12ª Estación

Jesús muere en la cruz (Jn 19, 28-30)

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Has recorrido el camino humano hasta el final
y en el Padre te abandonas y descansas,
grano de trigo que muere para dar fruto.
“Realmente este hombre era hijo de Dios…”
En señal de nuestra común-unión al sacrificio de Jesús, invitamos, a
quienes puedan hacerlo, a ponerse de rodillas.
Nuestro silencio ante la Cruz Santa de la salvación.
Enmudecieron sus seguidores esa tarde en el Gólgota
como tantas veces nosotros, sus discípulos misioneros
enmudecemos en la incapacidad de reconocerlo
en sufrientes, alejados y excluidos de la mesa de todos.
Cristianos apagados en un mundo hostil e indiferente,
debilitados por nuestros propios pecados y escándalos:
¡no tengamos miedo de mirarlo a Él!
Tal como somos nos abraza su cuerpo-ofrenda en sacrificio.
Cristo crucificado, ¡alabado sea mi tesoro!
A ti, Siervo humilde de Dios, se parezca siempre nuestra Iglesia.
Señor y Dios nuestro,
que en la santa muerte de tu Hijo
nos redimes y reconcilias en la plenitud de tu amor,
concede a esta familia creyente
que peregrina en este tiempo con el signo de la cruz
alcanzar la morada eterna y contemplar tu rostro.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.