Introducción a la Semana Santa 

Ciertamente que esta Cuaresma ha tenido un sentido distinto a otros años. La Semana Santa, que se acerca, nos sorprende a los adultos con el corazón desgarrado y desconcertado, a causa del dolor de tantos hermanos nuestros que, a causa del terremoto,  han perdido a familiares, casas, menaje, fuentes y herramientas de trabajo. Esta Semana Santa se vivirá en medio del sufrimiento, de la inseguridad, del abandono, de la soledad que experimentó Jesús en su pasión y Muerte. 

“Gracias a Dios que estamos vivos”  y “pensé que era el final de todo” han sido frases muy escuchadas en estos días, porque, de alguna manera, hemos sentido la muerte de muy cerca cuando zarandeados tan violentamente la noche del 27, muchos de nosotros pensamos que moríamos. La sensación de fragilidad, de pequeñez y de inseguridad nos hizo probablemente a dirigir la mirada al Padre, y desde  lo más  profundo del corazón  clamar piedad y misericordia. 

Tampoco para nuestros niños será una Semana Santa parecida a la de otros años. No serán días de vacaciones, ni de fiestas, pero sí de celebrar que estamos juntos, que estamos cerca el uno del otro, que estamos ahí para querernos y acompañarnos.   Serán días, para valorar  la familia, para acoger, para contener y para solidarizar y compartir con los más sufridos de nuestros hermanos. Debieran ser días de serena alegría por Cristo resucitado y de una austera celebración. 

Pidámosle  al Cristo Resucitado  volver a nuestra perdida austeridad,  renacer al  respeto por todos y cada uno de nuestros hermanos, a compadecernos activamente por la suerte de tantos chilenos que lo están pasando muy mal, y a una profunda reflexión sobre lo que Dios ha querido decirnos con estos hechos.    

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