Conferencia de Prensa del Secretario General de la Conferencia Episcopal, Mons. Carlos Camus Larenas
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Conferencia de Prensa del Secretario General de la Conferencia Episcopal, Mons. Carlos Camus Larenas

Fecha: Viernes 11 de Abril de 1975
Pais: Chile
Ciudad: s/r
Autor: Mons. Carlos Camus Larenas

Periodista: Recién estábamos comentando que la Conferencia Episcopal el año pasado tenía un carácter más llamativo, más en el plano nacional-internacional, con la famosa declaración del 24 de abril. Este año la Asamblea pasó casi del todo desapercibida. ¿Qué había, qué ha pasado respecto al año pasado y a este año?

Mons. Camus: Yo no creo que haya pasado desapercibida; más bien es cuestión de Uds. los periodistas que no se enteraron, y el año pasado parece que andaban más inquietos por llegar. Así es que nosotros la celebramos siempre en el mismo lugar y nunca hacemos propaganda por iniciativa propia. Naturalmente que el año pasado había una cantidad de problemas muy candentes; y este año las cosas se han analizado, si se quiere, más serenamente, más tranquilamente, y yo diría que también más profundamente.

Periodista: ¿Cuáles fueron los temas?
Mons. Camus: Los temas... La Conferencia estaba planeada en tres partes. La primera parte era una evaluación, un estudio de la realidad que vive el país, para saber cuál es la posición de la Iglesia desde su punto de vista, punto de vista del Evangelio, punto de vista pastoral. La segunda parte, que fue más larga y la que se trabajó más profundamente y en la cual participaron también algunos sacerdotes invitados, era una revisión de las prioridades pastorales, orientaciones pastorales, que desde 1968 estábamos trabajando y que después de 7 años, y sobre todo después del Sínodo de Roma, nos parecía útil revisar, evaluar y sacar nuevas orientaciones, que no son totalmente nuevas porque muchas confirman lo antiguo, pero que tienen modalidades nuevas. Ese fue un trabajo que duró dos días y medio. La última parte fue la elaboración o preparación de documentos y el estudio de, más bien, problemas internos de nuestra vida de Iglesia; hay lo que nosotros llamamos asuntos varios, o sea que había muchas cosas, había 47 puntos de miles de cosas, por ejemplo, problemas de relaciones en el CELAM, en organismos de Iglesia; y cosas chicas a veces, pero importantes; entonces, una especie de reunión que es muy entretenida por la variedad de cosas, pero que es imposible detallar. Esa es la línea central.

Periodista: De acuerdo a esta relación que Ud. hacía, desde el punto de vista de la Iglesia, ¿cuál fue el parecer de los concurrentes respecto a la situación que vive en estos momentos nuestro país?

Mons. Camus: Había una preocupación muy seria por lo económico. Nosotros no somos economistas, pero somos Pastores; entonces nos preocupa todo el problema en sus consecuencias morales. Lo que significa la cesantía, lo que significa la pobreza, todo el problema de los niños que andan dando vueltas por las calles pidiendo limosna, de los aumentos de los vicios precisamente por problemas económicos, agravados en el Norte Chico por el terremoto que, Uds. saben, se le ha dado poca importancia, y que fue más grave de lo que se creía. Las zonas de extrema pobreza que se han señalado en estudios técnicos y las comprobaciones concretas que se hacen a través de las realidades que se viven en las parroquias. Entonces, la organización de sistemas de ayuda, de fraternidad, y también la posibilidad de estudiar una cosa más amplia, una ayuda de más envergadura. Ese fue el cuadro general.

Periodista: Hay un problema que en este momento discuten en Alemania. El Presidente Pinochet dijo, en Punta Arenas, que van a dejar en libertad a todos los presos políticos si pueden encontrar países que los acepten... ¿Cuál es la posición de la Iglesia respecto a todos los problemas de los presos que hay en el país?

Mons. Camus: Yo creo que es evidente que la expulsión del país, sobre todo a los que no tienen una profesión técnica o capacidad para desempeñarse en otros países, no solamente por el idioma, sino por la educación o la edad, de encontrar trabajo, es un problema grave, que muchas veces crea divisiones familiares, separaciones, que desde el punto de vista de la Iglesia y desde el punto de vista moral es bien grave. Por eso a nosotros siempre nos preocupa esta situación. En el contexto mundial hay un departamento que está tomando mucho auge, que es el Departamento de Migraciones, porque en Europa se da el caso que salen a trabajar de España, de Grecia, de Italia, Yugoslavia, y que van al sector nórdico, por problemas económicos; y el desarraigo de su país, la separación de sus familias crea un problema muy serio, desde el punto de vista de la atención espiritual también. Ahora nosotros, se da todavía el caso más grave, porque van más lejos y sin una preparación previa, sino que tienen que salir de la noche a la mañana, se les crean problemas muy serios... El chileno es querendón de su tierra, a pesar de que somos “patiperros”, pero se echa de menos; y cuando no se puede salir con toda la familia y no se tiene una adaptación previa, es un problema moral grave. Por eso, yo pienso que el Comité de Paz ha estado ayudando a los que piden salir, pero en lo posible a los que pueden quedarse les recomienda que se queden, porque no basta solamente solucionar el problema económico o de libertad, sino que también hay que tomar en cuenta todo el contexto de lo familiar, y eso es grave.

Periodista: ¿Existe la posibilidad de que la Iglesia haga gestiones ante el Gobierno para que parte de los presos puedan quedarse en el país?

Mons. Camus: Diálogo hay permanentemente. Ahora, no está en las manos de la Iglesia la decisión.

Periodista: Ud. dijo que este año se hizo hincapié en la situación económica del país; pero el año pasado, si mal no recuerdo, se centró la cuestión en que Chile vivía un clima de inseguridad, de terror. ¿Ud. cree que en el transcurso de este año se ha superado esta situación?

Mons. Camus: En parte sí, pero yo no estoy satisfecho, yo creo que se podría todavía mejorar mucho y creo que en ese sentido van las nuevas medidas que parece que se van a tomar. Yo creo que eso ayudaría mucho a mejorar también la imagen externa y a solucionar muchos problemas.

Periodista: En relación con el problema económico, se sabe de la existencia de una gran cantidad de comedores, de ayuda fraterna. Yo quisiera saber si alcanza la ayuda, a cuántas personas se ayuda en estos momentos, qué cifra alcanza en la provincia de Santiago, que parece ser donde funciona la mayor cantidad.

Mons. Camus: Las cifras exactas no las tengo, porque todos los días están naciendo otros nuevos. Cuando nos fuimos a Punta de Tralca había más de cien comedores infantiles en Santiago; ahora deben haber aumentado porque esta iniciativa es contagiosa. Entonces, van naciendo en cada Parroquia, en cada población, y a veces no se sabe que existen cuando ya llevan unos días o meses funcionando, porque estas son iniciativas que se van creando de a poco; y también están brotando en todas las provincias.

Periodista: ¿Eso alcanza sólo a los niños, o también se ayuda así a adultos?

Mons. Camus: Fundamentalmente, la idea primera fue para los niños que no van a la escuela, o sea, entre los dos y los cinco años de edad; eran los niños que no tenían alimentación escolar y que están en la edad crítica del desarrollo en que una deficiencia alimenticia puede ser de consecuencias muy graves. Pero en la práctica llegan de todo, porque la posibilidad de comer algo, un poquito más... Van los niñitos acompañados por los niños mayores y a veces por las mamás, van a ayudar a preparar las cosas y entonces aprovechan ellos también. La extensión es mayor de lo que se pensó en un comienzo. Eran para los niños que no van a la escuela, esa era la idea primitiva; en la práctica llega a muchos otros.

Periodista: ¿Ud. cree que, según plantea la Iglesia el problema hoy día económico, el sector católico en nuestro país está aunando esfuerzos, o existe una división de la familia cristiana, y hay ciertos que están conscientes del problema y hay otros que son indiferentes y siguen siendo los católicos tradicionales?

Mons. Camus: Sin hacer un juicio así tan general, puede parecer como más bien. una actitud negativa; generalmente la Iglesia, en vez de recriminar, prefiere invitar, sobre todo -lo que dice el Cardenal el Jueves Santo- invitar a la conciencia de los católicos, que son la inmensa mayoría en Chile, a que compartan y que el dar no sea solamente una limosna para tranquilizar la conciencia, sino compartir lo que se tiene, de tal manera que se dé algo más de lo superfluo, algo que cueste, que duela, que signifique una preocupación con los que necesitan. En ese sentido creo que la situación misma económica deja mucha libertad: el que quiere ser egoísta puede ser egoísta, entonces obliga a que haya mucha más conciencia, porque uno ve que todavía hay gastos como si estuviéramos en abundancia, un pequeño sector. En las vacaciones de este verano se vio en la costa, y se ve en los lugares de entretención que se gasta. Entonces, quiero decir que hay muchos que no se dan cuenta; y especialmente en la juventud es importante marcar esto, porque el que ha vivido toda la vida en comodidad, que nunca ha conocido la pobreza de cerca, no está sensibilizado para esto. Entonces, es muy importante que la juventud se acerque a las poblaciones, se acerque, tenga contacto, para que vean muy de cerca la necesidad; y los jóvenes siempre son generosos, aunque estén a veces en un ambiente muy materialista; el joven tiene algo que siempre le hace ser muy generoso. Por eso todo lo que sea acercar a la juventud a las poblaciones siempre es una cosa muy positiva. Yo creo que está despertando la conciencia; hay algunos que son egoístas, pero pienso que hay un gran sector que está sensibilizándose y están compartiendo. Lo que ha servido mucho -claro que Dios saca bienes de males- pero ha servido mucho esta situación para volver otra vez a vitalizar las organizaciones de caridad que estaban un poco descuidadas, y entonces han brotado muchas iniciativas. También, en este sentido, la Iglesia no tiene organizado esto, sino que más bien ha sido como un despertar espontáneo, y esto es bueno porque indica mucha mayor riqueza de iniciativa. También es importante: hay parroquias, especialmente del barrio alto, que organizan, recogen todo lo que pueden en ropa y alimentos y los entregan a las parroquias de las poblaciones. Para que la entrega no sea con un sentido paternalista, que muchas veces le falta como disposiciones psicológicas para no herir, para no ofender, es muy importante que los que repartan sean los mismos que necesitan, la misma comunidad de la parroquia pobre que conoce mejor las necesidades. En ese sentido se va afinando la caridad, pero, claro, estamos recién empezando, hay mucho por hacer todavía.

Periodista: La declaración del año pasado fue firmada por la mayoría de los Obispos y no por unanimidad. Esto se ha tomado como una posible división de los Obispos frente a la situación del país. La declaración de este año ¿fue firmada por unanimidad?

Mons. Camus: Resulta que no hay ninguna declaración todavía. Hay un estudio de un documento que va a ser más profundo y por eso todavía no está terminado. Se tiene las ideas centrales, pero hay que redactar y discutir los puntos en discrepancia. El año pasado la declaración fue de todo el Episcopado; lo que pasa es que normalmente la firma el Presidente y el Secretario. Se dijo después que algunos no estaban de acuerdo; más bien ésa es una interpretación que se dio por documentos posteriores, declaraciones personales; pero en el momento que se entregó, era la declaración oficial de la Iglesia Católica de Chile. En ese sentido se entregó así. Respecto a la división del Episcopado, yo creo que hay que ser muy francos, muy claros. Yo creo que a veces se enfoca con un criterio político: siempre en los partidos políticos, en las organizaciones políticas, una discrepancia se considera como un germen de división. En el Episcopado es otro el enfoque; cuesta explicarlo porque parte de una dimensión de fe y pastoral. Por ejemplo, yo puedo decir que la amistad y el clima en que trabajamos fue muy grande, lo pudieron comprobar los sacerdotes invitados; hay mucha cordialidad, mucha fraternidad, por una razón muy sencilla: porque ahí nadie va por intereses personales, todos estamos trabajando por un mismo ideal. Ahora, la parte doctrinal, o sea la doctrina de la Iglesia: en la doctrina de la Iglesia, en las consecuencias del Evangelio no puede haber discrepancias, porque tenemos la misma fuente de formación. En lo que hay discrepancia -y creo que es normal que las haya, y nadie se escandaliza de ello- es en la apreciación de la realidad. En Chile todo el mundo está acostumbrado a pensar y tenemos una cultura política muy antigua, de tal manera que hasta las personas sencillas, con muy poca formación, tienen ideas muy claras en materia de participación política, y hay grandes corrientes de opinión y grandes diferencias de apreciación de la realidad. Sería muy raro que 24 ó 30 personas -porque los Obispos somos 30 contando a los auxiliares- que 30 chilenos de distintos lugares de Chile se juntaran y estuvieran de acuerdo: sería muy sospechoso, quiere decir que no hay libertad. Así es que, que haya discrepancias en la apreciación de la realidad, oportunidad de decir ciertas cosas en el enfoque, en las consecuencias que puede tener una frase u otra según sea utilizada... Porque uno tiene que cuidar, no sólo lo que dice, sino lo que tiene que entender y cómo lo van a manipular después: es un problema muy conocido por Uds. los periodistas. Entonces, es normal que frente a eso haya discrepancias; pero yo hago la diferencia entre discrepar y estar divididos: es totalmente distinto.

Periodista: Pero, ¿no cree que esa situación que se hace pública puede dar una nueva confusión a los fieles?

Mons. Camus: Sí, creo que de eso conversamos porque uno tiene una responsabilidad. Cuando uno da una opinión en público tiene que pensar que no solamente es una opinión personal sino que tiene una influencia precisamente por el papel que un Obispo tiene y que hoy día, con las comunicaciones sociales tan desarrolladas, no es como antes que cada uno hablaba en un lugar de la tierra y la noticia llegaba a pocos kilómetros a la redonda. Hoy día, lo que uno diga en un rincón del mundo repercute inmediatamente en todo el mundo. Entonces es evidente que hay que pensar por lo menos en tener un consenso en lo más importante; y cuando uno tiene una opinión divergente, bueno, si es demasiado divergente, que se la guarde para su fuero personal, sus íntimos, pero que no provoque confusiones, porque eso sí que es muy dañino, creo que hace mucho daño y se presta para manipulaciones.

Periodista: Mons. Camus, ¿qué elementos concretos de la realidad son los que provocan mayor discrepancia entre los fieles de la Iglesia Chilena?

Mons. Camus: Qué elemento concreto de la realidad. Yo creo que es el enfoque global, es la apreciación. Es decir: uno puede, por ejemplo, decir: la situación, como está, está mejor que antes o está peor que antes, favorece más la vida cristiana o dificulta la vida cristiana. Está disminuyendo el odio o está creciendo el odio; vamos caminando hacia un camino positivo o vamos caminando hacia un camino más deteriorado. Una mirada de conjunto depende un poquito del criterio de cada uno, de la formación que ha tenido, de las circunstancias que vive; influye mucho, por ejemplo, el que vive en un medio intelectual tendrá más preocupación por el problema ideológico, el que trabaja en la Universidad, el que vive en una población obrera su principal preocupación es la económica, lo inmediato; el que vive en el sector de clase alta escucha más bien el estilo o la crítica que normalmente se escucha en ese sector, o en ese nivel; y entonces uno normalmente está influenciado, no digo que está determinado totalmente, porque negaríamos la libertad del hombre, pero está influencia do por el medio en que vive, por esas opiniones que generalmente escucha; y en ese sentido se reflejan opiniones cuando se juntan tres o cuatro personas a conversar. Uds. saben que en Chile se juntan en cualquier fiesta familiar, a lo que sea, 6 ó 7 personas, y se arma una discusión inmediatamente. Yo creo que eso mismo sucede entre los Obispos, en un ambiente mucho más fraternal, con un punto de referencia también común, porque está el Evangelio que es para todos igual, pero con las diferencias normales que tienen que haber entre personas que tienen autonomía para pensar. Y en este sentido nosotros somos mucho más democráticos de lo que generalmente se cree: se piensa que la Iglesia, porque tiene una doctrina, porque tiene un dogma, todos estamos obligados a pensar lo mismo, y la verdad es que no. En lo central, en lo fundamental, lo que nos dejó Jesucristo, evidente que pensamos todos igual. Pero cuando entran apreciaciones concretas, es normal que una persona tenga derecho a tener su propia opinión, su propio juicio.

Periodista: Uno de los temas dice “evaluación de la realidad del país para saber cuál es la posición de la Iglesia”. ¿Cómo se puede resumir esta posición de la Iglesia?

Mons. Camus: Eso lo sacamos en las orientaciones pastorales, y tengo aquí 5 puntos que son como los claves. El primero dice: lograr que la Iglesia, animada por el espíritu de Jesucristo, desligada de todo poder, abierta a los hombres y solidaria con los pobres y los que sufren, viva el Evangelio y lo anuncie a todos los hombres. Este es como una línea general: de aquí salen una cantidad de consecuencias prácticas. La segunda línea era formar personal apostólico capaz de crear comunidades y de evangelizar sus propios ambientes; se vio que una de las deficiencias más serias es la falta de formación profunda de nuestros militantes cristianos (ejemplo: formar líderes obreros, campesinos, estudiantes, agentes de comunidad cristiana donde no hay sacerdotes, animadores, laicos, diáconos, etc., religiosas que han ido a trabajar a las poblaciones, etc.). Esa línea se va a reforzar mucho, es una línea pastoral. El tercer objetivo era dar una atención preferente a la juventud. Nosotros cometimos un error: descuidamos la juventud; yo creo que por ahí por el año 1967, se dio una prioridad a los adultos, pensando que el adulto era el hombre más comprometido, que por lo tanto tenía mayores responsabilidades; pero creo que el joven, si bien tiene menos responsabilidad concreta en el momento presente, está en la edad, en la época más receptiva y donde tiene mayor generosidad. Por lo tanto, es una inversión a largo plazo pero que interesa mucho; formar una personalidad cristiana en un joven es tener después un cristiano para toda la vida. Entonces vamos a insistir mucho... Ahora, ha ocurrido algo bien curioso: los jóvenes que nosotros descuidamos se han organizado espontáneamente y han nacido muchos grupos de juventud solos, sin sacerdote asesor, sin nadie, que buscaban el Evangelio a su manera: algunos un poco a lo hippie con el Super Star, otros se fueron por el lado político cuando confundieron con el Che Guevara... Los jóvenes buscaron a Cristo cada uno como les gustaba, a su manera, pero en el fondo tenían hambre de Dios; y entonces ahora, nosotros nos hemos propuesto apoyar eso, estimularlo, sin quitarles la iniciativa a los jóvenes, porque eso es muy importante. Nosotros pensamos, junto con lo que dice el Papa, que los mejores evangelizadores del ambiente juvenil son los propios jóvenes. Pero, claro, hay que darles herramientas, y la herramienta supone una doctrina, espiritualidad, atención, servicio, facilidades, apoyo, en una palabra. Esa era la tercera prioridad. La cuarta es reafirmar el magisterio de la Iglesia, especialmente sus enseñanzas sociales, para animar toda la vida de la sociedad con los criterios del Evangelio. En ese sentido hemos estado sacando folletos, y vamos a sacar mucho más material de distinto tipo, pero especialmente cosas asequibles: por ejemplo, pensamos un texto de enseñanza secundaria sobre lo que son las enseñanzas sociales de la Iglesia, lo que es el humanismo cristiano. Porque nos hemos dado cuenta que hay una ignorancia inmensa sobre esto. Mucha gente pasó una juventud sin formación y por eso se escucha opiniones de católicos que realmente ignoran lo que ha dicho la Iglesia en los últimos 20 años; y entonces, por ignorancia, se tienen posiciones que son anticristianas, especialmente en la filosofía económica y en las actitudes sociales. Nosotros queremos, entonces, reafirmar el magisterio y hacerlo autorizadamente, porque muchos hablan a nombre de la Iglesia sin conocer y sin tener autoridad; entonces queremos hacer publicaciones oficiales, con el pensamiento oficial de la Iglesia que se manifiesta en los documentos del Papa, en el Concilio, que ha sido muy poco conocido. Uno lee a veces un trozo del Concilio y le dicen que es comunista, y es la palabra oficial de la Iglesia, en el documento de Medellín, en el último Sínodo de Obispos. En fin, la doctrina oficial de la Iglesia es muy poco conocida y por eso la vamos a reafirmar. Y por último, una cosa que les interesa mucho a Uds., que es activar la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación social, porque no sacamos nada con atender a los cristianos que van a misa, cuando la inmensa mayoría de Chile que es católica no practica, por muchas razones; y a ellos, la única manera de llegar es por los Medios de Comunicación Social. Entonces vamos a hacer un esfuerzo. No depende de nosotros, porque Uds. saben que esto es caro también. Muchas veces uno consigue por amistad con los periodistas que nos den una noticia, pero muchas veces no nos dan las noticias como nosotros quisiéramos y en la totalidad que nosotros quisiéramos. Entonces tenemos que organizar nuestro propio sistema de comunicaciones para poder llegar; y en ese sentido estamos muy preocupados, porque se distorsiona mucho la opinión de la Iglesia; y muchas veces un sacerdote opina por ahí lo que de ninguna manera es la posición de la Iglesia y la gente cree que por ser sacerdote está hablando lo que piensa toda la Iglesia. Por eso tenemos mucha preocupación por que la voz oficial de la Iglesia sea escuchada.

Periodista: Mons. Camus, los otros periodistas han preguntado sobre diferencias entre los Obispos; yo quisiera preguntar si existen discrepancias entre el clero y la jerarquía de la Iglesia, como existen en España, por ejemplo.

Mons. Camus: Yo creo que hoy día es menos que antes. Hubo un momento en que se produjo la crisis generacional, y especialmente en la época un poco anterior al Concilio y en el Concilio mismo se produjo como un cambio de eclesiología. Muchos se quedaron con la formación antigua y no se pusieron al día, yeso produjo una dificultad; pero hoy día es mucho menor y cada vez va siendo menos, porque vamos haciendo cursos de puesta al día -aggiornamento, dicen los italianos-; entonces vamos comprendiendo mejor los cambios, que los cambios no son cosas de modas, cosas superficiales, sino que es una mayor profundidad en la doctrina más tradicional de la Iglesia. Porque uno lee los Santos Padres y lee los documentos más antiguos que los del siglo pasado y se encuentra con cosas que se habían descuidado, y entonces generalmente los cambios son para volver a la fuente primitiva. Y en ese sentido yo creo que hoy día con el clero tenemos mucha más unión que la que teníamos antes. No creo que se dé el caso que Ud. señalaba de España; que no conozco España como para dar un juicio.

Periodista: (Explica una situación de prohibición en España. No se entiende la pregunta).

Mons. Camus: Sí, pero esa prohibición estaba autorizada por el Cardenal Tarancón, o sea, que no era un problema de la jerarquía con los sacerdotes, sino que era un problema con las autoridades civiles. A mí no me gusta mucho opinar de otros países, porque nosotros reclamamos mucho cuando opinan sobre Chile: entonces tenemos que ser consecuentes.

Periodista: Esa mayor unidad se produjo luego de la salida de sacerdotes después del 11 de Septiembre... (no se entiende bien la pregunta).

Mons. Camus: Es cierto, salieron no sé si son un poco más de 70; no son tantos tampoco como se ha dicho, no es cierto... Es cierto, pero creo que también ha habido más reflexión. Al principio pasó como un encandilamiento: las ideas nuevas, tanta profusión de mensajes, tanta confusión... la gente se desorienta; yeso les pasó a todos, no solamente a los sacerdotes, sino también a otras personas, a los sociólogos, a los sicólogos, a los líderes sindicales. Ahora ha habido más tiempo para pensar; entonces hay más reflexión, más profundidad; yo creo que en este sentido las cosas se analizan con más tranquilidad también. Nosotros mismos: este año nuestra discusión fue más a los problemas de fondo. Creo que el documento que vamos a sacar va a ser un documento de reflexión seria sobre la posición de la Iglesia sobre materia económico-social, materia de alta política; y aquí hay que distinguir, porque muchas veces se dice “la Iglesia se mete en política”; y bueno, si por política entendemos la preocupación del hombre en sociedad, evidente que es tarea de la Iglesia, porque cómo puede descuidar al hombre y a la sociedad formada por hombres. Pero si por política se entienden la politiquería, qué sé yo, los pasillos, los enredos, las cosas muy concretas, creo que no es campo de la Iglesia. Pero muchas veces se produce una gran confusión. Si la Iglesia no hablara de las cosas que tocan la moral, prácticamente estaría encerrada en las sacristías, sería una Iglesia que se habría olvidado que Cristo vino al mundo y que compartió la vida de los hombres. A veces quieren que la Iglesia no hable de aquello en que no es especialista; los economistas dicen que la Iglesia no puede hablar de materias económico-sociales porque no es especialista en economía; los médicos dicen, la Iglesia no puede hablar de materias de medicina porque no es especialista en medicina; pero nosotros decimos: el problema del trato de los salarios, por ejemplo, no es solamente un problema económico, es un problema moral; el problema del aborto, el problema de la limitación de la familia no es sólo un problema de medicina, es un problema moral también. Entonces, en la medida en que toca a la moral, la Iglesia tiene que hablar de todo eso, claro, desde el punto de vista de la Iglesia; pero algunos querrían que lo único que la Iglesia hiciera fuera hablar en latín si es posible, y bautizar, y nada más: no tocar ningún tema candente, que es mucho más cómodo para nosotros, pero yo creo que sería una cobardía imperdonable.

Periodista: ¿Cuál es el criterio de la Iglesia frente al problema de los Derechos Humanos que tanto se discute ahora?

Mons. Camus: El criterio de la Iglesia chilena es el mismo de la Iglesia universal. En el último Sínodo de Obispos, hubo un mensaje a todo el mundo sobre los Derechos Humanos, yeso se proclamó desde Roma por el Papa y por todos los Obispos presentes, y es el criterio de siempre. La Iglesia defiende al hombre y, por ejemplo, la Iglesia siempre va a ser contraria a la venganza, nunca será lícito para conseguir un fin bueno usar medios inadecuados. Se proclamaron una cantidad de derechos del hombre que no pueden ser vulnerados. Por ejemplo, volviendo al tema ese que decíamos del aborto, de la esterilización, yo creo que están cometiendo crímenes tremendos y una falta de respeto muy grande... a Uds. que son periodistas mujeres, en este año de la Mujer... Uno de los derechos de la mujer no es solamente vivir sino comunicar la vida, y muchas veces por razones económicas se la esteriliza sin consultada siquiera, y resulta tan presionada que al final resulta una falta de respeto. Hoy día Uds. saben, cuando se ha hablado de la mujer objeto, es curioso en Estados Unidos cómo se ha limitado la familia y cómo habían organizado una institución que estaba importando madres embarazadas para vender niños adoptivos... Son cosas tan inhumanas y, si la Iglesia no habla de esas cosas, entonces está en las nubes. Muchos quisieran que la Iglesia estuviera en las nubes para que no les molestara los bolsillos, pero no les vamos a hacer el juego.

Periodista: En el terreno contingente actual en Chile, ¿Ud. cree que se ha producido una novedad en cuanto a los derechos humanos desde hace un año a la fecha, desde la última declaración del Episcopado?

Mons. Camus: Yo creo que ha habido cambios, sí. Ahora el problema es éste: cada cosa que uno dice es utilizada por los periodistas, y aquí les pego un palo a Uds.; y a veces no por Uds. sino por los diarios donde mandan las noticias, con un criterio inmensamente partidista. En el extranjero he visto una distorsión de las noticias realmente impresionante, y por eso ahora uno es más cauto para hablar, porque realmente cuando una noticia se exagera, se multiplica, en el fondo uno nunca sabe qué consecuencias va a tener. En este momento en que vivimos una situación económica tan dura, tan difícil, con tanta miseria en el pueblo, un perjuicio económico a los créditos de Chile, una postergación de los créditos del Club de París o de los EE.UU. significa en el fondo -aunque la intención de algunos puede ser de un castigo, de una presión política sobre el gobierno-, en el fondo significa mayor hambre para el pueblo. Yo recuerdo, cuando estábamos en la Conferencia Episcopal de La Serena, hace varios años, recibimos una comunicación de los Obispos de Cuba que nos pedían que, por el hambre que estaba pasando el pueblo, nosotros pidiéramos la supresión del bloqueo a Cuba; la pedimos, hace varios años, pero eso no significa que nosotros estemos de acuerdo con el sistema político del gobierno de Cuba: no nos metemos en ese problema, nosotros simplemente decimos: el bloqueo a Cuba, como fue el bloqueo a España en el tiempo después de la guerra, en el fondo es hambre para una inmensa cantidad de inocentes. No se consigue nada, no se castiga a un gobierno con ese sistema; quizás los políticos podrán discutirlo, pero yo pienso que no, que los gobiernos con ese sistema se endurecen más y quieren como una mayor justificación de sus posiciones; entonces el bloqueo significa una condenación a los más inocentes, a los más pobres.

Periodista: ¿Eso quiere decir que la Iglesia, entonces, considera hasta cierto punto que en Chile estaríamos un tanto bloqueados?

Mons. Camus: Sí, las noticias que llegan son muy claras. Yo no puedo opinar sino a través de las noticias que Uds. mismos dan. Parece que sí, y yo creo entonces que si nosotros nos preocupamos de pedir que no se bloqueara a Cuba, con mucha mayor razón nos interesa nuestro pueblo; entonces nos preocupa muchísimo que, por una falta de ayuda oportuna económica -en esto Uds. pueden hacer mucho y se lo estoy diciendo especialmente a los corresponsales extranjeros- que vaya a provocar angustia, una situación de hambre al pueblo, no es lícito, aun si quisiéramos utilizar el hambre como instrumento de revolución o de guerra, no es lícito usar un medio malo, un medio así tan duro como es el hambre, para un fin político; aunque estén muy convencidos de la bondad de una causa, éticamente no es lícito. Nosotros por ningún motivo... el año pasado nos comunicamos con los Obispos de EE.UU., con los de Canadá, pidiéndoles que por ningún motivo ellos vayan a sugerir a sus Departamentos o a sus cristianos que estén en los departamentos políticos o económicos de los gobiernos, una sanción económica a Chile, porque sabemos que eso es hambre para el pueblo. No hay derecho, ¿no es cierto? Creo que Uds. conocen muy bien la situación y, como nunca, estamos pasando por una situación tan dura, y no se puede agravar esa situación. Ahora, la responsabilidad del uso de esos fondos de ayuda ya corresponde a los economistas: ellos verán cómo hacerlo en la forma que favorezca más; y nosotros también veremos de decir cuando esa plata no esté llegando a ayudar realmente a los más pobres; cuando hay una política económica que nos parezca que no sea la más justa, también tenemos obligación de decirlo. Pero cortar la ayuda económica contra Chile en estos momentos no es una medida económica contra el Gobierno sino una medida contra el pueblo, yeso hay que decirlo, creo que muy fuerte. Y por eso, si nosotros vamos a empezar a hacer una declaración que la van a usar después como presión económica, nos parece que estaríamos haciendo un daño inmenso.

Periodista: Denantes Ud. dijo que había un diálogo permanente con el Gobierno. En estos momentos, según esta reunión que tuvieron Uds. en Punta de Tralca, este diálogo ¿está acentuado a tocar el problema económico o le da preferencia a tocar el problema de los derechos humanos?

Mons. Camus: Yo creo que todo, a medida que se va presentando.

Periodista: Pero, ¿no hay un matiz especial?

Mons. Camus: Depende con quién habla; si habla con el Ministro de Hacienda le toca ver problemas económicos...

Periodista: Pero como conducta que refleje la Iglesia…

Mons. Camus: Mire, el problema económico afecta a mucha más gente... en ese sentido es mucho más amplio y tiene mayor resonancia porque lo padece el 80% de los chilenos. En cambio, el problema de los detenidos o el problema carcelario o político afecta a un grupo más reducido, pero es un problema mucho más concreto. Entonces, es evidente que cuando hay un problema así, se toca mucho más lo inmediato. Entonces, preguntarle a uno qué es lo más importante es preguntarle con qué pierna camina más firme, si con la derecha, o con la izquierda, o con las dos. Todo va unido; yo creo que la situación económica también está influenciada por la situación política, o al revés, ¿no es cierto? Así es que no se puede tocar un problema si no se tocan todos. Ahora, es evidente que nosotros los tocamos, y esto es muy importante, no desde el punto de vista político, sino desde el punto de vista moral; y en ese aspecto estamos en nuestro derecho y en nuestro deber y en nuestra obligación; y si no nos preocupáramos de eso, seríamos realmente angelicales en el mal sentido de la palabra.

Periodista: (Pregunta sobre el trabajo de la Iglesia en los campos de detenidos...)

Mons. Camus: Sí, yo creo que la Iglesia ha hecho una labor bastante grande, al principio muy desordenada y ahora ya mucho mejor organizada. Son muchos los que han recibido la ayuda y en forma muy diversa, desde pagarles el pasaje a algunos.

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Periodista: ¿Están conscientes los Obispos de la táctica del MIR de coparlos con problemas de personas que necesitan ayuda, los que muchas veces no son reales, para mantenerlos sensibilizados?

Mons. Camus: Es posible que haya algunos abusos, pero es un porcentaje mínimo; la mayor parte de los problemas son reales y las personas que acuden a nosotros buscan encontrar a un hijo desaparecido.

Periodista: El Partido Demócratacristiano acaba de hacer una reunión clandestina en que calificó al actual Gobierno de una dictadura intolerable. ¿Está de acuerdo Ud. con esta opinión, participó en esta reunión o fue invitado?

Mons. Camus: Primera noticia que tengo.

Periodista: Pero, ¿qué opina?

Mons. Camus: Creo que es una opinión política que no me corresponde dar.

Periodista: ¿Qué sabe Ud. de los 6 asilados que hay en la Nunciatura Apostólica? ¿Ha producido algún problema entre el Gobierno y la Iglesia?
Mons. Camus: Sobre los asilados me informé por Uds., por los periódicos. Estas cosas el Sr. Nuncio las lleva personalmente; yo ni siquiera he visitado la Nunciatura. El problema es delicado porque la Santa Sede no tiene territorio y necesita la autorización de otro país para reubicarlos.

Periodista: ¿Hablaron de la devolución de la Universidad Católica a la Iglesia?

Mons. Camus: Se está en conversaciones, pero el problema es lento porque está relacionado con la situación de todas las Universidades y con el contexto general del país. Claro que, en el caso de la Universidad Católica, la Iglesia tiene interés en conservarla.

11 de abril de 1975

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