13ª Estación

El cuerpo del Señor es bajado de la cruz (Jn 19, 32-35. 38)

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Te habían visto sanar, perdonar y resucitar. Hoy te vieron sufrir y morir. Te oyeron decir de Lázaro “no está muerto, solo duerme”. En esa esperanza reciben en sus brazos tu cuerpo inerte. Permítenos abrazar, Señor, tu sacrificio. En silencio contemplamos este misterio.
El fruto bendito del vientre de María
lo colocan, sin vida, entre los brazos de la madre.
Cuántos brazos de madre, padre, hermano, amigo
se disponen a ofrecerse, a los pies de tantas cruces:
a los pies de la enfermedad y la muerte
de la droga, la violencia y la injusticia
de la mentira, el desamor y el fracaso
del hambre y la falta de un trabajo digno,
a los pies de la desigualdad y la discriminación
a los pies del sin-sentido que supone un mundo sin Dios.
(unos 5 segundos de silencio)
Padre de infinita misericordia,
que en el tránsito de muerte de tu Hijo amado
nos señalas el camino de la Vida que no acaba,
aumenta nuestra fe y nuestra esperanza
para que, renovados y fortalecidos
en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
desbordemos de gozo y gratitud por tu amor.
Por Cristo, nuestro Señor.