Diócesis de Osorno celebra 30º aniversario pascua de Mons. Francisco Valdés
A 30 años del fallecimiento del primer pastor diocesano, diversas personas rememoran su figura. Esto, en el marco de la visita a la ciudad del Nuncio Apostólico, Mons. Ivo Scapolo, durante esta semana.
“Quiero manifestar mi agradecimiento a los fieles de Osorno que cada vez más numerosos se han ido incorporando a las filas de la iglesia, militando, escuchando su llamado y comprendiendo cada cual su responsabilidad apostólica como laicos en tantos frentes de trabajo, en la construcción de la Iglesia, en la transformación del mundo”. Las palabras corresponden a una pequeña parte del testamento legado por el Siervo de Dios Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux, primer obispo de Osorno.
En ella se destaca el profundo amor que tuvo el religioso por la diócesis bajo su responsabilidad. Por estos días se espera que ese cariño sea correspondido por la comunidad en la conmemoración de los 30 años de su pascua, el próximo jueves 5 de enero, a las 19.15 horas, en la Catedral “San Mateo”. La celebración tendrá ribetes de suma importancia al ser presidida ésta por el Nuncio Apostólico Mons. Ivo Scapolo, quien visitará especialmente la ciudad para participar de esta y otras actividades pastorales.
Un camino a la santidad
Maximiano María Antonio Miguel, como dicta su partida de bautismo, nació en Santiago en septiembre de 1908. Fue a los 17 años, en el marco de un viaje con sus padres a Europa, donde sintió el llamado de Dios. “Maximiano ya había salido del colegio y allá le dijo a mis padre, sorpresivamente, que quería dedicarse a la Iglesia y al sacerdocio. Mi hermano estaba extraordinariamente dotado de condiciones artísticas e intelectuales: cantaba bonito, era buen tenista, tocaba el piano, pintaba con bastante talento, escribía bien, siempre fue el primer alumno de su curso”, recordaría años más tarde su hermano Gabriel Valdés, fallecido en septiembre de 2011.
Con esas grandes cualidades de las que estaba dotado, Valdés discierne sobre su futuro y, siguiendo la voz del Señor, decidió aceptar su camino de vida como sacerdote, ingresando al Seminario Pío Latinoamericano de Roma, en 1927. Aquel mismo año es aceptado en la Universidad Gregoriana, en la misma ciudad, plantel del que egresa con el grado de Doctor en Filosofía, en 1929. Al año siguiente, influenciado por la espiritualidad de San Francisco de Asís, decide ingresar a la orden de los Hermanos Menores Capuchinos en Baviera, Alemania.
En el país germano recibió la formación franciscana-capuchina. Luego obtuvo varios títulos en el ámbito de la teología y es ordenado sacerdote en Venecia el año 1934. En 1935 se le envía de regreso a Chile para servir en el Vicariato Apostólico de la Araucanía (hoy Diócesis de Villarrica), como misionero. Primeramente se desempeñó como formador y profesor de filosofía en el Seminario Mayor “San Fidel”, en San José de la Mariquina, para luego ser designado vicario parroquial en Boroa y director espiritual de la congregación de las Hermanas Misioneras Catequistas de Boroa.
Entre 1943 y 1956 cumplió labores como párroco en Pucón, años en que ya sorprendía a la gente con sus largas caminatas destinadas a evangelizar en todos los rincones de la Araucanía. A fines de 1955 orientaría sus pasos hacia estas tierras, tras crear el Papa Pío XII la Diócesis de Osorno. Fue nombrando como obispo teniendo como lema episcopal “Señor, tú sabes que te quiero” (Jn 21,17).
Un santo varón
El Padre Enrique Hernández, encargado del Centro de Espiritualidad “Mons. Francisco Valdés”, fue testigo de aquellos primeros años de Monseñor Valdés como responsable de esta jurisdicción eclesial. “A muchos les entusiasmó su manera sencilla y humilde de asumir la voluntad de Dios como autoridad de la Iglesia, sin complicaciones, sin protocolo, como un simple capuchino, vestido como tal, identificándose exteriormente por su pectoral de madera y el anillo episcopal que el Santo Padre le regaló”, señaló.
Un contacto, quizás más cercano con el primer obispo osornino, lo tuvieron Milla Broussaingaray y Olga Burgos, secretaria y asesora doméstica, respectivamente, de Monseñor Francisco Valdés. La primera lo recuerda, sencillamente, como “un santo varón”. “Fue un hombre excepcional. Durante los 22 años que trabajé con él pude dar fe de la sencillez con la que atendía a todo el mundo, ya fueran ricos o pobres. Tenía una estampa que impresionaba y unos ojos cuya profundidad entregaban algo muy especial”, indicó.
Burgos, por su parte, cumplió con labores de cocina, lavado, planchado y otras, por 4 años en la residencia del religioso. “Él era una muy buena persona, con una sencillez increíble para recibir a quien lo visitara. Recuerdo que muchos indigentes pasaban a pedir a su casa y él siempre los invitaba a tomar café. Nunca les dijo que no. Además, era muy trabajador. Estaba todo el día escribiendo en su oficina”, dijo.
Otra faceta es presentada por el Padre Jaime Correa, a quien se le entregó la responsabilidad de reunir los antecedentes para iniciar el proceso de canonización del sacerdote capuchino. “Fue un honor haber sido delegado episcopal para llevar esta causa. Mi investigación se extendió por 3 años (1998-2001), recorriendo 10 diócesis del país y reuniendo el testimonio de 196 testigos. Tuve la fortuna de conocerlo en persona y doy fe que fue un hombre de mucha santidad, del cual Osorno y todo el país debe sentirse realmente orgulloso, más aún considerando que podría ser el primer obispo en la historia de América del Sur en ser declarado beato”, aseguró.
Como se aprecia, son bastantes las expresiones que diversas personas refieren del Siervo de Dios, reconociendo al hombre de Dios que, en la sencillez y serenidad de lo cotidiano, supo ser un fiel testimonio de Cristo, con su vida, palabra y obras. Su pasión por la Iglesia y el servicio prestado a ella, tiene, de todas maneras, su razón de ser en esa fe inquebrantable que tuvo en el Señor y la Virgen María, transformándose en un gran ejemplo de santidad para la comunidad osornina y, en general, para todos quienes tuvieron la gracia de conocerlo, ya sea en persona o por medio del testimonio de su vida.
Fuente: Comunicaciones Osorno
Osorno, 03-01-2012
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