El 15 de agosto, celebramos la solemnidad de la Asunción de la Virgen. Esta fiesta nos recuerda el triunfo final de María, su glorificación y su redención final en Cuerpo y Alma.
La gran riqueza del calendario litúrgico de nuestra Iglesia, nos ofrece hermosas y variadas celebraciones en honor a nuestra Madre, la Virgen María. De manera especial ponemos mayor énfasis en Adviento y Navidad, participando, además, con gran entusiasmo y devoción en el, ya tradicional, mes de María. Pero, también, el mes de Agosto nos trae algunas fechas importantes que nos dan la posibilidad de expresar nuestra fe, cariño y devoción a la Santísima Virgen.
El 15 de agosto, celebramos la solemnidad de la Asunción de la Virgen (se asocia además con el
Día de la Vida Consagrada ) Esta fiesta nos recuerda el triunfo final de María, su glorificación y su redención final en Cuerpo y Alma.
Es una celebración alegre y llena de esperanza, ya que nos muestra el Don de Dios que lleva a la plenitud de vida a la Virgen María y, al mismo tiempo, se vislumbra nuestro destino de salvación.
Es importante destacar que la Iglesia, a lo largo de su historia, no habla de la muerte de la Virgen sino que de su “dulce dormición” o de su “glorificación”. La Virgen María fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin que se asemejara de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (Apoc. 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte (LG59)
Cabe señalar que el dogma de la Asunción de la Virgen fue definido, después de consultar a los Obispos de todo el mundo, por el Papa Pío XII en 1950.
Lo importante es no olvidar que este día celebramos, juntos en comunidad, el hecho de que María fue llevada al cielo y está junto a su Hijo en el cielo en forma gloriosa. Así esperamos estar nosotros algún día. Vaya, también, en este día un saludo fraternal a las miles de religiosas que celebran su día en esta fecha. Que el Señor las siga bendiciendo en sus múltiples servicios que desempeñan en los diversos rincones de nuestra patria.
Las otras dos festividades, celebradas en agosto, relacionadas directamente con la figura de nuestra querida Madre la Virgen María son la Dedicación de la Basílica Santa María Mayor (5 de agosto) y Fiesta de Santa María Reina (22 de agosto)
Dedicación de la Basílica Santa María Mayor
Al mirar nuestra agenda o nuestro calendario cristiano, nos encontraremos con que en esta fecha, además de celebrar a San Osvaldo y Nieves, aparece con letra marcada en negrita la “Dedicación de la Basílica Santa María Mayor”. ¿Qué significa esto?, sencillamente que se hace memoria a la Virgen María como MADRE DE DIOS. Esa fue la gran proclamación del Concilio de Efeso allá por el año 431 y fruto de esta solemne proclamación, se construyó en la ciudad de Roma la famosa y, a la vez, hermosa Basílica de Santa María llamada “la Mayor” por ser, precisamente una de las más grandes e importantes dedicadas a la Virgen.
Es muy probable que esta fecha pase sin mucha importancia entre los fieles, pero al menos tenemos la oportunidad de recordar siempre este acontecimiento en forma personal o comunitaria cada vez que saludamos a la Virgen con las palabras “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”
Fiesta de Santa María Reina
Ocho días después de la Asunción de la Virgen, celebramos la fiesta de Santa María Reina. Aquí contemplamos a la mujer sencilla de Nazaret, Madre y Sierva de Dios, ensalzada como una Reina y resplandeciente junto al Padre y al Hijo.
Este día tiene mucho sentido rezar, con especial fuerza la hermosa oración de la Salve: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra....”
Como se pueden dar cuenta, el mes de Agosto nos ofrece excelentes momentos para celebrar y venerar a nuestra Madre, la Virgen María, especialmente en las fiestas que he mencionado.
Eduardo Cáceres Contreras
Instituto de Catequesis
Santiago, 09-08-2005