Maringwe 35, Severix

Beira, 16 de septiembre de 2015

Muy queridos hermanos y hermanas:

Tengo muy vivo aquel día de finales del 2006; veníamos de regreso con la camioneta llena de bidones de agua desde la bomba de Nyawanthu, a 11 kms. de casa, y venía por el camino de tierra un joven aguantando el sol con el peso de un gran tronco que cargaba al hombro… los chicos le gritaron y él respondió saludando con la mano y una sonrisa.  Contaron que era un compañero de curso que vivía en Nyawanthu y traía el puntal para la choza que se construiría él mismo en el pueblo y poder estudiar al año siguiente. Me impresionó su interés por el estudio y les dije que lo convidaran a vivir con nosotros. Por esos días venía a Maringwe Laura que con su esposo Harriet habían adoptado a dos guagüitas mozambicanas que vivían ahora con ellos y sus otras hijas en Holanda; querían devolver la mano al país de sus hijas e iban a implementar un programa de alimentación escolar en Thowe financiado por niños holandeses que aportarían con un euro cada semana. Yo estaba ocupado con ellos porque había recomendado la escuelita donde mis amigos João y su esposa Beatriz eran director y profesora… entonces no pesqué mucho al Severino.

También llegaron a nuestra casa en esos días Viviana, Juan Pablo y Macarena, de la parroquia Nta. Sra. del Carmen, de Ñuñoa, y me comentaron: “Oye, harto clever el Severino ese…”. Tenían toda la razón; clever y paciente (porque pa vivir conmigo hay que ser paciente), responsable y muy machuca. Leal, buen amigo y… aunque se tupe too para armar bien la frase, cuando en 2009 se fue al internado de Murraza a la primera lo eligieron jefe. Al año siguiente, en el internado de Gorongosa… también lo eligieron jefe. Entró a la universidad y lo nombraron jefe de curso y ya parece chiste… Es que todo el mundo percibe en él un hombre honesto, justo y con capacidad de un sereno liderazgo.



En mayo Severix se tituló de Analista Clínico de Laboratorio en la Universidad Católica de Mozambique. Andábamos todos con la sonrisa de choclo… Son 8 los becados de Maringwe en la universidad. En julio estábamos en una jornada tratando de inspirar y construir una mística de grupo conscientes de que las becas tienen como objetivo el desarrollo del país más que el aprovechamiento personal. Durante la oración de la mañana del último día, Severino me llamó un minuto al lado y me contó que le avisaban que había muerto recién pai Buleza en Santa Mónica. Su hija Beatriz estaba con nosotros. Olimpia estaba en un mes de práctica rural con difícil acceso al teléfono. Le fui a avisar personalmente a Manuel al colegio de los hnos. de La Salle. La Inés sólo lloraba por teléfono. Fue un viaje penoso de todos hacia Maringwe. La casa Santa Mónica estaba llena de gente y la iglesia y los funerales repletos con toda la comunidad. Yo pude predicar apenas medio minuto contando que así como pai Buleza había recibido a Pansi en su casa (un vagabundo perdido física y mentalmente, como despojo de la guerra), el Padre Dios lo recibiría ahora con su Hijo y toda su familia en Su Casa, prolongación final de la casa de pai Buleza abierta a todos. Un gesto de caridad que muchos ‘consagrados’ ni nos figuramos posible de realizar…



Pero el punto medio gris de esto es que el Severix una vez titulado cambió el tono de su voz en el teléfono… más o menos que había que ponerse corbata pa’ hablar con él y ni pescaba ya a los demás estudiantes… estaba en  OTRO nivel, me explico? Nada mucho de que asombrarse si eso les pasa a muchos profesionalillos que entran en la política y pasan también al nivel de las lucas y ‘negocios’... (y antes de la elección tan inspirados que fueron ellos…). O se sitúan en la Iglesia o en el mundo del arte para dar entrevistas… En Maringwe y en Santiago la mona se viste de seda… algo feo y pobre. No puede ser que tengamos el espíritu al nivel de las lucas y de los títulos… ¿qué nos pasa? Será que vivimos nada más que esperando salir de vacaciones o que llegue el fin de semana? Ninguna pasión nos hace creativos y nos mata el corazón dándole vida a nuestra vida? No arriesgamos nada? No perdemos nada y todo lo que queremos es ganancia? Esa es mi preocupación por estos días. Tener cuidado de formar escribas y fariseos ansiosos de fama y vida fácil con mínimo esfuerzo… Mi idea de vivir a concho es que la vida te cueste cara, no barata… que el trabajo valga la pena, que  cueste sudor y lágrimas.

Y también de repente fui cachando que los chicos no me pescaban ni de apunte a no ser que fuera p’al tema lucas o como chofer. Ningún lapicito o pañuelito de regalo que sea, ni una invitación a almorzar en sus casas… Eso lo tenemos que cambiar. Nos queremos empezar a preocupar unos de los otros, por encima de los estudios. Marilola, una mujer apasionada por terapias de salud, que ha venido ya tres veces a Mozambique, me dijo que necesitábamos un ‘lema’ que nos inspirara. De repente pensé que lo que tenemos casi más en común todos es el ser medios como el ajo; cada uno tiene sus heridas y/o numeritos que darían vergüenza. San Pablo acuñó una frase que en chisena suena con mucho sentido: KUFEWA NDI MPHAMBVU ZANGA, “la debilidad es mi fuerza”. Le vamos a sacar punta a este descubrimiento… Asumir amigablemente nuestra vida, nuestro espíritu y nuestra historia con parches, borrones y averías. Que seamos más humildes para reconocer que todo lo bueno que tenemos o hagamos es por obra de Dios y la ayuda de los demás; que nos haga más misericordiosos con las debilidades de los que amamos y de los que no tanto. Que confiemos más en nuestra indigencia… Tengo la esperanza en que sea un buen camino. Sin prisas…



Han venido más huéspedes a nuestra Misión y se anotan otros… Ojalá se nos pase el prurito de querer cambiar el mundo sin darnos cuenta de que nosotros también desafinamos en el concierto, como si ‘ellos’ estuvieran mal y nosotros nones. Una novedad es que después de tres encuentros de grupo el Severix ha vuelto a reírse a carcajadas con la sencillez de siempre. Que nos dé el Señor la sabiduría doméstica para ir amasando el amor y la vida con la debilidad de la harina, arena y barro que somos, y felices por eso… amén.

Kwenda

 

 

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