1. La familia, fundada en el matrimonio, constituye la comunidad básica de toda sociedad (Gén. 1,27; 2, 18-24). Su existencia está intrínsecamente ligada a la naturaleza misma del ser humano, hombre y mujer, que se unen para formar una comunidad de amor y de vida, para procrear responsablemente y educar a' los hijos. Si hay familias bien constituidas, habrá buena formación humana, social y espiritual de los hijos y estabilidad en los esposos para la plena realización de sus vidas.
Además, el concepto mismo del matrimonio como entrega plena de amor entre hombre y mujer exige las dos características peculiares del matrimonio: la unidad y la indisolubilidad.
2. Ante la posibilidad de un proyecto de legislación en Chile que establezca el divorcio con disolución del vínculo, la Conferencia Episcopal, considera su deber decir al respecto una palabra orientadora dirigida a los católicos y a la ciudadanía en general.
3. Afirmamos, una vez más, que el matrimonio es indisoluble. Esta indisolubilidad no es una imposición externa proveniente de la Iglesia o del Estado, sino una consecuencia o propiedad de la naturaleza misma de la alianza conyugal.
Asegura, además, el respeto a la dignidad de las personas y el adecuado ambiente para la educación y formación de los hijos.
4. Ciertamente, hay situaciones dolorosas que afectan a muchos matrimonios. No las podemos desconocer, y habría que buscar soluciones que ayuden a evitar mayores males en lo referente a la situación de los hijos y en el campo de las obligaciones y derechos patrimoniales.
Estas soluciones no podrían, sin embargo, ser tales que provocaran el debilitamiento de la familia o fuesen prácticamente equivalentes al divorcio.
La experiencia universal señala que las leyes de divorcio no sólo no ayudan a resolver los problemas que afectan al matrimonio y a la familia, sino que los debilitan gravemente y aumentan el daño que la disolución de aquella trae para la sociedad.
5. La Conferencia Episcopal de Chile manifiesta su categórico desacuerdo con la eventual promulgación de una ley de divorcio civil con disolución del vinculo, y considera que una iniciativa semejante es contraria a la Ley de Dios y al bien común de la Nación.
6. Finalmente, recordamos las palabras que su Santidad el Papa Juan Pablo n dirigiera a las familias con motivo de su visita a nuestra Patria:
«Queridos esposos y esposas de Chile, vuestra misión en la sociedad y en la Iglesia es sublime. Por eso habéis de ser creadores de hogares, de familias unidas por el amor y formadas en la fe. No os dejéis invadir por el contagioso cáncer del divorcio, que destroza la familia, esteriliza el amor y destruye la acción educativa de los padres cristianos. No separéis lo que Dios ha unido (cf. Mt. 19,6)».
Por la Conferencia Episcopal de Chile
† Carlos González C.
Obispo de Talca
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Sergio Contreras N.
Obispo de Temuco
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, noviembre 30 de 1990.