobre la persona, la vida, el matrimonio, la sexualidad, que llevan al desorden moral. La paz es la plenitud de todos los bienes. Por lo mismo, es un don de Dios –que hay que pedir continuamente- y a la vez, una tarea diaria a nivel personal, familiar y social. Con razón, el Papa Benedicto, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, del 1° de enero de 2013, recuerda la promesa de Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (cf. Mt 5, 9).

2. Importantes desafíos y compromisos nos esperan este año 2013: el Año de la Fe y el III Sínodo Arquidiocesano. Una vez más vale la pena recordar el objetivo del Año de la Fe: “Contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad… Por eso, hoy también es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” (Benedicto XVI, P.F.,7).

Por su parte, el Sínodo, en sintonía con el Año de la fe, pretende fortalecer nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia arquidiocesana, y los vínculos de comunión y participación de todos en el Pueblo de Dios; ayudar a crecer en el conocimiento de las verdades de nuestra fe (a través del estudio del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica) y ahondar nuestra vida de fe (la lectura de la Palabra, la oración, la liturgia y el apostolado) e intensificar la caridad con el prójimo, especialmente hacia los más necesitados y sufrientes.

¿Cómo podrá lograrse todo esto? En primer lugar con la oración ferviente y continua (emplear la oración oficial del Sínodo) en la familia, en las reuniones de catequesis o pastoral, en las celebraciones litúrgicas, a nivel personal. En segundo lugar, dando a conocer el Sínodo, sensibilizando a los que no han oído acerca de él, difundiendo el díptico y material editado. Y, en tercer lugar, a través de la formación de grupos pre-sinodales, que se constituirán a partir de marzo y especialmente durante el Tiempo pascual, para estudiar las fichas (y hacer propuestas) que nos llegarán de parte de la Comisión preparatoria del Sínodo.

Pido encarecidamente a todos, especialmente al clero, consagrados y agentes pastorales, dar a conocer el Sínodo y empezar a formar los grupos pre-sinodales de acuerdo al Reglamento que se les hará llegar.

Esperamos con la gracia de Dios que el Sínodo culmine el año 2014, al cumplirse 75 años de la creación de la diócesis, y sus frutos –espirituales, pastorales y sociales- sean abundantes, para mayor gloria de Dios y salvación de todos.

3. A nivel de la sociedad civil, tendremos un año político centrado en la “carrera presidencial” y parlamentaria (hay elecciones en noviembre). En la agenda legislativa se avecinan importantes discusiones sobre “temas valóricos”, relativos al matrimonio, la familia y la vida. Respecto a los proyectos de “acuerdo de vida en pareja” que pretenden legalizar las uniones de hecho (hetero u homosexual) hay que decir- con la Iglesia- que éstas son consecuencia de comportamientos privados y en ese plano deberían permanecer. Su reconocimiento público o equiparación al matrimonio, y la consiguiente elevación de intereses privados a intereses públicos perjudica a la familia fundada en el matrimonio: no la protege ni incentiva. Mientras en la familia matrimonial existe un compromiso de fidelidad recíproca, de generación y educación de los hijos, que son obligaciones relevantes para la sociedad y exigibles jurídicamente, en las uniones de hecho, en cambio, no hay obligaciones esenciales para con la sociedad, y, al revés, la sociedad asume obligaciones respecto a los que conviven de hecho. Así, la verdadera discriminación es en contra de la familia, fundada en el matrimonio, siendo que la Constitución reconoce a ésta como base de la sociedad.

Confiamos en que los parlamentarios católicos actuarán en coherencia con los principios de nuestra fe, privilegiando la verdad antes que ceder a los grupos de presión.

Reiterando mi oración por todos e invocando la bendición de Dios Uno y Trino, y la protección maternal de la Santísima Virgen María sobre sus familias, les saluda con afecto

+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt
Puerto Montt, 5-6 de diciembre de 2013
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Puerto Montt, 04-01-2013