El 1 de enero la Iglesia Universal celebra la Jornada Mundial de la Paz, esta fue instituida por el Papa Paulo VI y tiene lugar el primer día del año. En esta ocasión, Juan Pablo II ha dirigido
un mensaje que lleva como título “No te dejes vencer por el mal antes bien vence al mal con el bien”, tomado de la exhortación de san Pablo en la Carta a los Romanos.
El Santo Padre señala en su mensaje, dirigido a los católicos y hombres y mujeres de buena voluntad, que “la paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las personas, las familias, las Naciones de la tierra y para toda la humanidad; pero es un bien que se ha de custodiar y fomentar mediante iniciativas y obras buenas”
El mensaje abarca los siguientes aspectos: El mal, el bien y el amor; la “gramática” de la ley moral universal; el bien de la paz y el bien común; El bien de la paz y el uso de los bienes de la tierra; y Universalidad del mal y esperanza cristiana;
Al referirse al mal, el Papa Juan Pablo II manifiesta que “el mal no es una fuerza anónima que actúa en el mundo por mecanismos deterministas e impersonales (...) El mal tiene siempre un rostro y un nombre: el rostro y el nombre de los hombres y mujeres que libremente lo eligen”.
Más adelante, Juan Pablo II expresa que “al contemplar la situación actual del mundo no se puede ignorar la impresionante proliferación de múltiples manifestaciones sociales y políticas del mal: desde el desorden social a la anarquía y a la guerra, desde la injusticia a la violencia y a la supresión del otro”. Señala que “para conseguir el bien de la paz es preciso afirmar con lúcida convicción que la violencia es un mal inaceptable y que nunca soluciona los problemas”.
En cuanto a la importancia que tiene el bien común en la sociedad, el Papa afirma que “para promover la paz, venciendo al mal con el bien, hay que tener muy en cuenta el bien común (...) El bien común exige, por tanto, respeto y promoción de la persona y de sus derechos fundamentales, así como el respeto y promoción de los derechos de las Naciones en una perspectiva universal”.
Acerca del tema de la pobreza, el Santo Padre expone que “el principio del destino universal de los bienes permite, además, afrontar adecuadamente el desafío de la pobreza, sobre todo teniendo en cuenta las condiciones de miseria en que viven aún más de mil millones de seres humanos”.
Agrega el Sumo Pontífice que “el drama de la pobreza está en estrecha conexión con el problema de la deuda externa de los Países pobres (...) Como afirmó el Papa Pablo VI, y como yo mismo he recordado, el único remedio verdaderamente eficaz para permitir a los Estados afrontar la dramática cuestión de la pobreza es dotarles de los recursos necesarios mediante financiaciones externas-públicas y privadas, otorgadas en condiciones accesibles, en el marco de las relaciones comerciales internacionales, reguladas de manera equitativa”
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Santiago, 31-12-2004