6ª Estación

Verónica enjuga el rostro del Señor (2 Cor 4, 6)

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tu cara dibujada en sangre, sudor y lágrimas,
un rostro de cruz es la fuente de mi esperanza.
Creo firmemente en quien camina hacia su muerte.
Muerte, ¿dónde está tu victoria?
En silencio reconocemos
los rostros sencillos del Señor entre nosotros.
Cuántos rostros quedan impresos en nuestro corazón…
una joven triste en el patio de la universidad,
un funcionario prisionero de su trámite,
un muchacho que consagra su vida a la violencia,
voluntarios que ayudan a otros contra viento y marea…
Cuántas veces ha sido nuestro rostro el que se imprime
en la vida cotidiana de los demás,
con el ceño fruncido o la esperanza reanimada
con indiferencia o pena, con ilusiones y ganas…
Estampa tu rostro, Señor, en nuestra vida.
Dios de amor y misericordia,
en tu Hijo nos muestras tu rostro humano
y en Él mismo retratas el rostro divino de la humanidad.
Derrama en nosotros, que meditamos hoy
los misterios de su pasión y su cruz,
la gracia de reconocerte, seguirte y amarte.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.