Carta de Mons. José Manuel Santos, Presidente de la CECh, a Mons. Carlos Camus, sobre el Congreso Nacional de Educación
Santiago, 24 de septiembre de 1971
Monseñor
Carlos Camus L.
Obispo de Copiapó
Presidente del Oficio Central de Educación Católica
PRESENTE.-
Señor Obispo y apreciado Hermano:
1.- Los Obispos de Chile, conscientes de nuestro deber de orientar a los cristianos y estimularlos a que sigan asumiendo su misión en la sociedad, hemos estado permanentemente atentos, en especial en los últimos meses, a ejercer nuestra función de pastores frente a diversos temas que constituyen parte importante del proceso de cambios que vive el país.
2.- Como consta a Ud., uno de ellos ha sido el de la educación, función social de singular importancia para la persona y para la comunidad, de directo interés para todos los chilenos en cuanto padres de familia, docentes o educandos- y de predilecta atención por parte de la Iglesia, que ve en ella uno de los mejores caminos para servir a la humanidad, así como una fecunda fuente para recibir nuevos miembros del pueblo de Dios, libres en su decisión y solidarios con sus hermanos.
3.- Consecuentes con nuestra misión, hemos atendido al llamado de las autoridades civiles de la nación, en orden a que la comunidad participe en el I Congreso Nacional de Educación, anunciado como una importante consulta al pensar y al sentir de los chilenos frente a las líneas de política educacional que más convenga darse a nuestra sociedad, así como en cuanto a la proyección concreta que ella haya de tener en los planes educativos.
4.- Pensamos que es altamente positivo que los chilenos sean llamados a esa participación y formulamos votos por que ella alcance la plenitud de sus frutos mediante una afectiva oportunidad general de aportar contribuciones al esclarecimiento de materias vitales, seguida de una consecuente respuesta, también general, en cuanto a hacerse presente y a entregar con el debido estudio, seriedad y responsabilidad sus puntos de vista. Ningún chileno puede permanecer silencioso e insensible ante tan delicado asunto, por lo que nadie debiera ser excluido ni nadie sentirse con el derecho de marginarse. Aun con mayor propiedad vale ello para los cristianos, que no pueden serio auténticamente a espaldas de su tiempo, de su pueblo y de sus hermanos, sino precisamente, en estrecha solidaridad con ellos en la marcha hacia un Chile mejor, para ser dignos del mensaje del Maestro, que no es de omisión, sino de inserción y fermento, de fe viva y de caridad activa.
5.- Invitamos, pues a Ud. a proponer al Oficio Central, como una de sus tareas preferentes el colaborar al mejor éxito del mencionado Congreso, velando porque, haciéndose efectivos los términos amplios en que ha sido anunciado, propicie la patriótica contribución de los cristianos y de las instituciones de que forman parte, en especial de los maestros de los diferentes niveles, de los padres de familia, de los estudiantes y de los establecimientos universitarios, medios y básicos de enseñanza en cuanto tales, todos ellos debidamente organizados.
6.- Dicha contribución, a nuestro juicio, no puede estar basada sino en nuestra misión de cristianos, en nuestra calidad de miembros solidarios de la comunidad nacional y en el estudio acucioso del temario del Congreso y de las líneas teóricas y prácticas que convenga proponer para el sistema nacional de educación.
7.- Queremos, como cristianos, el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona y la construcción de una sociedad unida por la justicia, la solidaridad y la tolerancia. Ello supone como necesaria la posibilidad de ejercer el derecho de elegir cada cual la orientación educacional conforme a sus creencias, la real oportunidad de todos los credos y doctrinas para expresarse libremente y la convergencia de todos los sectores de la sociedad en la búsqueda del bien común. Queremos, como chilenos, que nuestra educación se dé las estructuras y modalidades más adecuadas para favorecer el desarrollo, el progreso y la soberanía de la nación, porque la educación es la fragua de los hombres que hacen posible la conquista del destino histórico.
8.- Sólo podemos proyectar concretamente nuestras aspiraciones de cristianos y de chilenos si nuestra participación es fundamentada y oportuna, realista y libre de sectarismos. Para ello es importante que los cristianos sepan distinguir entre las opciones técnicas en que libremente pueden discrepar de acuerdo a sus personales apreciaciones, y las cuestiones de principios que comprometen la adhesión de todos ellos, cualesquiera sean sus posiciones contingentes. En estas últimas deben procurar, además, concitar el acuerdo de todos los no creyentes, en la medida en que están respaldadas por un sano humanismo, pues en nada pide el cristiano algo que no sea de beneficio para todos.
9.- Esperamos, por lo mismo, que las autoridades y nuestros conciudadanos apreciarán la conveniencia de este aporte, como asimismo la justicia que envuelve el planteamiento de una educación libre y liberadora, cuyos beneficios alcancen a todos los hombres sin poner como precio la uniformidad ni cualquiera otra limitación ni un estímulo de las divisiones entre ellos.
10.- Las etapas preparatorias del Congreso, hasta ahora realizadas, no obstante la buena disposición expresada por el Sr. Ministro de Educación, no han traducido en el hecho la colaboración de todos los sectores y han aparecido casi como un asunto interno del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE). Por eso confiamos en que, para el Congreso Nacional, se elabore y publique oportunamente un mecanismo destinado a asegurar la adecuada participación proporcional de los sectores interesados, tanto en la enseñanza oficial como particular, y en especial de los maestros, padres de familia y estudiantes de los cursos superiores, de modo tal que quienes los representen lleven en efecto la voz de todos.
11.- Estamos ciertos de que el Oficio Central sabrá encontrar los caminos para que esto sea posible, y desde luego, bendecimos las iniciativas que adopte para asegurar una educación para los chilenos que refleje mejor los valores profundos y universales del mensaje cristiano y hacer que los cristianos sean parte activa en la gestación del nuevo capítulo de nuestra historia educacional que habrá de escribirse a partir del Congreso, y que pedimos al Altísimo esté inspirado en la común apetencia de la Verdad, el Bien, la Solidaridad, la Justicia y la Libertad.
Afectísimo en el Señor y hermano,
† JOSÉ MANUEL SANTOS A.
Obispo de Valdivia
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile