Orientaciones Pastorales V. 1973-1974
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Orientaciones Pastorales V. 1973-1974

Fecha: Martes 01 de Mayo de 1973
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Asamblea Plenaria

Orientaciones Pastorales V

Presentación
El Episcopado chileno, como una manera de activar la renovación conciliar en nuestro país, ha estado proporcionando orientaciones pastorales al Pueblo de Dios a partir de 1968, desde su Asamblea Plenaria de Chillán, en mayo de ese año.
Una Iglesia evangelizadora y servidora de la humanidad, ha sido el gran tema de fondo que se ha venido tratando desde entonces, y para ello ha propuesto diversas prioridades de trabajo pastora, como la comunidad cristiana de base, su presencia en los medios más dinámicos y responsables del cambio social que vive el país, la evangelización de la juventud, etc.
Después de una amplia consulta a responsables de Pastoral del país, incluidos los Obispos de Chile, se determinó estudiar la educación en la Fe en un mundo en proceso de secularización. De esta manera, en diversos niveles de la Iglesia y a través del país, en el segundo semestre de 1971 y en 1972 fue estudiado ese tema. Las instancias más altas de esta reflexión tuvieron lugar en el II y III Seminario Nacional de Pastoral (Padre Hurtado, enero de 1972 y marzo de 1973, respectivamente) y en las Asambleas Plenarias del Episcopado (Punta de Tralca, abril de 1972 y abril de 1973). Fruto de esos Seminarios de Pastoral y de esas Asambleas de Obispos son las siguientes orientaciones pastorales que propone el Episcopado chileno.
Por tratarse de un tema que toca lo más profundo de la acción de la Iglesia y de cada cristiano, es decir, la educación en la Fe y teniendo en cuenta el contexto histórico preciso en que esta educación debe desarrollarse, estas orientaciones deben ser acogidas con el mayor interés por toda la Iglesia.
No hay aquí un tratado exhaustivo del tema. Queda abierta siempre una mayor profundización por mejores estudios, por experiencias tal vez no tenidas en cuenta y ciertamente, por una mayor intensidad de oración y de adhesión viva a Jesucristo. Todo esto enriquecerá, sin duda, esta acción de la Iglesia.
Las orientaciones pastorales se mantienen necesariamente en un plano general, porque se proponen a todo el país, donde se encuentran diversidad de situaciones, de posibilidades, de desarrollo de la Iglesia. Será trabajo de los responsables de pastoral, de las comunidades cristianas y de cada uno el concentrar a las propias situaciones la aplicación de estas orientaciones.
Estas orientaciones están formuladas desde el ángulo de los Pastores, con los datos que ellos, junto con sus más inmediatos colaboradores, han tenido a la vista a partir de sus experiencias pastorales y del estudio y reflexión que han hecho sobre ellas. No son la exposición de sociólogos ni de científicos. Los aportes de éstos son también importantes y, en la medida de lo posible, se trata igualmente de incorporarlos.
Pedimos a María Santísima que nos dé su actitud de Fe, de docilidad y disponibilidad a la Palabra de Dios, y de acción decidida con iniciativas propias y valientes para continuar la tarea de la Iglesia en nuestro propio ambiente y en el Chile de hoy; tal como nos da ejemplo en la Anunciación y en la Visitación a su prima Isabel.
Por la Comisión Pastoral
Mons. Carlos Oviedo Cavada
Obispo Auxiliar de Concepción.
Secretario General de la CECH
Santiago, mayo de 1973.

El camino de los cristianos en Chile frente a la religión y a la fe

Se constata algo nuevo
Todos advierten que algo nuevo se presenta al trabajo pastoral y a la acción de toda la Iglesia, porque hay un país en proceso de cambios culturales, sociales, económicos y políticos. La acción de la Iglesia que se desarrolla en el país no puede ser ajena a este mundo en cambios.
Frente a estos hechos nuevos, la situación de los católicos no es la misma en todos los ambientes y es también diferente la preparación que se tiene frente a los cambios.
Hay cambios en la visión del mundo, del hombre, de la sociedad, de Dios y de la Religión.
Algunos se quedan con la intuición de un Dios alejado, con una fe deísta; les falta el conocimiento de Cristo y de su mensaje. La poca formación religiosa en mucha gente no les permite compaginar su vida de fe con el proceso de cambios de la sociedad.
Hay cristianos que tienden más bien a conservar su fe, que a hacerla crecer, madurar y transformarla en una conciencia misionera o apostólica entre sus hermanos.
Todo esto lleva a que los católicos frente a un mundo en proceso de secularización no puedan discernir sus valores y sus riesgos y ver con claridad los signos de los tiempos, que manifiestan las aspiraciones del mundo actual y cuál es la voluntad de Dios.
Sin embargo, hay un hecho básico en el pueblo que es un sentido religioso y cristiano, que no sólo no debe despreciarse sino que debe servir de punto de partida para la evangelización.
Se constata un cambio social
El cambio social tiene ya un largo precedente en nuestra Patria. Es un proceso de muchas décadas que ha conocido etapas o momentos de intensidad, de situaciones de profundización de cambios, para entrar en la última década en una etapa de aguda aceleración, que ha coincidido también con una fuerte evolución en la vida de la Iglesia, contemporánea a la puesta en marcha del Concilio Vaticano II.
En los sectores rurales y urbanos se siente el influjo de un proceso de secularización, en el que han influido notablemente los cambios sociales y políticos del país y también nuevas formas de presentar la adhesión a Jesucristo y a su Iglesia de parte de los sacerdotes.
Como resultado de estas influencias se ha visto, en muchos ambientes rurales y urbanos, que a una maduración cívica, especialmente en los medios populares, no ha seguido en igual forma una maduración en la fe. Y en lugar de una maduración religiosa se han dado muchas expresiones de secularismo cristiano.
Se ven diversas influencias culturales
La extensión de posibilidades educativas ha modificado los cuadros culturales especialmente en los medios populares. Es un hecho altamente positivo, que ha respondido a las grandes aspiraciones del pueblo.
La familia, como centro educador, se ha visto alterada por un proceso acelerado de maduración de las generaciones jóvenes, que ha puesto en crisis la autoridad paterna. El conflicto generacional ha dejado, en vastos sectores, a los hijos desvinculados de la influencia paterna.
Junto a una difusión cultural popular han proliferado programas de ideologización política, tendientes a producir agudización de los conflictos sociales y políticos.
A las grandes masas, estos cambios culturales, incluidas las influencias ideológico-políticas, no las afectan en su sentido religioso primitivo, pues suelen coexistir elementos de fe y de superstición y fatalismo y un compromiso político correspondiente, a veces, a un planteamiento básicamente ateo. Sin embargo, las generaciones jóvenes no son indiferentes a estos cambios, al contrario, son muy sensibles a ellos.
Generalmente, los pastores no toman debidamente en consideración la situación nueva de estos cambios culturales en su tarea de educar la Fe del pueblo. Se da un corte cultural entre responsables de Iglesia y masa, tanto en el sector rural como en el urbano, lo que contribuye muchas veces a menospreciar la religiosidad del pueblo cristiano, con dolor y desconcierto para ellos, de parte de los formadores. No se parte de ella para educar en la Fe.
Aparece un creciente interés por la política.
La aceleración del proceso de cambios que vive el país ha contribuido a un creciente interés por la política en todos los sectores ciudadanos, adoptando muchos rasgos irracionales de extremismos. Hay una verdadera pasión política en el país. Así, para muchos, la política aparece como un dios: se la ve más eficaz que cualquier otra cosa, y la acción política llega a totalizar la vida de los individuos, o bien a abrumarlos de tal manera que es la única realización o expresión de las más profundas aspiraciones del ser.
En el proceso político destacan valores como la justicia, igualdad de posibilidades para todos, liberación integral del hombre; socialización, etc., que conducen a mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías y a responder a muy legítimas aspiraciones humanas.
Junto a estos valores, sin embargo, han aparecido otros hechos que van haciendo cada vez más difícil la convivencia ciudadana, y que la va polarizando en bandos contrarios entre sí. La violencia, el sectarismo, la lucha de clases, la desconfianza, la falsedad, etc., se han ido haciendo armas habituales de la lucha política diaria.
Grandes sectores de católicos, especialmente de clase media, frente a este proceso y a la forma en que se desarrolla, expresan su necesidad de recibir orientaciones de la Jerarquía que clarifiquen conceptos y principios para su quehacer político y social. No saben qué papel tiene la Fe en medio de esta enconada lucha política.
Hay católicos que condicionan la lectura del Evangelio y su comentario a una propia interpretación de sus afirmaciones y actitudes políticas, de esa manera, no es raro -especialmente entre los universitarios y obreros- que al tomar un compromiso político se abandone al poco tiempo la Fe, o bien se la relegue a algo enteramente ajeno a las grandes preocupaciones de la vida.
Se advierte como gran peligro de hoy el ateísmo que avanza a través del marxismo en la política.
Los medios de comunicación y difusión social crecen en influencia
Los M.C.S. cubren prácticamente todo el territorio. Su influencia debe ser muy tenida en cuenta en la transformación cultural del país, por la mezcla de elementos positivos y negativos que conlleva.
En efecto, al mismo tiempo que comunicar, informar, conectar a los ciudadanos, poner a su alcance diversas manifestaciones culturales, artísticas, políticas, deportivas, también a través de los M.C.S. se pueden manipular muchos de esos hechos y contribuir a una masificación de los individuos. Se da también la coexistencia de elementos muy antagónicos, especialmente en radio y TV, como es que por una parte el gobierno trata de incorporar al proceso revolucionario a las multitudes y al mismo tiempo se exaltan y promueven usos y exigencias de una sociedad de consumo.
La juventud rechaza lo tradicional y se presenta como un poder. (Se recomienda tener en cuenta Orientaciones Pastorales IV, La Iglesia y la Juventud. Iglesia, Nº 6, junio de 1971).
El joven expresa su descontento y desprecio por el medio social y estructural que no le dice nada. Esto produce angustia en él y lo lleva a veces a actitudes poco valiosas. Rechaza los valores tradicionales, menos dinámicos según ellos.
Los jóvenes quieren una moral en general, pero cuando se encuentran ante problemas concretos no quieren que se haga casuística o aplicación moral concreta. Rechazan el \"tabú\", palabra que simboliza esta actitud. Existe un peligro grande de que pierdan el discernimiento moral.
En muchos hogares cristianos, ante la creciente secularización de los hijos, se experimenta la dificultad de diálogo con ellos en los temas tocantes a la Fe y religión. Hay divergencia de criterios entre los mayores y las nuevas generaciones.
Parece que la juventud no muestra mucho interés por las realidades religiosas. Rechaza las actividades \"piadosas\".
En los colegios de Iglesia suele realizarse una buena promoción humana, pero son menos los que dan una buena formación cristiana. Falta método, material, unidad de criterios, etc. para dar una verdadera formación cristiana. Es abismante constatar cómo los alumnos ignoran muchas veces las cosas más elementales de la Fe. Sin embargo, hay esfuerzo por renovar los métodos y hay gran esperanza en los frutos de esa renovación.
A pesar de las circunstancias difíciles para la Fe de los jóvenes, existe también en ellos una preocupación grande por el cristianismo y un anhelo por descubrir y vivir los valores evangélicos.
Nuevo rostro de la Iglesia
Se ve una Iglesia que aparece con una nueva figura, en medio de las exigencias y condiciones que presenta el mundo. Es una Iglesia que pretende ser misionera, profundamente evangélicas, deseosa de interpretar claramente los signos de los tiempos y proclamadora del Mensaje no sólo sin amarguras, sino con paz y alegría.
Una realización de esto se expresa en diversos grupos que caminan hacia un sentido de comunidades eclesiales de base.
Se vislumbran varios ministerios al servicio de estas comunidades. Se nota, eso sí, una gran necesidad de \"mandos medios\" entre estas comunidades y los presbíteros.
Un sentido de corresponsabilidad, a diversos niveles desde las bases hasta lo nacional, se está desarrollando en toda la Iglesia, con experiencias alentadoras.
El Episcopado demuestra que quiere ser fiel a su misión en estas nuevas exigencias y busca el mejor modo de ejercer su dimensión colegial.
Valoración de este proceso
Con estos datos es importante valorar la etapa actual de este proceso que está viviendo el cristiano en Chile frente a la Religión y a la Fe. En este camino se puede observar muchos elementos positivos y también negativos. Detenerse un poco en ellos es tarea necesaria antes de entrar a hablar de recomendaciones pastorales.
Es un proceso con muchos elementos positivos.
Acrecentamiento de una conciencia acerca de la autonomía de la realidad terrena, en el sentido de que goza de propias leyes y valores:
Acentuación de lo humano, por el desarrollo de nuevas fuerza y nuevos valores. Se constatan personalidades más recias, más auténticas y responsables;
Hay un espíritu crítico constructivo;
El progreso cultural, científico, socio-económico permite valorar el esfuerzo del hombre que es consciente de sus capacidades;
Toma de conciencia del aspecto dinámico de la sociedad y de la Iglesia (abandono de la visión estática y conservadora);
Valorización de la fraternidad en la vida religiosa y en ciertos ambientes eclesiales;
Toma de conciencia de que Dios está presente en la historia y actúa en ella. Se busca a Dios en forma más vital y personal y a la vez en la Iglesia;
En lo litúrgico se va tomando conciencia de que el culto no está formado por cosas sino por personas y que encierra un compromiso con Dios y con los hombres;
Ante la \"doctrina\" y las \"normas\" se acentúa la necesidad de incorporar al hombre en una ciencia y en una conciencia vital que se rija por la caridad;
Aparece la importancia de acudir a la Biblia como medio de profundizar la fe y vivirla;
Se acrecienta el número de laicos que desean actuar, tomar responsabilidades y vivir auténticamente su vida cristiana;
Hay un anhelo y una búsqueda de participación y de justicia; y
Existencia y permanencia de una religiosidad popular.
Y también con elementos negativos
Este proceso tal como se presenta, aunque tenga muchas cosas positivas, hay que relativizarlo bastante porque se dan también muchos elementos negativos que consisten, por lo general, en la absolutización y en la unilateralidad de los mismos aspectos señalados como positivos.
La absolutización de la autonomía de lo temporal, llegando a un naturalismo y materialismo que desconoce toda trascendencia;
Permanece constante el peligro de un humanismo sin Dios;
Junto con la acentuación de valores humanos se encuentran elementos negativos: masificación, soledad, explotación del sexo, manipulación de informaciones, etc.;
Existe la tendencia a perder toda norma objetiva de conducta, con el peligro de establecer otras partiendo de lo puramente subjetivo;
Crisis de la imagen de Dios, que con la poca formación se transforma para muchos en crisis de Fe. Ante la mentalidad actual sienten resquebrajarse los valores tradicionales y ven ridículos los valores religiosos;
El secularismo contribuye a considerar el cristianismo como filosofía exclusivamente humana y a separar en forma tajante civilización y Fe, mundo y religión;
En la ación pastoral se ve el peligro de separación entre el clero de mente secularizada y el pueblo de expresiones tradicionales. Esto provoca crisis si no se actúa con criterio y respetando etapas:
El apostolado es elitista preferentemente; y
Hay crisis de autoridad religiosa.
Reflexión teológica
Para una reflexión teológica se recomienda la lectura y estudio de algunos de los temas ofrecidos en el II y III Seminario nacional de responsables diocesanos de Pastoral: P. Hernán Alessandri: Educar en la Fe (para un ambiente secularizado). P. Ronaldo Muñoz, ss.cc. ¿Qué es educar en la Fe? Pbro. Maximino Arias, Contenidos básicos de la Fe. Además: P. Beltrán Villegas, ss.cc. Evangelizar hoy.
Orientaciones y acciones pastorales
Desde 1968, en las Orientaciones pastorales de Chillán, se viene insistiendo en las prioridades de trabajo que más abajo se describen. Su repetición indica la validez de ese programa y que se trata de una acción a largo plazo, que permanentemente compromete la preocupación de la Iglesia.
Primacía de la Evangelización y Educación de la Fe
Entendemos por evangelización \"el proceso o acción de la Iglesia para invitar al hombre al encuentro vivencial y explícito con Cristo Salvador, presente hoy en la historia, en las personas y en la comunidad eclesial. En relación con la promoción humana no hay que confundirla con ella. La evangelización compromete, eso sí, a una acción de liberación integral y de promoción humana en toda su dimensión\" (Cfr. Orientaciones Pastorales III, Concepción, p. 16). Es necesaria una acción de la Iglesia que proyecte la fe en los distintos medios de vida y durante toda la vida de las personas.
El mensaje debe presentarse de modo que lleve a un verdadero cambio de vida (conversión-metanoia); capaz de vencer el egocentrismo o individualismo para incorporar a la persona a la comunidad de hermanos. Cristo, con su palabra y ejemplos, quiere un cambio total en la manera de ser de los hombres. El esfuerzo por la liberación debe dirigirse al pecado que se anida en el corazón del hombre y también a las estructuras injustas que existen en la sociedad.
La salvación de Cristo debe ser anunciada en su totalidad, especialmente cuando existe el peligro o el hecho de una manipulación de la persona de Cristo para una salvación puramente humana, y poniéndola en la misma línea de los líderes políticos revolucionarios, como también para una salvación que se escapa del contexto humano.
Al anunciarse la salvación de Cristo debe explicitarse de qué salva el Señor y proclamar la alegría y la fuerza de su salvación.
La evangelización y la educación en la Fe deben atender la formación de personas y de la comunidad.
Hay que seguir la pedagogía de la Iglesia apostólica, que tomó el modelo de la acción de Jesucristo para con sus Apóstoles y discípulos. La situación actual de la Iglesia en Chile exige insistir en esta pedagogía.
En este sentido las instituciones y las obras de la Iglesia, sean de formación de personas o de servicios a la comunidad, deben orientarse por estos principios.
Encuentro con el Señor
Esta formación debe llevar a un encuentro personal con Cristo, como experiencia de vida. Y este encuentro se realiza en la comunidad de la Iglesia y en la comunidad de los hombres.
El encuentro con el Señor se realiza normalmente en:
la propia vida personal de oración y de trabajo, de contacto con la Palabra de Dios;
la vida familiar;
la vida socio-política;
la vida litúrgica y sacramental.
Para que este encuentro con el Señor sea diario, real y creciente es necesario que exista en una vida de comunidad eclesial, como la CEB, la Parroquia, etc., orientada por el magisterio y la tradición de la Iglesia, donde se ora, se reflexiona, se anuncia y celebra la Salvación de Jesucristo.
El sujeto de la evangelización y educación en la Fe
Los niños deben ser considerados en su contexto familiar y allí se deben hacer comúnmente su evangelización y catequesis. Sin embargo, no pueden abandonarse del cuidado pastoral de la comunidad aquellos niños que no reciben ninguna catequesis en su hogar y deben ser atendidos por otros medios, sea en el ambiente escolar -fiscal o particular- y en el ambiente amplio de la Parroquia. En este tipo de catequesis hay que buscar los encuentros con las familias de los niños para despertar su conciencia y responsabilidad.
La juventud de enseñanza media debe ser alcanzada también por los grupos juveniles, escolares o extra-escolares, para garantizar la continuidad y profundización de su educación en la Fe.
La asistencia pastoral a universitarios y profesionales debe considerar la posibilidad de cursos de formación teológica adecuados a esos niveles culturales.
Los jóvenes, obreros y campesinos deben ser objeto de una especial preocupación y hay que desarrollar las iniciativas más adecuadas en esta acción pastoral.
Debe considerarse la necesidad de una educación permanente de la Fe y deben estudiarse la realidad de los actuales servicios que tiene la Iglesia para los diferentes grupos humanos, culturales, de edad, de mentalidad, de posibilidad de tiempo, etc.
En la formación de personas se debe dar prioridad a aquellos que actúan o serán capaces de mover y de actuar en los sectores más dinámicos de la juventud, obreros, campesinos, profesores, artistas, periodistas, profesionales, universitarios, políticos, FF.AA.
La formación cristiana tiende a ubicar en la Iglesia a toda persona evangelizada y catequizada. Cristo no ha querido salvarnos aisladamente sino en su Pueblo, en su Iglesia. Por esto, la acción de la evangelización y de la educación en la Fe debe promover y profundizar la pastoral de las Comunidades eclesiales de base, como una gran experiencia para vivir la Fe y encontrarse con el Señor. Al mismo tiempo, todas las otras comunidades de Iglesia deben revisarse continuamente para responder a las exigencias pastorales de hoy.
Aquí hay que recordar los avances que se han ido haciendo en las CEB desde Chillán (1968), Medellín (1968), La Serena 1969), y en los sucesivos encuentros y jornadas pastorales nacionales, regionales y locales para aclarar su concepto, su orientación y sus posibilidades. Estas comunidades deben ser un lugar de encuentro de los hermanos, donde se viva y profundice la Fe y al mismo tiempo las comunidades, deben ser evangelizadoras y educadoras de la Fe. En su dinámica misionera deben crecer también en la comunión con toda la Iglesia y evitar el individualismo apostólico llevado a otro nivel.
La Liturgia en la vivencia personal de cada cristiano debe insertar también profundamente en la comunidad de la Iglesia y cada uno sentirse convocado a la comunidad de hermanos por la Palabra de Dios y entre todos proclamarla y vivirla, llegando a la más plena realización de la comunidad en la celebración eucarística.. De esta manera, la misma Liturgia se hace constructora de la comunidad y aun en sus asambleas más numerosas debe transformar al público asistente en comunidad participante. Esto es tanto más importante cuanto en el sentir del pueblo chileno el culto es lo que más fácilmente congrega y reúne a los cristianos.
Los agentes pastorales de la evangelización y educación en la Fe
La Iglesia reclama que cada discípulo del Señor se transforme en un evangelizador y educador de la Fe para sus hermanos. Esta debe ser una actitud fundamental del cristiano, que tiene que ir reconociendo y anunciando la presencia del Señor y dar testimonio de él con su amor y su palabra.
El evangelizador y educador en la Fe debe ser un convertido, una persona de oración y entusiasta testigo del Evangelio con su caridad, comprensión y servicio a los demás, viviendo un espíritu de comunidad dispuesta a acoger a todos. Esto es particularmente urgente hoy día por el hecho actual de un debilitamiento en las exigencias evangélicas que sufren los cristianos.
En la actual situación de cambios, se hace necesaria una actitud de abertura de espíritu y una mentalidad adecuada para comprender y dirigir los cambios. La formación de personas requiere del agente pastoral una especial preocupación para ayudar en la maduración en la Fe a muchos apóstoles, con una renovación espiritual y doctrinal, especialmente a aquellos que por sus actitudes políticas han llegado a verdaderas crisis de Fe.
A los ministros de la Iglesia se les pide profundizar y crecer más en la Fe, en la oración y en la experiencia personal con el Señor, para que así sean de verdad los educadores en la Fe que los tiempos reclaman. A los Obispos se les pide que antes que nada sean orientadores e impulsores de esta pastoral de la Fe en cada persona y en la construcción de la comunidad. Su presencia personal en estas tareas y experiencias se hace necesaria para animar y coordinar los esfuerzos de la Iglesia. A los presbíteros y diáconos se les pide que se ocupen prevalentemente de estas tareas. Esta acción adquirirá para el pueblo un verdadero carácter profético para conducirlo donde se ha marcado la prioridad del trabajo pastoral.
A las comunidades religiosas, que manifiestan la sociedad fraternal edificada por Cristo y muestran la posibilidad de la vida comunitaria llevada a una gran profundidad, se les pide tomar renovada conciencia de la validez de su testimonio y, por lo tanto, hacerlo cada vez más auténtico y abierto para comprender la situación de cambios que vive el mundo. Su vitalidad interna tiene que ser un impacto para quienes desean vivir la fraternidad y la concordia cristiana.
La familia cristiana debe ser educadora de la Fe de los suyos. Las ayudará insertarse en una CEB, en la Parroquia, en movimientos de Iglesia para una revitalización interior y poder cumplir así su misión orientadora y apostólica.
La escuela católica, respetando la autonomía de la institución, debe tener presente que la razón de su existencia es la formación en la Fe de los educandos y debe considerar también que toda la comunidad escolar debe ser también la educadora en la Fe.
Los movimientos apostólicos y grupos de reflexión cristiana deben recuperar su misión evangelizadora y al encarnarse en el contexto histórico que se vive y trabajar por el perfeccionamiento y desarrollo del mundo debe evitar transformarse en organismos concientizadores. Sus militantes deben partir de la Fe para el desarrollo y liberación del hombre.
A todo el personal apostólico agente de esta pastoral hay que procurar continuamente cursos y oportunidades de perfeccionamiento personal y metodológico.
Contenido de la formación
El contenido de la formación debe incluir y considerar el aspecto doctrinal centrado en la Historia de la Salvación, con las verdades fundamentales de:
Dios Padre Creador
Cristo Salvador y Liberador
Iglesia
Signo del Espíritu Transformador
Esta doctrina debe ser asumida del Magisterio y Tradición de la Iglesia, que en la Iglesia entrega la Palabra de Dios e ilumina y orienta la Fe de los discípulos.
Hay que proponer aquellos elementos o contenidos de la Fe que hoy día responden especialmente a las aspiraciones y necesidades del hombre de hoy. En esta presentación debe distinguirse lo esencial de lo accidental del Mensaje cristiano.
Debe tenerse particularmente en cuenta:
el aspecto vivencia, la experiencia de Cristo;
la referencia histórica, es decir, educar en la Fe para el mundo concreto de hoy, en la situación que vive Chile hoy día, en situación de cambio cultural y estructural, en un ambiente de secularización y en que una expresión política importante es el cambio revolucionario.
el dinamismo de la reconciliación (Cfr. Pablo VI, Convocatoria del Año Santo; Pbro. Maximiano Arias, Contenidos básicos de la Fe).
Medios para la evangelización y educación en la Fe
Hay que insistir en el uso del texto del Nuevo Testamento en toda tarea de evangelización y catequesis en todos los niveles, de tal manera que todos se acostumbren a leerlo en sus casas y aprendan a estudiarlo y profundizarlo mejor. Lo mismo se ha de hacer en la catequesis sistemática y en la que se hace con ocasión de la preparación sacramental...
De acuerdo a las orientaciones de la Instrucción pastoral \"Comunión y Progreso\" de 1971 hay que tomar conciencia de la importancia de los medios de comunicaciones sociales al servicio de la pastoral. La evangelización y la educación en la Fe debe considerarlos precisamente por la situación que vive el hombre de hoy. Ellos pueden multiplicar el anuncio del Mensaje y llevarlo a dimensiones regionales, nacionales e internacionales.
Se propone que en cada diócesis se incremente eficazmente el uso de los MCS al servicio de la pastoral local y que la Comisión diocesana de MCS despliegue iniciativas eficaces en este sentido. El centro nacional de MCS del Episcopado cuidará de mantenerse en contacto con los centros diocesanos y tratará de prestarles los servicios que requieran.
Se hace necesario contar con publicaciones y libros que apoyen la acción de la evangelización y catequesis. Estos son instrumentos necesarios especialmente para la catequesis familiar y para todas aquellas ocasiones en que no existe una presentación o curso sistemático de esta acción pastoral.
Método para estas acciones
El evangelizador y educador en la Fe preferentemente usará el contacto personal permanente, jornadas de estudio, retiros, reflexiones personales, cursos de teología, cursos bíblicos, escuelas de líderes. Además de entregar conocimientos debe irse formando por la acción a los educandos.
En la formación de personas hay que tener presente el descubrir y orientar las vocaciones especiales para el sacerdocio, diaconado, otros ministerios y para la vida religiosa. Y siempre se tratará de formar personal apostólico que pueda asumir las responsabilidades de la evangelización y catequesis.
En todo el proceso de catequesis hay que tener presente dos caminos que conviene integrar, una presentación orgánica -como magistral- del Mensaje y el partir de hechos de vida que se iluminan posteriormente con los contenidos de la Fe.
Puede ser muy útil a nivel diocesano, en esta pastoral, elegir cada año una idea central, dentro de un contexto orgánico, que explicite la preocupación del trabajo anual. Esta idea central puede ser formulada como un \"slogan\" que dé unidad a los trabajos pastorales. Un ejemplo está en el tema del Año Santo y las campañas anuales que han promovido los bautistas en Chile.
Después de haber estudiado y reflexionado por dos años una pastoral de Educación en la Fe, se llegó desde diversos ángulos a formular una Acción nacional de Educación en la Fe. Hay que recordar algunos de ellos.
Al estudiarse el proceso de secularización en Chile se vio que se estaba produciendo contemporáneamente un deterioro en la Fe de los creyentes. Este hecho, por otra parte, tiene raíces más lejanas y generales, como ya las denunciaba Medellín (Sacerdotes, n. 5). Las encuestas de pertenencia que ha realizado últimamente la Oficina de Sociología Religiosa del Episcopado en diversos puntos del país han demostrado también el hecho de un deterioro en la Fe. Esta misma situación, vista globalmente, fue apreciada en la Asamblea Plenaria del Episcopado en diciembre de 1972 y allí se planteó el proyecto de una acción que respondiera -también a escala nacional- al servicio de la Fe. Dicho proyecto fue perfeccionándose en el III Seminario Nacional de responsables en pastoral y en la siguiente Asamblea Plenaria del Episcopado.
Casi junto a esta opción pastoral ya tomada, el Santo Padre Pablo VI ha proclamado el Año Santo e invita a prepararse a él. El tema de esta celebración es la Reconciliación. Los Obispos de Chile, al aceptar esta invitación, acordaron introducir este trabajo en la acción nacional de Educación en la Fe. En efecto, la reconciliación debe fluir de la conversión a Cristo, que nos introduce en la comunidad Iglesia que es signo del amor de todos los hombres entre sí. Por eso, el llamado a la reconciliación del Año Santo ha sido recibido con gozo y esperanza y como un motivo de mayor responsabilidad para esta Acción nacional de Educación en la Fe.
En lo más profundo, esta acción pretende que en la configuración de la nueva situación de mundo es necesario que Cristo esté presente, con su vida, ministerio, pasión y resurrección, dando sentido a la Historia y es deber de los cristianos trabajar por esta presencia del Señor.
Una acción nacional de educación en la Fe junto con marcar una intensidad del trabajo pastoral ofrece una ocasión concreta y planificada para aplicar las orientaciones pastorales que los obispos como conductores de la Iglesia, han propuesto orgánicamente en los últimos años. La metodología que se usará, por otra parte, ayudará también eficazmente en la promoción y desarrollo de las comunidades eclesiales de base. Es decir, esta acción es una expresión de las orientaciones pastorales por las cuales ha optado la Iglesia en Chile y que se inscribe en lo más central y profundo de la misión de la Iglesia.
Qué es la Acción nacional de Educación en la Fe
Es un programa pastoral enmarcado en etapas intensivas de trabajo que van de septiembre de 1973 hasta la primavera de 1974.
Los objetivos de esta acción son producir, a través de todo el país, una renovación en la vida de la Fe de los creyentes y hacerlo tomar conciencia de su tarea misionera y apostólica, de tal manera que el aporte del cristianismo pueda ser realmente eficaz en las concretas circunstancias históricas de chile.
Esto puede expresarse también en construir una Iglesia de Fe en Chile, llegar a la conversión de los cristianos.
Ciertamente estos objetivos son a largo plazo. Por esto mismo es que para asegurar su consecución se promueve esta acción de etapas intensivas, para profundizar una línea pastoral y para reordenar todos sus esfuerzos. Los objetivos a largo plazo no deben hacer disminuir la fuerza de los propósitos pastorales, sino al contrario marcarlos con más intensidad.
Esta acción nacional no será simplemente cumplir unas etapas y en ellas centrar la atención. Las etapas de acción están al servicio de los objetivos de ellas: éstos son los importantes de lograr. Las etapas de acción son marcos de referencia para responsabilizarse más profundamente de los mismos objetivos.
La renovación de la vida de la Fe exige considerar primeramente el contenido de la Fe, de una Fe que no es sólo una doctrina sino también una manera y un estilo de vida, según el Evangelio. La Fe está en la línea de las motivaciones de lo que mueve a actuar al hombre de hoy. Así Jesucristo, propuesto en ese centro de la Fe, será recuperado para ser el gran motivador e inspirador de la vida del cristiano hoy día, quien le dará verdadero sentido a su vida. En esta línea se responde a lo que son las aspiraciones, las inquietudes del hombre de hoy y especialmente de la juventud. Y la motivación de las actitudes morales. El deterioro de la moral en Chile depende de un deterioro en la Fe.
Tomar conciencia de la tarea misionera y apostólica de cada uno y de la Iglesia debe llevar a una dinámica mayor del servicio a la Fe por parte de todos. Aquí está la gran esperanza de una renovación pastoral en Chile.
En la medida que se vayan logrando esos objetivos será posible que el aporte del cristianismo pueda ser realmente eficaz en las concretas circunstancias históricas de Chile. Y aquí está el desafío que tiene esta acción nacional por la Fe en Chile.
Contenido de la Acción
El contenido de esta acción está centrado en Jesucristo, el Señor, Hijo de Dios, que trae la Buena Nueva, la Reconciliación, que libera de todo pecado y servidumbre, que viene a salvar lo perdido y conducir a todos al Padre, con el Espíritu. Él llama a una vida nueva que no termina aquí en la tierra: Él propone un estilo de vida en el Evangelio y es exigente con sus discípulos para conformarse a ese llamado. Juzgará al mundo y a los hombres con una medida de amor (Mt. 25). Por eso, creyendo en él, renovando la Fe en él, tiene que producirse una transformación consecuente en el hombre y en el mundo.
Este encuentro con Jesús lleva a la vida en la Iglesia. Ella tiene una Tradición y busca hoy día un camino de acogida y de encuentro con todos los hombres para responder a sus angustias y esperanzas.
Allí está el contenido central de esta acción por la Fe.
Método de acción
El método de la acción debe ir en la línea de enseñar o recordar o hacer reflexionar sobre Jesucristo, las principales verdades de la Fe, las enseñanzas evangélicas, la Iglesia.
Muchas y variadas acciones debe comprender este método: por ejemplo:
ciclo de predicación o de homilías.
uso de los MCS.
actividades de movimientos apostólicos.
actividades juveniles, como teatro, etc.
revisión pastoral para central los trabajos de la Iglesia en los objetivos de esta acción.
jornada de oración (o de adoración).
retiros, etc.
Sin embargo, a lo que se quiere dar especial importancia en esta acción es trabajar con grupos de reflexión o en comunidades eclesiales de base.
En esos grupos se puede vivir inmediatamente una experiencia de Iglesia y la Fe encuentra el marco o referencia comunitaria que se necesita para vivirla. Además, el trabajo de estos grupos es una ocasión para promover y profundizar la prioridad pastoral de la Iglesia en Chile por las comunidades eclesiales de base; y así la acción queda inscrita en la pastoral ordinaria -no en \"otra cosa más\"- de la Iglesia. Los grupos de reflexión pueden ser un paso importante para las comunidades eclesiales de base.
Temas de reflexión
Los temas de reflexión serán propuestos por una Comisión nacional par asegurar un mismo hilo conductor en todo Chile. Pero, esos temas pueden y deben se adaptados en las Provincias eclesiásticas, en las diócesis, en las bases. En efecto, será diversa la forma de desarrollarlo a través de los MCS, o en grupos de reflexión juveniles, o urbanos, o rurales, etc.
Etapas de la acción
Se han previsto dos etapas.
La primera, en 1973, va de septiembre al Mes de María inclusive.
En esta etapa quiere darse énfasis al trabajo con los grupos de reflexión.
En cada diócesis, en sus diversos ambientes, se programará esta acción de acuerdo a las posibilidades reales de trabajo y coordinando todas las iniciativas posibles.
La segunda etapa, en 1974, va de abril o mayo hasta julio.
En esta etapa se quiere un encuentro mayor entre los hermanos en la Iglesia, como visualizando más la construcción de una Iglesia de Fe. Por esto, se tratará de trabajar en jornadas de reflexión de varios grupos que se hayan formado en la primera etapa.
También, con la experiencia de la etapa anterior, se tratará de formar nuevos grupos de reflexión e incorporarlos en la medida de lo posible a las jornadas de encuentro de esta segunda etapa.
Igualmente en cada diócesis se hará la programación de actividades de esta etapa.
Finalmente, en la primavera de 1974, será consagrado el Santuario Nacional de la Virgen del Carmen de Maipú. Esa fiesta será la conclusión de esta acción nacional por la Educación en la Fe: será una expresión de Fe de la comunidad nacional que durante un año ha tratado de renovarse. Si bien constituirá la conclusión de una etapa de trabajos, la consagración del Templo de Maipú será también un nuevo impulso para proseguir las tareas de una Iglesia que, para ser fiel a su Señor, desea renovarse en la Fe.
Esas etapas no son rígidas en el calendario. Son indicativas. Si en una diócesis, por ejemplo, o en un sector no es posible realizar la primer etapa entre septiembre y Mes de María y puede ser mejor en otra época, se la puede cambiar y escoger otra oportunidad. La programación de una diócesis debe ser flexible en fijar los períodos. Lo importante es que, en uno u otro tiempo, se cumplan las etapas de la Acción para lograr sus objetivos.
Organización y programación de la Acción
La Comisión Pastoral de Obispos es responsable, al nivel nacional, de la orientación de la Acción y de la ejecución de sus grandes líneas y proporcionará el material básico de reflexión.
En cada Provincia eclesiástica, o como una misma Provincia determinare, debe formarse una Comisión para las comunidades de base o grupos de reflexión.
Se sugiere que en cada Provincia pueda haber un promotor de esta Acción.
Programación diocesana
En cada diócesis debe hacerse un programa que consulte las actividades de los nn. 54, 55, 58, 59.
Sugerencias para la diócesis:
nombrar un promotor de la Acción;
motivar y entrenar previamente a todo el personal apostólico que trabajará en la Acción;
elaborar y distribuir anticipadamente el material que se usará en la Acción;
al iniciarse una etapa, el Obispo tenga algún acto importante para el personal apostólico o para toda la diócesis expresando la finalidad de esta Acción y la forma de desarrollarla;
al final de una etapa hacer una evaluación de los trabajos y comunicarla a la Comisión Pastoral de Obispos.
Actos de multitudes
La Comisión de Pastoral de multitudes está dispuesta para asesorar los actos masivos que se programen en las diócesis y es responsable de la preparación -en coordinación con la Comisión Pastoral- del acto nacional de la consagración del Templo de Maipú, en la primavera de 1974.
Comunicaciones y coordinación
Finalmente es importante que los responsables diocesanos de esta Acción puedan coordinarse con los de su Provincia y todos mantener comunicación con la Comisión Pastoral de Obispos, ya que se trata de una acción nacional. Esta comunicación y coordinación es igualmente importante y más necesaria aún que exista en los responsables del trabajo en las bases y de una diócesis.

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