14.a ESTACIÓN: EL RESUCITADO ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO

* TE ADORAMOS, CRISTO Y TE BENDECIMOS.
+ QUE POR TU SANTA PASCUA REDIMISTE AL MUNDO. AMÉN.

"De repente un ruido del cielo, como una violenta ráfaga de viento, resonó en toda la casa donde se encontraban. Y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo." (Hechos 2, 2-4).

En la sala del Cenáculo, el día de Pentecostés, sopla el viento del Espíritu. Es el aliento divino que se difunde en los discípulos del Cristo Resucitado. Se enciende el fuego del amor que calienta el corazón de los creyentes y los conduce al mundo a dar testimonio de la vida, de la luz y de la caridad de Dios. La Iglesia de las mil lenguas, de las diversas culturas y nacionalidades tiene en Jerusalén su raíz y en el Espíritu Santo su fuente.

Rezamos el PADRE NUESTRO

Padre Nuestro que estás en el Cielo
Santificado sea Tu Nombre
Venga a nosotros tu Reino
Hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo
Danos hoy nuestro pan de cada día
Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en tentación
Y líbranos del Mal
Amén

* Por la resurrección de Cristo
+ Llévanos a la luz, Madre de Nuestro Señor.

Si estamos en comunidad
Cada uno enciende su vela del cirio
para la oración final:

Caminamos muchas veces derrotados hacia Emaús.
Sin embargo un peregrino viaja con nosotros.

Su Palabra nos hace arder el corazón.
Y así entendemos las Escrituras.

Comprendemos que “era necesario
que el Mesías padeciera”.

Lo reconocemos vivo
cuando compartimos el pan.

Derrotamos toda oscuridad
porque Él nos acompaña.

Lejos queda la desesperanza,
lejos quedan los temores y las cegueras.

Una corriente de humanidad
se extiende por todos los caminos.

La Iglesia vive desde ahora de la fiesta.
Cada Domingo volverá a celebrarla.

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

OREMOS

Dios y Padre Nuestro,
en la gloriosa Resurrección de tu Hijo
has dado la alegría al mundo entero,
por intercesión de la Virgen María,
concédenos gozar de la luz de la vida sin fin.
Amén.

En comunidad:
Salimos del templo con la vela y la flor cantando:
“Resucitó, resucitó… aleluya”.


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