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3. PARA EVANGELIZAR PROFÉTICAMENTE LA NUEVA CULTURA

 (1) Paulo VI, Exhortación
Apostólica Evangelii
Nuntiandi, nn. 19 y 20.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3.1. CULTURA, CRISIS DE VALORES
Y BÚSQUEDA DE SENTIDO

 
DESAFIOS
 
¿Un cambio de época?
 
497. Los diferentes diagnósticos recibidos acerca de la situación cultural de nuestra sociedad, subrayan una percepción, más o menos común, de estar atravesando por un período de grandes cambios, incluso de un "cambio de época", apuntando a un futuro impredecible en variados aspectos, lo que conlleva, necesariamente, elementos positivos, negativos, y desafíos en relación con la labor evangelizadora de la Iglesia.
 
Logros universales
 
498. La Iglesia se aproxima a la cultura de un modo positivo y solidario. "Nada hay de verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (Gaudium et Spes, n. 1). Por ello, se alegra con los logros que la inteligencia, la ciencia, la tecnología, la economía y la democracia han alcanzado en el presente, creando condiciones a nivel mundial que favorecen la paz y el encuentro entre los pueblos y culturas.
 
En nuestro país:
499. Entre los logros en nuestro país, vale la pena mencionar, la vigencia del "Estado de Derecho" y de la protección jurídica de las personas, las nuevas oportunidades, en una economía globalizada internacionalmente, de crecimiento productivo con estabilidad democrática, la progresiva reconciliación de los chilenos, a pesar de las heridas del pasado aún no cicatrizadas y de algunos procesos pendientes. El país ha sabido aceptar la convivencia plural garantizada por el ordenamiento jurídico, y expresada cotidianamente a través de una opinión pública libre e informada.
 
La inequidad en la repartición de la riqueza, el consumismo y los pobres.
 
500. Existe también un cierto consenso para afirmar que las tendencias de desarrollo antes mencionadas no generan por sí mismas una igualdad de oportunidades, y que debe hacerse un esfuerzo deliberado por proteger a los más débiles, por superar la pobreza con mayor equidad en la distribución de la riqueza, y con un acceso para todos a una educación de mejor calidad. Se ha ido creando paulatinamente una sobrevaloración exagerada del éxito económico y una formación de hábitos consumistas. En un ambiente de competencia, tales hábitos llevan igualmente a una vida y percepción individualista y poco solidaria, de tal modo que la búsqueda de prestigio y éxito material, traducidos en una tendencia a la movilidad social ascendente, opacan los valores éticos tradicionales de la justicia y la solidaridad.
 
La desintegración familiar
 
501. Este clima cultural hoy predominante debilita muy particularmente a la familia y a las relaciones interpersonales fundadas en el amor. Muchos son hoy conscientes de la desintegración con que está amenazado el núcleo familiar a todo nivel. Los medios de comunicación social, especialmente la televisión, proponen a través de la publicidad que el dinero es la solución a todos los deseos insatisfechos, y las telenovelas, por su parte suelen ofrecer falsas soluciones a los diversos problemas de la vida familiar.
 
La cultura machista y la dignidad de la mujer
 
502. Entre las actitudes que más daño hacen a la convivencia familiar hay que mencionar el machismo tradicional, que impide la consideración debida a la dignidad de la mujer y distribuye desigualmente las oportunidades de educación y trabajo entre los sexos, como también el feminismo ideológico contemporáneo que, a pretexto de una legítima reivindicación social y cultural, enfrenta a la mujer con el varón. Si el sexo es despojado de su carácter personal y de su dimensión de complementación humana, se termina por reducir el matrimonio y la familia a una mera fórmula de ordenamíento social que se cree poder superar en las actuales condiciones de la vida moderna.
 
El individualismo y el relativismo ético
 
503. Un desafío que preocupa también especialmente a la Iglesia, se encuentra en una honda tendencia cultural actual, en que la conquista de la libertad humana y de la autonomía para autodeterminarse pasan a ser el principal y a veces el único criterio de juicio para valorar y ordenar la vida humana y la realidad. El hombre ha pasado a ser la medida de todas las cosas, abandonando su referencia y su dependencia a Dios, como a su Creador y Padre, e intentando, a su vez, llenar este vacío con diferentes ídolos: el poder, la riqueza, el prestigio social, la publicidad, el hedonismo, el culto al cuerpo. El fruto de esta actitud es la aparición de un relativismo moral cada vez más fuerte. Detrás de él se esconde un profundo nihilismo, y una pérdida del sentido de la vida que se manifiesta en ciclos de euforia evasiva y de depresión, según las circunstancias y los éxitos ocasionales.
 
La búsqueda de trascendencia y sentido de la vida.
 
504. Sin embargo, esta misma situación no satisface verdaderamente el corazón humano. Se puede percibir por doquier una búsqueda, a menudo confusa pero real y apasionada, de las huellas de la trascendencia en la vida personal, de la experiencia mística, de la percepción y contacto con lo sagrado, intentándose encontrar un nuevo fundamento metafísico que otorgue sentido real y estable a la existencia.
 
505. De las constataciones y reflexiones anteriores surgen preguntas importantes para todos nosotros. Entre otras: ¿Cómo debe plantearse la evangelización hoy? ¿Cómo entrar en un diálogo fecundo con la cultura para que emerja la civilización del amor?
 
ILUMINACIÓN DOCTRINAL
 
506. La Iglesia no puede dejar de interesarse por la cultura. El ser humano vive inmerso en una cultura, y sin ella no puede entenderse su vida concreta. Cultura y ser humano son términos inseparables. El mensaje del Evangelio se dirige a la vida concreta de los seres humanos, a su conciencia personal y colectiva, a sus familias, su trabajo, sus relaciones humanas. Más aún, quisiera penetrar con su fuerza liberadora "los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida...en una palabra evangelizar no de una manera decorativa, como con un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces la cultura y las culturas del hombre, en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et Spes"(1).
 
507. La evangelización, en cuanto anuncio de Cristo, muerto y resucitado, requiere, entonces, de un proceso de inculturación. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés, sobre los Apóstoles y discípulos, a la vez que sobre toda carne y sobre la faz de la tierra, apunta a la catolicidad del mandato evangelizador: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes..." (Mt 28, 18-19). Se trata ahora, entonces, que nuestra Iglesia de Santiago impregne con el Evangelio las diversas culturas presentes en la arquidiócesis, encarnando la Buena Noticia en nuestra pluralidad cultural. Es decir, que las comunidades eclesiales que nacen y están insertas en las diversas realidades culturales -manteniendo su identidad y su comunión como pueblo de Dios- puedan expresar, celebrar y vivir el Evangelio de manera que sea comprensible y relevante para cada uno de esos ambientes.
 
508. La evangelización de la cultura está muy relacionada con la presencia de los laicos cristianos en la sociedad como una presencia evangelizadora con impacto significativo en la cultura. Son hoy especialmente necesarios además del testimonio sencillo y cotidiano de los hombres y mujeres cristianos, el potencial evangelizador de los intelectuales y científicos católicos, el de las personas connotadas en el campo del arte, de la literatura, de la arquitectura, del deporte o de las comunicaciones.
 
509. El objetivo de este esfuerzo por la evangelización de la cultura, debe ser la construcción de la ciudad humana a la luz del Reinado de Dios, como un espacio armonioso, donde todo está proporcionado en su finalidad o vocación, reconociendo a Dios como Padre, a los seres humanos como nuestros hermanos, y a la naturaleza como el lugar en que nos desarrollamos y al que debemos cuidar y respetar. La conciencia religiosa, debe ocupar un lugar central en la cultura, para que así sea creíble nuestra predicación moral en virtud de la misericordia de Dios que hemos experimentado. Todo ello debe impulsarnos a no sólo hablar "de" Dios, sino a acrecentar nuestro diálogo y encuentro directo con El.
 
510. La formación de comunidades cristianas es el mejor camino de sensibilización para encontrar al Señor en la vida cotidiana y vincular lo contingente con lo trascendente. De este modo se contribuye a la unidad entre la fe y la vida uniendo la experiencia cristiana con la lectura de la Palabra de Dios, la oración y la vida sacramental, como forma de buscar sentido radical y definitivo de la vida, de entregar valores y de promover culturas más humanas y solidarias.
 
 
ORIENTACIONES PASTORALES
 
511. -1- Para lograr tanto la evangelización de las culturas que se dan en la arquidiócesis como la inculturación del Evangelio que la hace posible, es necesario incorporar en el trabajo pastoral que desarrollamos el análisis cultural a diversos niveles. Para esto, hay que formar a los diversos agentes pastorales consagrados y laicos ­en especial a quienes vienen de otras culturas- en la capacidad de análisis cultural, de modo que así puedan realizar mejor la tarea evangelizadora en los ambientes concretos a los que han sido enviados.
 
512. -2- Tenemos que estimular la reflexión acerca de la naturaleza de las llamadas culturas de la modernidad y de la postmodernidad, y acerca de las posibilidades de pensar la realidad a partir de una "auténtica ecología humana" (Centessimus Annus 38), que significa cuidar la dignidad y la vida humana, el sentido del matrimonio y la familia y la convivencia en paz.
 
513. -3- Frente al cambio cultural, la Iglesia debe destacarse, en primer lugar, por una actitud de madre misericordiosa, reconociendo el rostro de Cristo en los hombres y mujeres, para acogerlos sin discriminación, apoyarlos y orientarlos en todos sus problemas personales y sociales, siendo a la vez fiel a la doctrina y la disciplina. En este sentido, cuidemos de realizar signos concretos de misericordia en nuestra relación con quienes se hallan en situaciones difíciles, incluso a veces reñidas con los criterios morales de la Iglesia, y que suelen ser consecuencia de la crisis de valores debida a los cambios culturales.
 
514. -4- Buscamos la promoción de una cultura de valores cristianos que oriente la búsqueda del sentido de la vida hacia su fin último que es el encuentro con Dios. En ella, profundizando en la relación fe-vida, ayudemos a que las personas sean plenamente respetadas como sujeto, objeto y fin de la cultura, dando especial énfasis a la solidaridad, la justicia social y económica, la calidad integral de la vida, la comunicación especialmente a nivel de la familia.
 
515. -5- Con especial preocupación en el ámbito que toca la vida humana, tenemos que anunciar su caracter sagrado, defendiéndola desde la concepción hasta la muerte, a la vez que denunciando los atentados a la dignidad de la persona, proclamando y reconociendo siempre a Dios como autor de la vida y fundamento de la dignidad del ser humano, varón y mujer.
 
516. -6- Instamos a defender la identidad de las culturas indígenas, respetando en su proceso evangelizador las características culturales y las raíces étnicas de las diferentes personas que conviven en nuestra arquidiócesis.
 
517. -7- Incorporemos en la evangelización el tema del uso del tiempo libre en forma creativa, constructiva y/o productiva, en los adultos, adultos mayores, jóvenes y niños.
 
518. -8- Pastores y laicos en los diversos niveles de la Iglesia debemos ayudar al discernimiento crítico y pronunciarse en forma concreta -con la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia-, sobre temas que inciden en la cultura como, por ejemplo: derechos humanos e impunidad, sistema socioeconómico y salarios insuficientes para vivir, narcotráfico y corrupción, pena de muerte, gastos bélicos desproporcionados, objeción de conciencia, sexualidad, adulterio, divorcio, aborto, uso de tecnologías para procrear o prolongar la vida, ecología, etc. Debemos estimular el estudio de las causas que llevan a estas crisis, para proponer también caminos que ayuden a superarlas.
 
DISPOSICIONES
 
519. -1- Fortalézcanse y apóyense las pastorales especializadas en temas sociales y culturales, de modo que puedan dialogar activamente con la cultura proponiendo temas y valores, a partir de nuestra visión de la vida en Cristo, y no sólo reaccionando ante los temas puestos por otros en la sociedad.
 
520. -2- Apóyense e incentívense las investigaciones acerca de las culturas populares presentes en la arquidiócesis y de las acciones pastorales en ellas, para que sean conocidas, valoradas y respetadas.
 
521. -3- Los agentes pastorales, particularmente quienes tienen responsabilidades catequísticas, participen periódicamente en talleres de actualización en el ámbito sociocultural, que tengan por especial objetivo su adecuada formación valórica y moral.
 
522. -4- Téngase especial cuidado en no discriminar a los adolescentes que, por tener padres separados, a veces, son rechazados en Colegios u otros ambientes, salvada la libertad de elaborar proyectos educativos específicos aprobados por el Arzobispo.
 
523. -5- Instese a la educación formal para que se enseñe a los menores a gobernar su libertad y a formar una capacidad crítica para recibir responsablemente los contenidos de los medios de comunicación social, en especial la televisión que, debido a razones técnicas, será cada día menos controlable.
 
524. -6- Encomiéndase al Vicario General de Pastoral, que con la participación de las personas y organismos que estime conveniente, elabore un proyecto concreto para crear formalmente una Pastoral de la Cultura y el Arte, donde se incentiven las investigaciones y estudios pertinentes que puedan permitir:
 
- Fortalecer los vínculos de la Iglesia con los institutos, centros y escuelas de orientación católica, dedicados al arte, para coordinar los esfuerzos hacia una dignificación de un arte sacro que, junto con respetar la idiosincrasia de nuestro pueblo, cumpla con el objeto de inculturar y enriquecer la fe.
 
- Cuidar el patrimonio cultural de la Iglesia: arquitectónico, escultórico, pictórico, musical, dancístico y literario.
 
- Difundir este patrimonio a través de medios de comunicación contemporáneos.
 
- Preparar a los sacerdotes y laicos sobre el valor y funciones del arte en la vida religiosa y cultural del país.
 
- Promocionar encuentros artísticos en defensa de los valores culturales propios del pueblo.
 
- Difundir la labor efectuada por la Iglesia en las actividades de arte y religiosidad popular.
 
- Promover todas aquellas instancias que permitan a los artistas participar activamente en la vida de la Iglesia, porque toda evangelización es un arte.
 
525. -7- Redóblense los esfuerzos por evangelizar el mundo de la política, de tal modo que sea una actividad valorada para buscar el bien común en justicia, paz, libertad y fraternidad, recordando que la Iglesia debe intervenir en asuntos políticos importantes, desde su propio punto de vista y sin abanderizarse con partidos políticos. (Cfr. Gaudium et Spes 42; Los Católicos y la Política. Carta Pastoral, 24 septiembre 1990).
 
PROPOSICIONES
 
526. -1- Llamar a la conciencia de empresarios y comerciantes para que la publicidad de sus productos no sólo esté proyectada en su propio beneficio, sino que vele también por el bien común, no fomentando ni creando hábitos que atentan contra los valores esenciales de nuestra cultura.
 
527. -2- Fomentar el redescubrimiento del valor de las propias raíces y destacando valores de la tradición chilena: austeridad, solidaridad, sencillez, acogida, sentido religioso, aprecio por la familia, etc. y promoverlos mediante ejemplos de vida y la palabra.
528. -3- Realizar foros, conferencias, encuentros de reflexión, abiertos a personas no creyentes, sobre temas culturales y eclesiales para evangelizar la cultura, y preparar temas y materiales audiovisuales e impresos con este propósito.
 
529. -4- Consultar siempre a los fieles, para saber qué piensan, y cuáles son sus necesidades, estando así más cerca de la gente y dando respuesta y acogida a sus problemas.
 
530. -5- Educar a la juventud en un aprecio por su Patria y el bien común, generándose así un compromiso con el servicio público y la política.


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