
Desde el 29 de mayo de 1955, día de la ordenación, el Padre Leandro Serna ha trabajando en la Arquidiócesis, sirviendo en diferentes Parroquias como San Pedro de Angelmó, San Pedro de Los Muermos, Inmaculada Concepción de Río Frío, Nuestra Señora de Fátima de Puerto Chico y por supuesto, Nuestra Señora del Carmen, Catedral de Puerto Montt; dedicando todo su vida al servicio de la gente y enseñando el evangelio.
Con motivo de celebrar el aniversario de los 50 años de sacerdocio del Pbro. Leandro Serna, se realizará una Eucaristía el sábado 28 de mayo en la Catedral Metropolitana a las 12:00 hrs., presidida por el Sr. Arzobispo, Monseñor Cristián Caro Cordero, y concelebrada por el presbiterio en pleno. A continuación con mucho cariño, se ofrecerá un cóctel, en el salón de actos del Colegio San Francisco Javier.
Padre Leandro Serna Serna
Ya son alrededor de 52 años que el Pbro. Leandro Serna está en Chile, con una experiencia de vida enriquecedora, llena de cambios históricos y sociales de nuestro país.
Nació en una aldea en la provincia de Burgos, España, el 11 de marzo de 1930. Ingresó al seminario menor muy joven a los 11 años; luego ingresó al seminario mayor de San Jerónimo estudiando latín, filosofía y teología. Y a los 22 años llegó a Chile a terminar el cuarto año de teología en el seminario mayor de San Fidel de la Mariquina. Su historia no comienza ahí, sino en el momento que decide vivir una vida de misión en un horizonte desconocido y a la vez anhelando servir donde más lo necesiten.
La primera interrogante que se nos viene a la mente es ¿Cómo le surgió la idea de venir a Chile a trabajar con la gente, siendo este país desconocido en esa época?
La respuesta nos sorprendió, el sólo escuchar que “yo nunca pensé en venir a Chile” nos deja con más interés en la conversación. Es así, que en simples palabras les contaremos una historia interesante y entretenida de un sacerdote que celebra sus 50 años de servicio en esta comunidad.
Cuenta la historia que cursando el tercer año de teología en el seminario, el Padre Serna tenía la intención de trabajar en algún lugar que verdaderamente sea necesaria la presencia de un sacerdote, porque en España especialmente en Burgos había muchísimos, más de 1000 sacerdotes en una diócesis como Puerto Montt, de hecho, muchos sacerdotes buscaban un horizonte tipo misionero.
“A mí me gustaba principalmente América Latina por una razón muy simple, el idioma, ya que aprender un nuevo idioma suponía un trabajo extraordinario, para que perder esos años en aprender un idioma cuando se puede hacer un apostolado en países que hablan el mismo idioma”.
“En verdad no escogí Chile”. Todos lo años pasaban por el seminario mayor en Burgos obispos de América Latina que iban de viaje a Roma a la visita Ad Limina y pasaban por los seminarios buscando candidatos seminaristas o sacerdotes para ir a trabajar en su diócesis. Es así, que pasó por el seminario San Jerónimo el Obispo de Barquisimeto en Venezuela y me entusiasmó para ir a ese lugar. Ya tenía todo comprometido hasta el pasaje cuando me llama el Arzobispo de Burgos, me dijo: “ me he enterado que quieres irte a América e irte a Venezuela”, si Monseñor ya tengo el boleto estoy comprometido con el Obispo de Barquisimeto, “pues tú no te vas a ir a Venezuela, tu te vas a ir a Chile a Puerto Montt”, “Pasó por aquí, el Obispo de Puerto Montt, en aquel tiempo Mons. Ramón Munita Eyzaguirre, habló conmigo me pidió sacerdotes o seminaristas para su diócesis y yo le prometí que los 2 primeros sacerdotes o seminaristas que salieran para América se irían a Puerto Montt, yo se lo prometí y tengo que cumplirlo”. En ese tiempo no tenía la experiencia de ahora, pero evidentemente estuve a punto de decirle “qué fácil es prometer y que otros cumplan” pero por respeto, y la reverencia a un Arzobispo dije: “bien Monseñor, si Ud. cree que me
necesitan en Puerto Montt, dispuesto estoy”.
Con el mismo destino, Puerto Montt, llegaron juntos con el Pbro. Leandro Serna, Pbro. José Fernández y P. Juan Ponte Vidal, quien tuvo que viajar luego a Venezuela porque no logró acostumbrarse al clima. El viaje duró alrededor de un mes: en barco, desde España hasta Argentina y luego en tren por la pampa hasta llegar a Bariloche, para atravesar la cordillera por Peulla y llegar a Petrohué donde los estaban esperando el Obispo Mons. Ramón Munita y algunos fieles de la zona.
Al llegar a un país diferente las primeras impresiones del Padre Serna fueron inesperadas. ¿Cuál fue su primera impresión al llegar a Chile? Mi impresión se materializó cuando cruzamos la frontera desde el lado argentino al chileno por la cordillera, en casa Pange se detuvo el bus y bajamos a conversar con unos jóvenes y niños que se encontraban en el lugar; mi primera impresión fue desagradable porque yo había escogido América latina por el idioma y me puse a conversar con esos jóvenes y no les entendí nada y tampoco mi amigo P. José Fernández. Y esa impresión para mí fue un poco desalentadora. Durante los 2 primeros años, en Puerto Montt y en el seminario yo llevaba nota de todas las palabras nuevas que se usan en el sur y que yo desconocía y la inmensa mayoría de ellas estaban en el diccionario y son palabras que aquí se usan con naturalidad y en mi tierra no, fueron alrededor de 2000 palabras para poder entender a la gente común, con la gente que tenía humanidades nos entendíamos bastante bien.
La otra sorpresa que yo me llevé fue cuando me invitaron a conocer la Catedral de Puerto Montt, y con todo el cariño que tengo a la catedral hoy en día; fue la desilusión para mí muy grande, porque estaba pensando en las catedrales de España donde en cualquier aldea de mi tierra tienen Iglesias muy superiores a la Catedral de Puerto Montt, pero bueno, como uno sabe que la Catedral es la Iglesia donde el Obispo celebra la misa, enseña y predica (de ahí viene la palabra Catedral) la acepté, pero no por lo majestuoso.
- ¿Cuáles han sido las experiencias que más le han impresionado en nuestro país?
En el aspecto espiritual me impresionó el ser ordenado sacerdote, el 29 de mayo de 1955, en Puerto Montt, lejos de mi familiares y amigos; claro que la colonia española hizo todo lo posible para que me encontrara en un ambiente familiar.
Durante los 51 años que llevo en Puerto Montt, he tenido la dicha de trabajar con todos los Obispos de la diócesis. El secreto de mi felicidad ha sido seguir siempre sus orientaciones, aunque muchas veces pensara de distinta manera. Las dificultades encontradas en el trabajo sacerdotal siempre fueron superadas con la ayuda de Dios y de las personas que me apoyaron.
En el aspecto de mi apostolado los años 1973 y 1974 fueron vividos tan intensamente que puedo asegurar que han sido los más felices de mi vida. Cuando llegué como párroco al barrio popular de Angelmó no me querían y me tildaron de momio y el 11 de septiembre, de la noche a la mañana, me tildaron como el mirista más peligroso de la provincia; fui detenido 3 veces y dos allanaron las dependencias parroquiales. Durante esos dos años me dediqué, como otros muchos sacerdotes a salvar vidas y a pacificar los ánimos, sin preguntar que ideas políticas o religiosas tenían los que sufrían. En esas circunstancias el que trabajaba así se exponía a sufrir las consecuencias y yo lo menos que podía esperar era que me expulsaran de Chile, lo que no sucedió gracias a la intervención de Monseñor Vicuña.
Durante los casi 52 años que llevo en Chile, lo que pareció una contrariedad una absurdo, el obedecer y venir a Puerto Montt en vez de ir a Barquisimeto (Venezuela), resulta que para mí es lo mejor que me pudo ocurrir.
Fuente: Comunicaciones Puerto Montt
Puerto Montt, 27-05-2005