Comentario de Monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago
Nadie puede, ni estadística ni emocionalmente hablando, desmentir que el fútbol es pasión de multitudes. Pero lo que personalmente no había contemplado hasta ahora era el enorme potencial evangelizador del fútbol. Me explico.
Cuando el sábado 11 de junio pasado, la “rojita”, es decir la Selección Nacional de Fútbol sub-veinte, debutaba en el Mundial de Holanda, un párroco, poco previsor del “fixture” mundialista, había organizado una jornada con la catequesis familiar de su parroquia. Catequistas, mamás, papás y sus niños y niñas que se preparan para la primera comunión, acudían religiosamente a eso de las 3 de la tarde (¡fantástica hora!). Hora en que también jugaba la “rojita”.
No sabemos mucho del desarrollo temático de la jornada, pero sí sabemos mucho de lo que sucedía con las interrupciones de algún heraldo con la oreja también atenta a los relatos de la radio: “¡Chile 1 – Honduras 0!” Aplausos. La jornada continuaba. Y luego, la antífona: “¡Chile 2 – Honduras 0!”. Más aplausos y algún tímido “Ce-hache-i”. El responsorio “Chi” era más que pudoroso. No alcanzaba para el “Chi-chi-chi”. Menos para el “le-le-le”. Más bien era mal visto. Total, era apenas 2 a 0 contra Honduras; hermosa nación, con tantas tradiciones, personas maravillosas, pero con poca práctica e historia en el fútbol. Y se veía: Chile apenas 2 goles, Honduras 0.
Y así continuaba la jornada. Todo bien planificado. Lo que no estaba planificado era el heraldo de buenas noticias y los protagonistas de la gesta: “¡Gol de Chile!” Chile, la “rojita” llegaba a una goleada histórica: “Chile 7 goles – Honduras 0!”. Los adjetivos, la alegría, las expresiones de jolgorio hacían palidecer los titulares de esa misma tarde en los medios electrónicos y a los comentaristas deportivos de la televisión, la radio, y para qué decir de los titulares de los diarios del día siguiente. ¡Histórico! ¡Los de la “rojita” a la Selección grande!
El gran párroco y amigo tuvo la genialidad de culminar la jornada con preguntas a las cientos de personas:
- “¿Cuántos son los sacramentos de la Iglesia?”
- “¡SIETE!” Respondían los niños y niñas. Los papás estaban admirados. Y los niños y niñas mencionaban uno por uno.
Y proseguía el párroco amigo:
- “¿Cuántos son los dones del Espíritu Santo?”
- “¡SIETE! Respondían, más entusiasmados. Y luego, uno por uno de los siete dones iban siendo exclamados por las gargantas eufóricas de las niñas y niños.
No faltó la pregunta por la creación:
- “¿En cuántos días Dios Padre creó el mundo, contando el día del descanso?”
- “¡SIETE!”, gritaban los niños y niñas de la catequesis.
Para culminar y para que nunca se les olvidaran estas verdades de nuestra fe a los participantes en la jornada, vino la pregunta para el bronce:
- “¿Cuántos goles le hizo Chile a Honduras?”
- “¡SIETE!” gritaron todos. Era histórico.
Así me lo confidenciaba feliz el amigo párroco el domingo mientras comíamos en la casa parroquial donde habito.
Cosas de la vida… ambos tuvimos que participar en una jornada pastoral de lunes a jueves. Y mientras esperábamos el inicio de la sesión de la tarde del martes 14 de junio, ya habíamos visto el primer tiempo de la “rojita”: España 1 – Chile 0. La sub-veinte, además, con un jugador expulsado por una nueva norma de la FIFA que costará a los futbolistas asimilar mentalmente por la adrenalina propia del fútbol. Pero ese es otro tema.
Nos fuimos todos a los trabajos grupales. Nos fuimos con cierto desaliento. Quizás pensando que con un gol en contra y un jugador menos, sería difícil revertir el resultado. A lo mucho era de esperar un empate, o una derrota por dos goles.
Nada hacía presumir que el sábado precedente se revertiría contra. A la hora del cafecito, no lo podíamos creer: España 7 – Chile 0. No faltan los heraldos chistosos y de malos augurios – a diferencia de los niños de la catequesis familiar- que podrían desde la secretaría de la jornada estar haciéndonos una broma. Pero no lo era. Era la realidad. Un SIETE en contra. Todo a fojas cero. Y todos conectados a internet, por si se trataba de una broma de mal gusto.
Y bueno… esto me otorgó la posibilidad de contar a la Asamblea la referida jornada parroquial del sábado que había organizado y concluido genialmente mi amigo párroco. Entonces, mi pregunta a la Asamblea, bastante desconsolada, fue esta:
- “¿Cuántos son los pecados capitales?”
- Y los participantes contestaron al unísono: SIETE.
Mi amigo párroco ya tiene el tema para su próxima jornada y también los videos de Chile-Honduras y de España-Chile. ¡Gracias fútbol!
+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago
Santiago, 23-06-2005