Misión

Envío de los Misioneros

“Id también vosotros” la llamada no se dirige sólo a los Pastores, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos: también los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión a favor de la iglesia y del mundo.

“Id y haced discípulos de todos los pueblos enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado, dice el Señor.
Y yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28,20)

Con la llegada de los misioneros y la solemne ceremonia del envío cada equipo va al lugar de trabajo procurando iniciar las actividades en un ambiente de entusiasmo, lleno del colorido propio de las fiestas populares.
Para la formación de una comunidad de alegría, de trabajo y de oración es muy fácil realizar una convivencia. Su finalidad es integrar a los misioneros que vienen de lejos, con las personas del lugar que se han destacado en la preparación de la misión

Instalados en el hogar, que les ha abierto las puertas, deben adaptarse a él con gran delicadeza y sencillez de espíritu. Los componentes de ese hogar serán su familia durante los días de la Misión. Una imprudencia en este momento, no sólo causaría molestias a los organizadores, sino que pueden matar la Misión al inicio. “Querer y darse a querer” es la consigna en tales circunstancias.


Reunión del equipo misionero:

Según las condiciones del programa la mañana pertenece al equipo. Es el tiempo de la hermosa amistad; de la convivencia; de la evaluación de lo que se hizo el día anterior; de la programación del trabajo de la tarde y de la oración fervorosa.

Si los integrantes del equipo no se conocían antes, es el momento de presentarse y de indicar, con sencillez, las cualidades cada uno puede poner a disposición del grupo de trabajo. Todos deben tener presente que el Señor nos ha dado diferentes carismas; facilidad para visitar las casas; fidelidad para transmitir mensajes; entonación para el canto; disposición para tocar algún instrumento; simpatía para animar las reuniones. Ser sinceros y auténticamente agradecidos con el Señor es fundamental en el momento de la presentación para poder programar los pasos siguientes.

Ojalá que alguien recuerde, en la reunión, que es necesario entregarse de lleno al trabajo pero que la jornada tiene varios días de duración. Hay que saber dosificar las energías porque, de lo contrario, los misioneros estarán agotados, justamente en los últimos días, que generalmente son los más pesados.

Visita a las Casas

Las visitas domiciliarias son un momento clave del inicio de la Misión. Las de la mañana suelen tener el inconveniente de que las dueñas de casa están ocupadas de la limpieza y del almuerzo.

Por la tarde hay que tomar en cuenta las teleseries que atraen a muchas personas. Pese a esto, no debe quedar puerta que no se golpee. Todos deben tener su oportunidad. Repartido convenientemente el sector, cada familia tiene derecho a escuchar las Palabras del Señor: “La paz. Sea en esta casa”

Si las puertas se abren y reciben la invitación para entrar, preséntense los misioneros con sencillez y alegría: Nos envía la Comunidad…

El Párroco desea saludar, por nuestro intermedio, a los miembros de esta familia e invitarlos a la Santa Misión.

Luego interésense con cariño por los componentes de la familia; pregunten sus nombres, invítenlos a participar en la Misión y explíquenles con claridad, los diversos actos que se desarrollarán y los horarios de los mismos


La Misión de los Niños:

Quienes hayan quedado encargados de la Misión de los niños, asuman su responsabilidad con gran interés. Deben estar en sus puestos a la hora señalada aunque no haya llegado ningún niño

Al atender a la infancia, realicen su trabajo a conciencia, teniendo en cuenta que fuera de catequizar a los niños enseñándoles a conocer y amar al amigo Jesús, está formando a cada uno de ellos a un pequeño misionero. Este volverá a casa entusiasmado con la Misión y motivará a sus padres para que asistan a las reuniones de la noche.

Los cantos, los juegos, los slogans, los gritos harán entrar a los pequeños “en ambiente”. Será tiempo propicio para entregarles los contenidos preparados por ellos.

Ténganse en cuenta los diferentes horarios escolares. Si es necesario poner un horario de Misión también por la mañana, hay que hacerlo. La consigna es atenderlos a todos.

La Misión de Adultos:

Fijada estratégicamente la hora de la Misión de adultos, el misionero esté puntualmente en el lugar señalado recibiendo, saludando e instalando a la gente lo más cómodamente que se pueda. Procure que en el arreglo de la sede o capilla y en la recepción de los asistentes, participen personas del lugar. Luego de la conveniente ambientación, entregue el mensaje señalado para el día. Hágalo de la manera programada por el equipo.

No olvide que el Mensaje es la Palabra de Dios y tiene que proclamarla de manera digna. Para eso lo ha preparado y reflexionado, con anticipación. Pida al Señor que ponga en sus labios lo que ha de decir y luego entregue la Buena Noticia con clama y seguridad.

Momento vital de las jornadas misioneras es el “Encuentro” en vivo y en directo con el Señor sea por una celebración de la palabra o de la Eucaristía.

Preparada la Misión en equipo y con gran esmero, deben quedar claramente indicados no solamente los cantos, lecturas bíblicas, oraciones y ceremonias sino que también su orden correspondiente y las personas encargadas de su realización. Debe evitarse toda vacilación, todo tropiezo.

Es muy importante solicitar la participación de los hermanos del sector misionado. Es menester que ellos se vayan habituando a componer el guión de una celebración y a proclamar en público la palabra de Dios

Hay que asegurar la dignidad, la profundidad, la continuidad y la variedad en este momento misionero en que el Señor se hace presente de manera especialísima. Los momentos de silencio son muy aconsejables en este tiempo dedicado a la comunicación más directa con el Padre Dios.

Reuniones Especializadas:

Puede ser que después de la Misión de los adultos haya que realizar reuniones especializadas con jóvenes, matrimonios, obreros, profesionales, etc.

La Pre-Misión ha debido preparar las ambientaciones, los temarios, las dinámicas.

El equipo designe al encargado de prestar este servicio y apóyelo con generosidad. Prepárese el misionero con esmero estudiando bien su tema, rezando y solicitando la ayuda de sus compañeros.

De todos modos, tenga en cuenta que, la mejor manera de comunicarse con los demás, es amándolos y esforzándose por entregar lo mejor de sí y de sus experiencias. En esta ocasión, un diálogo iniciado con quienes le escuchan es sumamente enriquecedor para todos. Además ayudará a los asistentes a perder el temor de hablar y darse cuenta de que son capaces de aportar algo de provecho. Cuando partan los misioneros, podrán solos continuar con estas reuniones comunitarias.

En todo caso, entregue su mensaje con mucha confianza y seguridad. En ese momento él tiene una gracia especial de Dios para que su palabra sea bien recibida y acogida por sus hermanos.