Viernes Santo de la Pasión del Señor


El contenido central de la celebración del Viernes Santo es la inmolación de Cristo, nuestra Víctima Pascual.

La Iglesia medita la Pasión y Muerte de Jesús, que ahora está resucitado y glorioso,  venerando el signo sagrado de la Cruz, conmemorando su nacimiento del costado de Cristo muerto, intercediendo por la salvación de todo el mundo y participando sacramentalmente de los méritos de la Muerte redentora a través de la Comunión.

Hoy no se celebra la Eucaristía, pero sí la comunidad celebrante recibe, dentro de la Acción Litúrgica, la Comunión, como medio de unirse y participar en los méritos de Jesús, muerto y resucitado por nosotros.


Elementos celebrativos

1. Como no se celebra la Eucaristía, debería acentuarse la Celebración de la Palabra de Dios.  Se recomienda la celebración de la Liturgia de las Horas con participación de los fieles, especialmente del Oficio de Lecturas y de la Oración de la Mañana.


2. Ayuno sagrado. El Viernes de la Pasión del Señor es día obligatorio de penitencia para toda la Iglesia, por medio de la abstinencia y del ayuno. Nuestro pueblo cristiano ve muchas veces en las privaciones un sentido mortificante que no es un culto a Dios en sí mismo. El sentido bíblico y cristiano del ayuno no es ni para aumentar ni para expresar tristeza, sino para dedicarse más intensamente a la meditación y a la oración.


3.  Acción Litúrgica de la Pasión del Señor. Ha de celebrarse en horas de la tarde. Aunque se indica como criterio que sea alrededor de las 15 horas, coincidiendo con la hora de la muerte de Jesús según el relato de Juan, hay que tener en cuenta también otro criterio pastoral, que es la posibilidad de reunir más fácilmente a los fieles. Deberá hacerse entre el mediodía y el atardecer, nunca más allá de las 21 horas. El esquema de esta celebración tiene la dinámica y la estructura de la Liturgia de la Palabra, enfatizando más algunos de sus aspectos y añadiendo otros para subrayar lo que en ese momento se conmemora.

Después de las lecturas bíblicas, que deberán hacerse en su integridad, y de la homilía del celebrante, se hará la Oración de los Fieles u Oración Universal, esta vez más desarrollada que en las celebraciones ordinarias: se pide a Dios que la muerte redentora del Señor aproveche, como salvación, a la jerarquía y a las comunidades eclesiales, a los gobernantes del mundo, a los judíos, etc. La adoración de la cruz deberá hacerse con el esplendor digno de la gloria del misterio de nuestra salvación; tanto la invitación al mostrar la Cruz como la respuesta del pueblo, hágase con canto y no se omita el silencio de reverencia que sigue a cada una de las postraciones. Deberá tenerse un particular cuidado para que, durante la  adoración individual de la Cruz, que suele prolongarse mucho, la asamblea pueda participar activamente con cantos, meditaciones silenciosas, posturas físicas variadas (de rodillas, de pie, sentados), y así logre sentirse incorporada antes o después de que haya realizado su gesto personal de adoración.


4. Ejercicios Piadosos. Son la expresión normal y espontánea de la fe popular. La Iglesia nos recomienda buscar un sano equilibrio entre estas expresiones piadosas de la fe y la celebración litúrgica y sacramental de esta misma fe. Nos enseña que las celebraciones litúrgicas están por encima de los ejercicios piadosos; pero también reconoce que muchas costumbres populares vinculadas con las celebraciones del tiempo pascual suscitan una mayor participación popular que las mismas celebraciones litúrgicas. Es un real desafío para los pastores y ministros litúrgicos el hacer tan vivas las celebraciones pascuales, que posibiliten una participación gratificante, activa y fructuosa de todos los fieles.


La colecta “pro Terra Sancta”

La “Colecta para la Tierra Santa”, conocida también como “Collecta pro Locis Sanctis”, nace de la voluntad de los Papas por mantener fuerte el vínculo entre todos los cristianos del mundo y los Santos Lugares.

La Colecta, que tradicionalmente se recoge el día del Viernes Santo, es la fuente principal de ingresos para el sostenimiento de la vida que se desarrolla alrededor de los Santos Lugares.

Los donativos recogidos por las parroquias y los obispos se trasladan luego a los Comisarios de Tierra Santa, los que la envían a su vez a la Custodia de Tierra Santa. Tales donativos son usados para el mantenimiento y sustentación de los Santuarios y los cristianos de Tierra Santa, las piedras vivas de Tierra Santa.

La Custodia, por medio de la Colecta es capaz de mantener y llevar a cabo la importante misión a la que está llamada: custodiar los Lugares Santos, las piedras vivas de la memoria y mantener la presencia Cristiana, las piedras vivas de Tierra Santa, a través de las distintas obras de solidaridad.

Durante todos estos siglos, los Papas no solo han renovado a los franciscanos su confianza, reconfirmándolos en el encargo de legítimos Custodios de los Santos Lugares, que les había sido confiado por la Santa Sede en 1342, sino que también los han apoyado en todos los aspectos de su vida, tanto a nivel religioso, como económico, social y político. 

Baste recordar los permisos para ejercer la medicina en el hospital del Monte Sión a favor de las personas enfermas y necesitadas [1] , y en los siglos posteriores [2] , los privilegios, las indulgencias [3] , la defensa de sus derechos, etc. 

Son más de un centenar las Bulas papales que se refieren a Tierra Santa y otros tantos los decretos y cartas de la Congregación de Propaganda Fide que ayudan a los hijos de San Francisco en su misión en Tierra Santa [4].

Un aspecto fundamental de este apoyo constante ha sido, y es, “la Collecta pro Terra Santa”, también llamada “Collecta por Locis Sanctis”. Sería demasiado prolijo reseñar todas las intervenciones de los Sumos Pontífices en favor de los Santos Lugares y de las necesidades de los cristianos que viven en el País de Jesús [5]. Nos limitaremos a Pablo VI, quien con su Exhortación Apostólica Nobis in animo (Las necesidades de la Iglesia en Tierra Santa) [6], del 25 de marzo de 1974, ha dado un impulso decisivo en favor de Tierra Santa.

El Papa, en línea con sus Predecesores, exalta la obra de los franciscanos e insiste en la necesidad de una mayor colaboración del mundo cristiano, ya que, especialmente a partir de la mitad del siglo XIX, han aumentado las “actividades sociales, caritativas, culturales y benéficas” en Tierra Santa y los cristianos locales no tienen medios. 

El Papa Pablo VI, después de señalar que en la antigüedad “los Hermanos Menores se dirigieron directamente a los grandes y a los humildes para recoger limosnas y los religiosos destinados a esta obra tuvieron el título oficial de Procuradores o de Comisarios de Tierra Santa”, recuerda que en los tiempos modernos las necesidades han aumentado y por eso los Papas se han preocupado de la Colecta “pro Terra Sacta”.

En este contexto el Papa renueva las normas dadas por sus Predecesores y dispone:

  1. que en todas las iglesias se haga una colecta el Viernes Santo o en otro día, que debe servir “para el mantenimiento no solo de los Santos Lugares sino ante todo para las obras pastorales, asistenciales, educativas y sociales que la Iglesia sostiene en Tierra Santa en beneficio de sus hermanos cristianos y de las poblaciones locales”;
  2. “la colecta se entregará al Comisario de Tierra Santa más cercano, cuya actividad, tan benemérita en el pasado, nos parece – dice el Papa – que es aún válida y funcional, o también por otro trámite oportuno”;

la Congregación para las Iglesias Orientales asegurará que “la Custodia de Tierra Santa y la jerarquía local, en el respeto de sus competencias, puedan continuar sus obras, consolidarlas y desarrollarlas aún más”.

En estos últimos decenios ha sido sobre todo la Congregación para la Iglesias Orientales quien se ha interesado, en nombre de la Santa Sede, en poner de manifiesto las necesidades de Tierra Santa y las normas emanadas por Pablo VI, incluidas las que se refieren a los Comisarios [7]. En estos últimos años el 80% de la colecta que reciben los franciscanos ha sido destinada a las obras pastorales y sociales y sólo el 20% a los Santuarios. 

Hay que recordar también que la Custodia recibe solamente el 65% de la Colecta, mientras que el otro 35% está destinado a otras instituciones que trabajan en Tierra Santa. Las actividades del Patriarcado Latino, por mandato de la Santa Sede, están sostenidas por los Caballeros del Santo Sepulcro y por otras instituciones.

Carta del Cardenal Sandri ante la colecta del Viernes Santo por los Santos Lugares

Ofrecemos a continuación la carta Pro Terra Sancta, que el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, ha hecho llegar a todos los obispos del mundo, con ocasión de la colecta especial del Viernes Santo por los Sant

Excelencia Reverendísima:

Recordar la Colecta del Viernes Santo significa referirse a un compromiso que se remonta hasta la época apostólica. Lo atestigua San Pablo, escribiendo a los cristianos de la Galacia: nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que procuré yo cumplir con mucha solicitud (2, 10). Y lo confirma escribiendo a los hermanos de Corinto (1 Cor 16; 2 Cor 8-9) y de Roma: han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los santos de Jerusalén (15, 25-26).

La Tierra Santa confía en la fraternidad de la Iglesia universal y desea corresponder a ella comunicando la experiencia de gracia y de dolor que marca su camino. Quiere reconocer, ante todo, la gracia del Sínodo de los Obispos para el Medio Oriente y de la Visita Papal a Chipre. Estos acontecimientos han aumentado el interés del mundo y el nuevo aflujo de tantos peregrinos sobre las huellas históricas del Señor Jesús. Pero siente también el dolor provocado por el incremento de las violencias contra los cristianos en las regiones orientales, cuyas consecuencias se manifiestan intensamente en Tierra Santa. 

Los cristianos de Oriente experimentan la actualidad del martirio y sufren por la inestabilidad o por la ausencia de paz. La señal más preocupante sigue siendo su imparable éxodo. Y, en efecto, algún signo positivo en ciertas situaciones, no resulta suficiente para invertir la dolorosa tendencia de la emigración cristiana, que empobrece toda el área al quedar privada de sus fuerzas más vitales, constituidas por las generaciones jóvenes.

Por ello nos corresponde unirnos al Santo Padre para animar a los cristianos de Jerusalén, Israel y Palestina, de Jordania y de los Países orientales circunstantes, con sus mismas palabras: Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio (Benedicto XVI en la homilía conclusiva del Sínodo de Medio Oriente – 24-10-2010).

La presente llamada a la Colecta se inscribe en la causa de la paz, a la que los hermanos y las hermanas de Tierra Santa quieren servir como instrumentos eficaces en las manos del Señor, para bien de todo el Oriente.

Esta llamada, que llega al inicio del itinerario cuaresmal hacia la Pascua, podrá encontrar su punto culminante en el Viernes Santo, o bien en alguna ocasión considerada más favorable según las circunstancias locales. Pero, en todo caso, la Colecta sigue siendo en todas partes la vía ordinaria e indispensable para promover la vida de los cristianos en aquella amada Tierra.

La Congregación para las Iglesias Orientales se hace portavoz de las necesidades pastorales, educativas, asistenciales y caritativas de sus Iglesias. Gracias a la solidaridad universal, estas Iglesias permanecerán arraigadas en los sufrimientos y en las esperanzas de sus respectivos pueblos, creciendo en la colaboración ecuménica e interreligiosa. Darán gloria a Dios y defenderán los derechos y deberes de cada persona y de las comunidades, comenzando por el derecho al ejercicio personal y público de la libertad religiosa. Se pondrán al lado de los pobres, sin ningún tipo de distinción, contribuyendo a la promoción social del Medio Oriente. Y, sobre todo, vivirán las bienaventuranzas evangélicas en el perdón y en la reconciliación.

El Papa Benedicto nos invita, sin embargo, a ir más allá incluso del gesto –ciertamente digno de alabanza– de la ayuda concreta. 

La relación debe hacerse aún más intensa, hasta lograr la posesión de una "espiritualidad anclada en la Tierra de Jesús": Por tanto, cuanto más vemos la universalidad y la unicidad de la persona de Cristo, tanto más miramos con gratitud aquella Tierra, en la que Jesús ha nacido, ha vivido y se ha entregado a sí mismo por todos nosotros. Las piedras sobre las que ha caminado nuestro Redentor están cargadas de memoria para nosotros y siguen "gritando" la Buena Nueva. (...) todos los cristianos que viven en la Tierra de Jesús, testimoniando la fe en el Resucitado (...) están llamados no sólo a servir como «un faro de fe para la Iglesia universal, sino también como levadura de armonía, sabiduría y equilibrio en la vida de una sociedad que tradicionalmente ha sido, y sigue siendo, pluralista, multiétnica y multirreligiosa» (Exhortación postsinodal Verbum Domini, 89).

Doy las gracias en nombre del Santo Padre a los pastores y a los fieles de la Iglesia entera, con la firme confianza de que confirmarán una vez más su generosidad. Este agradecimiento es un "gracias" sincero que expresan juntamente la Iglesia latina, reunida en la Diócesis Patriarcal de Jerusalén y en la Custodia Franciscana, y las Iglesias Melquita, Maronita, Siria, Armenia y Caldea, que componen unidas la Iglesia católica en Tierra Santa.

Con la fraterna expresión de los mejores deseos en Cristo Jesús.

Leonardo Card. Sandri
Prefecto