Testimonios

"Vivo la certeza de que esta Navidad es un regalo"

Cada año nuestra Navidad tiene un marco distinto y propio; el mío este año es el de “sobreviviente”. El accidente del día 19 de noviembre, por el que luego moría el diácono Sr. Luis Díaz (que el Señor tenga en la Navidad eterna del cielo) a veces parece que sucedió hace siglos, otras veces parece que haya sido ayer; vuelven los dolores físicos del cuerpo que se va restaurando, vuelven las imágenes, los sonidos, los olores… Forma parte del proceso; y tengo que aceptarlo, sufrirlo, y presentarlo ante la cuna del Dios Niño para que Jesús lo llene de luz, de fortaleza y esperanza. Se ha hecho Hombre, y supo también de dolor y sufrimiento. Vivo el agradecimiento al trabajo profesional médico y a las atenciones y cuidados de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados; vivo la gratitud a la amistad y las oraciones de tantas personas amigas y buenas… Vivo la certeza de que esta Navidad es un regalo, una gracia; que muy bien pudo no haber llegado a mi calendario…

Nunca he tratado de entender mucho de Navidad: el sometimiento a los romanos, el viaje impuesto por el censo, el rechazo que cierra las puertas, etc. Me basta con mirar, con sentir, con admirar, con dejarme ver por Jesús (que es la manifestación plena de la misericordia y la ternura de Dios), por la Virgen María y por san José. Es que desde niño en nuestra familia lo más importante de la Navidad era el Belén, y en el Belén el portal, y en el portal Jesús el Niño Dios. Y ahí llevábamos nuestra vida, a veces con penurias y problemas; y desde ahí sentíamos el calor y la fuerza de la gracia. Y no he encontrado a lo largo de mis años otro modo mejor de celebrar el Nacimiento de Jesucristo.

Doy testimonio desde este mi marco chico. Pero tendré que presentar también este año vivido en Atacama, con nuestros aluviones, con los conflictos mineros, con las imágenes sacrílegamente quemadas, con las comunidades golpeadas por el accidente de sus sacerdotes y agentes pastorales. Y en el marco grande la iglesia hay dolores bien publicitados y hay eventos tan admirables como el Sínodo de la Familia, etc. Para Atacama pido al Señor que seamos capaces de organizarnos para que haya puestos de trabajo donde dignamente y en colaboración se logre el progreso para todos, que seamos capaces de discrepar pero sin pelear y sin esterilizar los esfuerzos de los demás sometiéndolos a nuestro propio interés o capricho.

Esas mismas bendiciones pido que se extienda para todo Chile, donde deseo se afirmen y vivan los grandes valores humanos y cristianos de respeto a la vida, de apoyo  a la familia, de oferta de oportunidades a los jóvenes y a los empobrecidos; podemos tener menos recursos por los bajos precios del cobre, etc., el problema principal sigue estando en los corazones: cantamos que en Chile no sobra nadie, pero luego encontramos descalificaciones, exclusiones, eliminaciones. Desde una experiencia límite como la vivida en el accidente algunas cosas se ven más claras; y como resumen yo puedo proclamar, sin entender muchas cosas, que Dios, el Dios en quien creo y a quien adoro hecho Niño en Belén nacido de la Virgen María es un Dios Bueno y Misericordioso.

Celestino Aós , OFMCap, obispo de Copiapó