REFLEXIONES

Conferencia “Juan Pablo II, esperanza para el corazón de Chile” de Monseñor Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

“San Juan Pablo II, esperanza para el corazón de Chile”

Ceremonia de conmemoración de los 30 años de la visita de s. Juan Pablo II a Chile
Casa Central UC, 3 de abril de 2017

Mons. Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

 

Desafíos de ayer para el hoy de Chile y de la Iglesia

En la memoria del pueblo de Dios en Chile, la visita del papa Juan Pablo II, hoy santo de la Iglesia, está llena de imágenes y recuerdos, de encuentros multitudinarios, de diálogos con diversos sectores de la sociedad, de encuentros y desencuentros, de expectativas cumplidas y también a medio cumplir. Sin lugar a dudas, su paso fue percibido como una visita del Señor a la Patria.

Recordar, es decir, “traer de nuevo al corazón”, es un ejercicio muy necesario porque nos permite mirar la historia, hacer memoria, para desde allí construir el presente y el futuro, desde la gratitud y las certezas que nos otorga el sabernos un pueblo acompañado por el Señor a través de testigos como Juan Pablo II.

Recordamos esa visita de hace 30 años, agradecidos y convencidos de que esa experiencia de encuentro con el Señor, de lucidez para encontrarnos y recibir estas orientaciones del Magisterio Pontificio puede iluminar, sin duda, la forma de encarar nuestros desafíos de hoy.


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Reflexión de la hermana Nelly León, capellana de la pastoral carcelaria de la cárcel de mujeres de San Joaquín.

REFLEXION SOBRE LA VISITA DE SAN JUAN PABLO II
A LA CARCEL DE ANTOFAGASTA

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 26-28). Esta es la llamada constante que hace el Señor a todos los hombres, y en particular a quienes Él quiere descubrir el sentido salvífico del dolor.

Con estas palabras San Juan Pablo II, partió saludando a los internos de la cárcel de Antofagasta, estamos a treinta años de su paso por nuestras queridas tierras, y la realidad de los y las privados /as libertad sigue siendo igual y peor, la población penal ha crecido desmedidamente y lamentablemente la droga se ha apoderado de nuestras poblaciones y de las cárceles que no son otra cosa que la reproducción de lo que  viven nuestros hermanos y hermanas más pobres  que han sido relegados a vivir en las periferias de nuestras ciudades.

“El encuentro con vosotros, queridos hermanos, me conmueve profundamente. Me imagino cuántas cosas agitan vuestro corazón, y cuántos incumplidos deseos lo llenan de dolor y nostalgia.”

Los encuentros que tenemos cada uno de los y las agentes de pastorales y los capellanes,  son eso, acoger con corazón misericordioso los dolores que aquejan sus vidas e historias, muchos son los deseos incumplidos, sobre todo los que tiene que ver con sus familias y sus hijos, lamentablemente en nuestro país encarcelamos la pobreza, eso dificulta aún más el reencuentro con la familia y que se puedan restaurar esos vínculos.

Como responsable de pastoral hacemos grandes esfuerzos para que hombres y mujeres que están en las cárceles vivan con un poquito de mayor dignidad, luchamos para que tengan lo básico para desenvolverse y por sobre nos apremia que sus derechos sean respetados y los acompañamos, para  que a través del anuncio de la Buena Noticia de Jesús, experimenten la ternura  y la misericordia que Dios les tiene y sobre todo que son llamados y llamadas a restaurar su vidas desde la Justicia consigo mismo y con los demás.

Continúa el Papa: “Cristo es el único que puede dar sentido a nuestras vidas. En Él se encuentra la paz, la serenidad, la liberación completa, porque Él nos libera de la esclavitud”

La experiencia vivida en la cárcel me conmueve cada día, ya que me encuentro con el Cristo sufriente  en cada paso que doy, en cada historia compartida, es por eso que no cabe duda que Dios es el único que puede sanar, curar y restaurar y liberarlos de las esclavitudes en que están sometidos.

 

TESTIMONIOS

¿Cómo vivió Ud. la visita de Juan Pablo II?

Miguel Alcayaga, Antofagasta
Cuando el Santo Padre vino a Chile, yo tenía 11 años. Me tocó verlo en la homilía en mi ciudad de Antofagasta y también en plena calle en el papamóvil. Al recordarlo hoy, cuando han pasado 20 años, yo ya adulto puedo entender su mensaje. Recuerdo que al verlo sentí su mirada y una sensación de paz, de alegría...ganas de llorar si es que no lo hice!, sentí la mirada de cristo. Hoy cuando comprendo que significó para mi país y para el mundo entero no puedo sino agradecer a Dios la oportunidad de conocerlo a través de los ojos de Juan Pablo II. Ahora tengo al Santo Padre en mi corazón y en mis oraciones para que me guíe, me apoye y me perdone.
Jacqueline López Quiroz
Nos pusimos de acuerdo con unos amigos (Patricia y Guillermo) de ir a tratar de ver lo más cerca posible al Papa juan Pablo II, según yo el lugar más factible para verlo era en el Cerro San Cristóbal. Ese día me costó un poco salir, estaba en la casa de un hermano. Llegamos al lugar (el Cerro) había mucha gente, y con una seguridad en mi interior, logramos llegar a la última barrera, donde sólo había gente seleccionada, esperamos casi toda la tarde. Recuerdo que estábamos sentados en el fierro de la última reja, y por ahí se cortó un cable de un poste y tocó la reja y nos dio la corriente, pero no importaba ya llegaría lo más importante. Bueno cuando llegó el Santo Padre, antes de que subiera a la Virgen, yo salté la reja y lo víia unos 5 metros, pero fue tal mi impresión al verlo que no pude caminar hacía él, fue tan hermoso, era como que Dios había bajado a la tierra, la luz, su ropa alba, fue muy hermoso. Bueno, después me atajaron los guardias papales, lo alcancé a ver por el lado del funicular, donde había algunos fotógrafos y le hice chao con mi mano a lo que él respondió de igual forma. Tuve que volver atrás de la reja y esperar que bajara. Cuando bajó, volví a saltar la reja y me atajaron los guardias papales, que también estaban super emocionados, me tenían tomada de ambos brazos para que no fuera donde él, no había que salir del protocolo, pero vi que tocó un bebe o lo tomó y después se iba, y pensé si no lo toco ahora va a ser muy difícil que pueda hacerlo nuevamente, pues eran pocas las posibilidades que volviera a venir a nuestro país, así que no se como me solté de ambos guardias y corrí hacia él, incluso pasé a llevar al monseñor, y cuando llegué donde él, tomé su mano y se sorprendió un poco y se dio vuelta para verme, entonces me arrodillé sin siquiera pensarlo y él tocó mi frente, fue lo más maravilloso que me había pasado en la vida, hasta el guardia papal me felicitaba y me dijo que me había ganado el cielo. Fue muy emotivo, lloré y mis amigos Patricia y Guillermo también estaban felices, me sentí muy orgullosa de lo que hice y no volví a la casa de mi hermano, quería estar con mis padres y contarle mi hermosa experiencia. Desde ahí me acerqué más a Dios y a la Iglesia y logré formar una linda familia.
Patricia Maldonado Flores, Santiago
Con Mis Padres y mis hermanos nos levantamos muy temprano, en ese entonces yo tenía 11 años, mi hermanita tenía 4 añitos, y mi hermano tenía 8 años. Estábamos tan ansiosos con mis hermanos, mi hermana reía de emoción, mi papá la cargaba en sus hombros cuando íbamos camino al Templo de Maipú, había tanta gente en el templo, caminamos para encontrar un lugar adecuado para ver al Santo Padre, pero bueno, nos quedamos en un lugar donde nunca íbamos a verlo, pero gracias a Dios, pudimos escuchar la Misa que dio El Papa. Cuando El Santo Padre salió del Templo era como si venía una luz hacia nosotros. Mi padre cargaba a mi hermana y me trataba de tomar en brazos a mi, mi hermano estaba con mi mamá, cargándolo para poder verlo, cuando de repente lo vimos. Yo me emocioné porque él dio justo la bendición hacia nosotros y vi su aura maravillosa, su color tan rosadito que era precioso, porque se le notaba. Mis lágrimas corrían por mis mejillas, y mi hermana sentada en los hombros de mi papá, lloraba de emoción. Todos llorábamos, fue muy emocionante y fuimos bendecidos por el PAPA, Juan Pablo Segundo. Todavía al escribir estas palabras me emociono. Era y será tan lindo el momento cuando él justo dio la bendición con sus manos hacia nosotros, en especial a mi hermana que estaba en los hombros de mi padre.
Ricardo Oyanedel, Quillota
Al recordar la visita del Papa me llena de emoción al volver escuchar su voz, ver sus videos, sus mensajes. Mi hijo mayor que en esa época tenia 3 años siguió toda la visita por televisión y hoy a los 23 años trabaja junto con nostros en una parroquia como catequista de jóvenes, y yo me encuentro preparando un homenaje que proyectaremos este domingo para recordar su visita.
Estoy cierto que Él fue el que con su testimonio nos ayudó a muchos a conocer y seguir a Cristo.
Gracias Santo Padre por tu visita
Gracias Mensajero de la vida
Gracias Peregrino de la paz.
Oscar B. Silva Abarca y Familia, Temuco
En mi calidad de integrante del Ejército de Chile, en su visita a Punta Arenas, lugar donde vivía (1962-1994), ese 4 de abril de 1987, junto a mi familia, concurrimos muy temprano a esperar a S.S. J.P.II, al estadio fiscal donde se reunió con la población, nos quedaba a algunas ocho cuadras de nuestra casa. Deseabamos asistir, porque había sido el artífice fundamental al evitar una guerra con Argentina en 1978, al servir de mediador por intermedio del cardenal Antonio Samoré, como militares, conociamos de primera fuente la situación real que se estaba viviendo, Por lo tanto, en lo personal, era un deber moral y una forma de darles nuestros eternos agradecimientos por todo apoyo que prestó para que el 29.Nov.1984 la paz fuese firmada en el Vaticano ante su persona.
Recuerdo también, que los asistentes, 1987, estaban integrados por población de toda la región de Magallanes y del sur argentino de la Provincia de Santa Cruz, Río Grande y Usuahia., entre otros.
También recuerdo el discurso , donde en parte de el expresó:
"En primer lugar acciòn de gracias; porque esta tierra , hace unos años pudo haber sido escenario de un conflicto sangriento entre naciones hermanas, ha sido testigo, por la gracia de Dios, de una paz fraterna y honrosa."
"Un llamado universal, además, porque al recordar el ejemplo que dieron al mundo los gobernantes y los pueblos de Chile y Argentina, quiero hacer un nuevo llamado a la paz, desde este extremo del cono sur americano."
Por lo que nuevamente digo y lo seguiré diciendo, S.S. Juan Pablo II, muchas gracias por evitar una guerra y eternamente agradecido.
Christian Carlos A. Barrera Villouta, Concepción
En ese entonces, yo tenía 16 años y era acólito de la Catedral de Concepción. La mañana del cinco de Abril, a eso de las siete de la mañana, estábamos los acólitos de la Catedral revestidos con nuestras albas esperando en el estacionamiento lateral del templo, la visita que el Santo Padre haría (fuera de programa) a nuestra Iglesia Catedral, en cuyo interior se encontraba un pequeño grupo de ancianos y enfermos terminales, a quienes Su Santidad bendeciría y dirigiría palabras de esperanza, antes de seguir camino al Club Hípico, donde se realizaría la Eucaristía por el Mundo del Trabajo. Nuestra misión era dar la bienvenida al Papa, formados como una especie de guardia de honor, para luego ser recibido por los canónigos. Nerviosos y con frío, nos manteníamos expectantes ante cualquier exclamación del público, que ya a esa hora llenaba las calles, esperando el paso del Papa viajero. Hasta que... en el momento menos pensado, vemos aparecer el papamóvil frente a nosotros. Desciende del vehículo, acompañado por el Arzobispo Mons. José Manuel Santos y Mons. Alejandro Goic, y la correspondiente comitiva de prelados, periodistas y gráficos. Nunca olvidaré su imagen resplandeciente. Su presencia era tranquilizante y acogedora. Al vernos, hizo un gesto de admiración y preguntó: ¿Quiénes son estos niños? Ante lo cual el Obispo Auxiliar contestó: “Santo Padre, son los acólitos de la Catedral”. “¡Aah acólitos!. Muy Bien, muy bien” respondió. Se acercó a cada uno de nosotros y con gesto paternal acarició nuestras mejillas y nos bendijo uno por uno, para luego ingresar al templo. Alrededor de veinte minutos estuvo en el interior de la Catedral. A la salida lo esperábamos con una sorpresa. Al retirarse lo saludamos con la frase vaticana “Alabado sea Jesucristo…” a lo que el Papa respondió gratamente sorprendido: “Por siempre sea alabado” y nuevamente se despidió de nosotros en medio del tumulto de la comitiva y la prensa, mientras, sigilosamente, su secretario personal nos obsequiaba con un rosario recuerdo de su visita. En la actualidad conservo la fotografía de aquel momento y el rosario. Pero más importante aún es el recuerdo imborrable de un Papa que se dio el tiempo para estar con los enfermos y los que sufren, y que compartió con un pequeño grupo de niños y jóvenes acólitos. En la actualidad, uno de aquellos acólitos escribe estas líneas llenas de gratitud al Mensajero de la Vida.
Magdalena Aguayo, Concepción
Ese día en que S.S: el Papa Juan Pablo II vino a Concepción, yo fui con mi hijo mayor y dejé a mis dos niñas con mi mamá, pues quería verlo pasar cuando viniera del aeropuerto. No participaba en la iglesia, sólo de las Misas de Navidad y Semana Santa. Cuando se acercaba a nosotros esa luz indescriptible, maravillosa, sentí correr las lágrimas por mi rostro. Era una emoción tan grande. El ir a esperar al Santo Padre tenía dos motivos. Conocerlo, para lo que nos ubicamos tan bien frente a la Mutual de Seguridad que él pasó a metros de nosotros. Era lo ideal para mi otro motivo el estar cerca de él. Tengo una hija minusválida y en ese tiempo en abril cumplía dos años (este año cumple 22) y el día 9 tenía una complicadísima operación, es por eso que yo quería quedar lo más cerca cuando pasara. Llevé una foto de ella y se la mostré cuando pasó a nuestro lado. Él daba la bendición, sentí como si el Señor Jesús me dijera anda tranquila que todo estará bien. Llorando y con toda la paz que sentí volví a mi hogar. Somos una familia de Fe , hemos sido catequistas, yo animadora de la comunidad y ahora coordinadora de la Pastoral del Adulto Mayor. Tenemos 5 hijos y el menor (12) es acólito en la Parroquia Sagrados Corazones de Talcahuano. Gracias por esta oportunidad
Ester Raín de Chandía, San Pedro de la Paz
La visita del Papa Juan Pablo II marcó un antes y un después en mi vida. En ese tiempo vivíamos en Curanilahue, nos preparamos con mucha alegría para el encuentro con S.S. Junto a muchos fieles fuimos a esperar la llegada del Papa al Aeropuerto pero había tanta gente que sólo pudimos ver la luz que irradiaba desde el papamóvil saludándonos. Alojamos en la Escuela de Huertos Familiares y de la emoción casi no dormimos. Desde allí nos fuimos caminando hasta El Club Hípico de Concepción, por el camino la gente iba cantando y rezando. Aún recuerdo las palabras del Papa: "construir la civilización del trabajo" que podría ser la "civilización de la justicia". Aún más, tendría que ser civilización del amor". Fieles a eso, Andrés y yo nos casamos. Hoy somos una familia cristiana comprometida en la Catequesis y nuestro hijo va seguro por la vida. Gracias Juan Pablo II por el regalo de la Vida.
Jenny Díaz Hernández, Santiago
En abril de 1987 aún vivía en Puerto Montt, mi ciudad natal. Tenía sólo 12 años y la emoción inmensa de ver pasar por fin  entre nosotros al representante de  "Diosito en la tierra", como nos decía mi mamá a mi hermano y a mí. Fue un momento imborrable y muy esperado. Pasó por nuestro lado minutos antes de embarcarse para dar su paseo por la bahía. Se veía hermoso, sonriente, angelical.  Aún guardo el pañuelo blanco con que lo saludamos, ése que tenía en mis manos cuando lo vimos pasar y cuando nos miró, porque sé que nos miró.
Karina Andrea Prieto Quinteros, Santiago
Es muy lindo recordar, después de 20 años, la hermosa experiencia de haber conocido y visto a un Santo en nuestra tierra. Yo tenía 9 años, lo pude ver en calle San Pablo al frente de mi colegio, fue una experiencia inolvidable "sentir que Él me miraba y bendecía a Mi", sé que no soy la única persona que siente y piensa igual; El Papa Juan Pablo II sin duda fue un mensajero del Señor, lleno del Espíritu Santo, única persona capaz de irradiar tanto amor, alegría y paz. Agradecida estoy del Señor mi Dios, por haberme permitido conocer a tan hermoso siervo suyo. Para que no haya duda alguna de lo anterior: "UNA VEZ BAUTIZADO, JESUS SALIO DEL AGUA. EN ESE MOMENTO SE ABRIERON LOS CIELOS Y VIO AL ESPIRITU DE DIOS QUE BAJABA COMO UNA PALOMA Y SE POSABA SOBRE ÉL" (Mateo3:16). El papa Juan Pablo II, días antes de enfermar gravemente, soltó unas palomas blancas por su ventana, y una de ellas insistió en posarse sobre Él.
Carlos Cuevas, Santiago
Que alegría y que emoción recordar los bellos momentos de la visita de Juan Pablo II a Chile. Yo tenia 10 años y lo vi pasar en la calle Ejército, que increíble que fue hace 20 años y creo que todos los que escribimos lo recordamos como si fuera ayer. Algo más me llama la atención: he escuchado muchas personas que lo vieron y sintieron que los miró a cada uno, bueno, a mí también me pasó...y creo que es la acción del Espíritu Santo que permitió que la mirada de él se cruzara con cada uno de nosotros y produjera una significancia en nuestros corazones y en nuestras vidas. Gracias padre Santo por haber traído esa paz y esa alegría a nuestro país.
Edith Pérez Fuentes
Fue muy hermosa la espiritualidad que se vivió en nuestro País en esos días, para mi en especial ya que fui a verlo en la Plaza de la Constitución y también fui al parque O`Higgins con mi mamá y mi hija mayor que tenía 4 años- También asistí con una amiga y sus dos hijos. Para ella también era un sueño ya que tenía cáncer y falleció el mismo año en octubre dejando a sus 2 hijos solos de los cuales yo me hice cargo hasta ahora. El mayor, está casado y tiene 3 hijos los cuales me dicen mamita y la otra niña también tiene un hijo al cual cuido y también soy su mamita. Con el tiempo me casé con el padre de los 2 niños y tuvimos una hermosa niña prestada por el señor, y los criamos a los 4 juntos sin diferencias. Y siempre recordamos la visita del Santo Padre ya que fue un hermoso sueño hecho realidad, tanto para la madre de mis 2 hijos mayores y también para toda la familia. Ahora tenemos 5 hermosos nietos 4 varones y una hermosa niña de 1 año. Gracias por la oportunidad que me dan para expresar mi gratitud. Con mi esposo hace 6 años que somos guias de catequesis familiar. Y feliz de trabajar para EL SEÑOR.
Susana Bettancourt F. Santiago
Con 24 años, asistí a la Plaza de la Constitución a verlo. Me conseguí (4) los pases y fuí con mi madre y mis hermanas. Al traspasar los varios cordones de seguridad que existían logré llegar a la calle Moneda y de allí nos tratamos de acercar lo más que podíamos.  Quedamos al centro, frente al balcón, se veía maravilloso, un halo de luz irradiaba su rostro, tan blanco, tan cálido, tan sabio, dentro de mí un sinfín de emociones, mucho tenía para no merecer estar allí, pero Dios es grande y me dejó estar allí.  Recuerdo también que la prensa internacional estaba muy punzante en sus preguntas.  Se nos acercó una periodista española y nos preguntó a quien veníamos a ver. Mi madre, muy sabia respondío: ¡Al Santo Padre! La periodista insistió preguntando si no veníamos a ver a Pinochet también y mi madre en su infinita sabiduría le respondió: ¡Vengo a ver al papa Juan Pablo II !, ¿Lo entendió?.  Me quedé impresionada de lo sólida de su respuesta, tanto así que la periodista se retiró con una expresión de frustración en su rostro.  Hoy con 43 años, recuerdo todo como si lo hubiera vivido hace unos minutos. Nunca imaginé estar tan cerca de un hombre santo.  ¿Quien soy yo para eso?.
Alan Muñoz Sepúlveda, Valparaíso
Yo Tenía tan solo 5 años cuando el Papa Juan Palo II vino a Chile. Estaba en Punta Arenas, y mi recuerdo es como que fuese ayer en que lo vi en el Papamóvil que pasó sólo a 3 metros de mi; quedé tan impresionado que desde ese momento nació mi amor fehaciente hacia la Iglesia Católica que nunca se ha apagado y lo he hecho fructiferar, imitando ha Cristo y llevando su Buena Nueva por donde quiera que vaya, dando testimonio de mi fe a todos los que comparten conmigo, con alguna palabra o sólo un gesto de cariño. No me imagino mi vida, hoy que tengo 25 años, sin Él. ¡Viva Cristo para Siempre!
Maria Luisa Troncoso G., Santiago.
Siempre que recuerdo la visita de S.S. a Chile, viene a mi memoria el momento en que logré verlo en la Calle Estado, en el centro de Santiago. Para mi fue como ver y vivir la entrada de Jesús en Jerusalén. Fue tan grande la emoción que sentí que aún hoy al recordarlo, mis ojos nuevamente se llenan de lágrimas. Hoy tengo un hijo de 16 años al que siempre le cuento lo hermosos que fueron esos días en que todos teníamos el corazón lleno de amor y alegría por la visita de Jesús a nuestro país y Chile era realmente un país de hermanos.
Luis Reyes
Para mi, la visita de Su Santidad a Chile fue muy especial, ya que en ese tiempo conocí a personas que no creían en Él, y lo comparaban con la bestia, debido a sus vestidura, especialmente por el uso de la mitra. Por un momento dudé, pero cuando tuve la oportunidad de verlo pasar frente a la Moneda, mi visión cambió tanto que no podría describir lo que sentía en mi cuerpo, pero si podría decir que en ese momento era el mismo Dios quien visitaba nuestra patria, pero especialmente visitaba nuestro corazón. Hoy que Su Santidad se encuentra en la Gloria de Dios, les puedo contar que para mi, Él (Juan Pablo Segundo) jamás envejeció, ya que siempre lo recuerdo como el Papa que visitó a Chile. Les agradezco que me den la oportunidad de contar mi anécdota, de cuando tenía sólo 21 años, y que no tenía un caminar con Cristo como lo tenemos ahora junto a mi esposa, y nuestros tres hijos.
Claudia Metz, Santiago
Cuando SS Juan Pablo II vino a Chile yo no era católica, provengo de una familia judía. Fui al Estadio Nacional por simple curiosidad y salí de allí completamente transformada. Sentí con mucha fuerza la presencia del Espíritu Santo en su persona y que la invitación que nos hacía a los jóvenes de no tener miedo de mirar a Cristo, era para mí. Desde ese día comenzó un maravilloso camino de seguimiento a Jesús que dura hasta hoy. Agradezco de todo corazón al Señor por la vida y testimonio de este santo hombre y por permitir que me mostrara el camino.
Anita López González, Santiago

Al estar cerca del Papa Juan Pablo II, en nuestras calles y ciudades, experimenté el paso del Dios de la vida y la reconciliación entre nosotros, la cercanía de la Iglesia que nos acompañaba y animaba en momentos difíciles para nuestro Chile. Ese hombre cercano y carismático que pude y pudimos sentir en nuestro suelo, renovó nuestra esperanza y nos hizo “vivir un retiro nacional” unos días de unidad y oración común, más allá de las ideologías y las creencias. Aún siento esa sensación de “aire fresco”, palabras de novedad y horizontes amplios, certeza de Buena Noticia.
P. Oscar Muñoz Toledo, Arquidiócesis de Santiago
Recordar la visita del Papa Juan Pablo II en abril de 1987 me llena de emoción y gratitud ya que tuve la oportunidad de verlo pasar por la Alameda justo al atardecer de ese día cuando venía del aeropuerto. Yo venía de la oficina con un compañero de trabajo y fue en verdad ver pasar a Pedro que nos visitaba. En esa época no participaba en la Iglesia y escuchar y ver por televisión las palabras y la paz del Santo Padre me llevó a encontrarme con mi fe, con la Iglesia y más aún con el llamado mismo de Jesús que me invitaba también a ser su apóstol. Fue así como empecé a discernir este llamado llegando finalmente a entrar al Seminario el año 1992 siendo finalmente ordenado sacerdote para el Jubileo del año 2000, vocación que agradezco a Dios y por cierto a Juan Pablo II, el Mensajero de la Paz.
Verónica H. Fuentes, Valparaíso
Yo esperaba con ansias la llegada de su Santidad Juan Pablo II. Había tenido hace muy poco a mi segundo hijo ( soy de Valpo.) y veía su llegada por TV, cuando él se asoma en el avión ( aún hoy me emociono al recordar). Me arrodillé en mi living, y comencé a llorar. No pude ir a Rodelillo, porque amamantaba a mi bebé y estaba muy pequeñito. Pero seguí su recorrido por Chile. A veces tenía sentimientos encontrados, sobre todo cuando estuvo en Stgo. y tener que verlo con alguien que no deseaba ver a su lado. Fue un Papa maravilloso.
Carolina Celis Venegas, Arica
El Director Regional de Conaf VI Región de ese entonces, señor Alvaro Sotomayor, organizó un viaje especial para todos los trabajadores que quisieran acompañar a SS Juan Pablo II en su maravillosa visita a nuestra patria.
Recuerdo que viajamos desde Rancagua a Santiago, en un bus, yo fui con mi hijo de 7 años y mi ex esposo. Estuvimos todo el dìa de pie en una de las avenidas cercanas a la catedral. En esta ansiosa espera, la gente que vivía en los edificios nos tiraba agua desde los balcones para refrescarnos. Mi hijo Rodrigo aún siendo tan niño, recuerda el instante en que pasó frente a nosotros.
Ahora que estoy escribiendo este testimonio, me vuelve la emoción vivida de ver pasar, por algunos segundos a tan Magnífico visitante. Somos una generación bendecida y privilegiada, porque pudimos vivir con él sus años de pontificado y podremos contar a nuestras generaciones futuras que el enviado del Señor sembró en esta tierra la semilla de su amor.
Él es un trigo maduro y que entregó su fruto a todos nosotros. Él vivirá por siempre en nuestro corazón.
Francisco Jara, Coronel
En su visita a Concepción, estaba en el Seminario, me tocó ayudar como acólito en la misa. Hasta hoy en día, tengo en mi mente su imagen de una paz espiritual entregando ternura. Lo saludé, intercambiamos algunas palabras , a pesar del pasos de los años, esa imagen de su rostro frente a mi está siempre presente; gracias a Dios ese encuentro espiritual con Él, quedó impresa a través de una imagen gráfica (Foto).
Joaquín Zelada T., Santiago

Que difícil es dar un relato cuando es el corazón el que guarda esos momentos de intensa fe,emoción y gratitud por la presencia del Vicario de Cristo en nuestra Tierra.
Para mí fueron momentos de intensa emoción y también de conversión al sentir la gracia  de Dios tan cercana y respirable en el ambiente , sí, porque se respiraba esa fragancia tan especial de Santidad.
Gracias amado Juan Pablo II por tu presencia en Chile y en nuestro mundo..... ese será siempre mi mayor recuerdo, el de haber podido ver y respirar un verdadero Santo contemporáneo y darme cuenta que la Santidad es posible para todos con el ejemplo de él.
María Angélica Vergara, Santiago

Cuando el Papa Juan Pablo II vino a Chile, yo trabajaba en Providencia, en una consulta médica, salía muy tarde, pero ese día que llegó el Papa, salimos más temprano. Mi hermana trabajaba en el centro y me tenía reservado un lugar en Estado con Monjitas. Cuando pasó el Papa y logré verlo, pensé que me iba a desmayar de la emoción, recuerdo que lloraba sin parar, porque me impresionó de tal manera que imaginaba que era un ángel. Cuando miré a mi alrededor, toda la gente lloraba y aplaudía, para mi ha sido uno de los hechos más emocionantes que he vivido en mi vida y Juan Pablo II la persona más ilustre e importante que ha visitado Chile, porque fue tan bondadoso en visitarnos en un tiempo tan triste y difícil para Chile, realmente fue un enviado de nuestro Señor. Yo lo siento muy cercano, que aún me cuesta imaginarme, que tenemos otro Papa, de hecho, para mi él siempre va a seguir siendo nuestro querido Papa viajero, que siempre estuvo atento a todos los problemas existentes en el mundo. Estoy segura que el Señor lo acogió en su Reino, por ser un verdadero apóstol de nuestros tiempos.
Yo actualmente soy profesora de Religión de Enseñanza Básica y participo en el Coro de la Catedral de Santiago. Espero contribuir con mi granito de arena a la evangelización de los hombres del futuro, y poner en práctica todo el legado que nos dejó Juan Pablo II, un verdadero hombre de Dios.
Claudio Alarcón
Lo que recuerdo de la visita de Juan Pablo II es que me motivó para ser sacerdote. Actualmente llevo 5 años de ministerio. Gracias.
Bernadita Clavero, Santiago
Tenía 13 años cuando el Papa Juan Pablo II vino a chile, hace 20 años. En ese tiempo mis papás y yo participábamos en la Capilla Virgen de Los Pobres, y fue ahí donde me escogieron para participar en la ceremonia de Beatificación de Teresita de Los Andes en el Parque O’Higgins. Fui elegida con otros 2 niños más de mi misma edad. Recuerdo que teníamos que ir a ensayar todos los sábados en la mañana al Parque; a los otros dos niños les tocó participar en la Ofrenda, llevando un ramos de flores, en cambio yo participe en la Eucaristía, recibiendo la Comunión de manos del Papa. Para mi y para mi familia fue muy importante y ellos me acompañaron en todo momento. Al igual que en el Colegio me apoyaron mucho, estaban orgullosos de mí. Todavía recuerdo el momento en que estuve frente al Papa, el me hizo cariño en la cara, porque yo estaba llorando; porque en ese momento estaban ocurriendo los desordenes en el Parque, y yo estaba muy asustada ya que no entendía lo que pasaba. Para mi fue como que si estuviera frente a Dios, sentí una gran Paz y Amor, él me secó las lágrimas y me dio la Comunión. Ha sido unas de las experiencias más impactantes de toda mi vida, y me ha marcado mucho. Le agradezco a Dios, y a todas las personas que me dieron la oportunidad de haber participado en esta experiencia tan maravillosa. Y es por eso que cuando Juan Pablo II murió, me dolió mucho, ya que lo sentía muy cercano a mi.
Espero que haya más gente que recuerde con tanto cariño al Papa como yo.
Virginia Aránguiz Ortega, Concepción
Soy de Concepción, de la Parroquia san Juan de Mata. En ese entonces yo estaba cursando mi segundo año de catequesis familiar de iniciación eucarística. Mis Padres fueron invitados a ser guardias papales, y yo veía como una niña la preparación hermosa que ellos vivieron. Muchos encuentros previos hasta que ese día llegó. Junto a mis padres esperamos la llegada del Santo Padre en una de las calles principales de la ciudad, Ahora avenida Paicaví. El venía en su Papamóvil como una verdadera luz que bajaba del cielo, yo recuerdo estar muy atenta a aquel momento, pero era tanta la luz que se irradiaba, que solo veía una mano moverse de un lado para otro, hasta que llego frente al sector donde estábamos y sus ojos fueron con una mirada de aquel padre que solo deseaba abrazarnos a todos. En la madrugada del día siguiente participamos de la Eucaristía que se realizó en el Club Hípico de Concepción. Nos levantamos cerca de las 4 de la mañana y se comenzó a peregrinar a este sector, allí esperamos la llegada de Juan Pablo II con aún mas emoción, aunque el cansancio era visible, todos estábamos rebosantes de alegría, Él entró al Club Hípico y a los guardias papales les costó mucho mantener el orden, TODOS querían verlo, pero así fue, todos pudieron verlo. Así fue como Él paso por nuestra ciudad y aún lo sentimos muy vivo. Con la llegada de Monseñor Ezzati, pudimos descubrir que queremos con todo el corazón a los sucesores de Cristo aquí en la tierra. Viva Juan Pablo II
Eduardo Moran, Santiago
Gracias por permitirme revivir la vista del enviado de Cristo a nuestra tierra chilena. Me emociona y reconforta una vez más.
Qué importante fue y sigue siendo hoy esta visita. Gracias nuevamente,
Marco Antonio Elias Mitra, Santiago
Tenía 24 años y junto a mi polola, buscamos un lugar por donde ver pasar a Su Santidad Juan Pablo II. Emoción, llanto, alegría, fue sentir la espiritualidad de estar cercano a Dios Padre. Hoy casado con mi polola de entonces, Caty, y cuatro hijos, recordamos aquellos momentos. Sin poder estar más cerca de él físicamente, enfrentamos una sensación única y llena. Vi a mi actual esposa, con sus ojos llenos de lágrimas en esa calle Monjitas, por donde estuvimos horas esperando, con un sol radiante, y sólo tomados de la mano, sentimos como él a su paso nos miró y nos bendijo como matrimonio. Difícilmente, volveré a estar tan cerca de un Papa, pero sé que Juan Pablo II, vivió gran parte de mi vida
Aldo Raúl Chávez Chávez
En el año 1987, tenía 14 años y aunque ha pasado el tiempo, todavía me emociona recordar lo que fue la visita de Juan pablo II, no sólo por tenerlo entre nosotros sino por lo que él representa para todos aquellos que amamos y tratamos de seguir a Cristo por medio de su Iglesia. Cómo olvidar los nuevos aires que se respiraron, cómo olvidar la fuerza y la vehemencia, con la que ese hombre vestido de blanco, nos instaba a mirar sin miedo el rostro de Cristo, invitándonos a la esperanza de sentirnos hijos de DIOS.
Hoy tengo 34 años, y esas lágrimas que esbocé de niño por la partida del mensajero de la vida desde mi patria, se repitieron en su pascua, eso sí esas lágrimas fueron de gratitud hacia DIOS por hacerme conocer a un hombre traspasado por el amor y la coherencia que da Jesucristo.
Alvaro Plaza Sepúlveda, Llo Lleo
Cuando nos visitó Su Santidad Juan Pablo II fue realmente espectacular, lo viví desde Llo-Lleo con pocas posibilidades de poder asistir a los lugares en donde estaba el Papa, pero siempre me recuerdo que cuando aterrizó el avión tocaron las campanas de la Capilla de mi población y yo salí afuera de mi casa y miré al cielo para ver si se veía algo, tenía 13 años.
En el colegio seguíamos todas las fichas de preparación de la visita del Papa, rezábamos mucho para que todo saliera bien, la televisión era muestra aliada para ver al Papa. Recuerdo que fue un tiempo memorable.
Grande fue la pena cuando se fue, pero imborrable cuando beatificó a Teresita de los Andes, el discurso en el Estadio Nacional, etc.
Ahora me pregunto porque no fui si estoy relativamente cerca de Santiago. La respuesta era por los medios y porque era chico. Pero logré ver al Papa cuando estuve en Roma para la jornada mundial del 2000, fue genial.
Ahora que ha pasado el tiempo y ya 20 años después sigue siendo una visita del Dios a nuestro pueblo.
Ahora la capilla que anunció la llegada del Papa Chile, me nombró como su ministro animador de la comunidad y la comunidad se llama "San Pedro".
Gracias por venir Juan Pablo II.
Juan Catril, Lautaro, IX Región
Hola, gracias por darme la oportunidad de contar mi experiencia. En aquella ocasión, (5 de Abril) me le levanté a la 5 AM, porque en aquel tiempo vivía en el campo y tenia que llegar primero a la Parroquia y después viajar en bus a Temuco ya que estaba escogido para Guardia Papal. Una experiencia única que hasta aquí la recuerdo, como si fuera ayer, el papa móvil pasó frente mió y lo recuerdo muy bien fue como que algo me recorrió el cuerpo dándome una paz y tranquilidad increíble...y no importó el cansancio y nada. Doy gracias a Dios por conocer a su enviado. Gracias Juan Pablo Segundo por lo que nos dejaste.
Mauricio Rosales Masias, Villa Alemana
Recordar aquellos momentos me llena de emoción y de agradecimiento a la Providencia el haber estado en tres encuentros, en la Catedral, Estadio Nacional y Parque O’Higgins. El haber escuchado su mensaje, el grabar su tono de voz en mi mente, el haberlo visto y saludado. Creo que en aquellos 18 años de mi vida, mi adhesión por la Iglesia y por el Romano Pontífice por gracia de Dios crecieron, y ahora a mis 38 años junto a mi esposa e hijos siempre en alguna ocasión está el recuerdo y el cariño por el Siervo de Dios Juan Pablo II, y actualmente el amor a la Iglesia y el cariño a nuestro nuevo papa Benedicto XVI.