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Maringwe 23, Lwanga

Beira, martes santo, 19 de Abril del 2011 

Queridos amigos y amigas:

Anteayer celebramos Domingo de Ramos en Maringwe. Comencé la Misa medio atravesado porque todo el mundo llegó atrasado ya que con la conversa del desayuno y el cambio de horario se nos olvidó tocar la primera seña con el par de fierros que nos hacen de campana…, llegaron apenas 4 danzarinas, a los chiquillos se les olvidó llevar los batukes pa la procesión y a mí se me olvidó llevar la cruz… todo mal. Después, con la lectura de la Pasión de Jesús, de su amor por el Padre, por los suyos, por nosotros, su dignidad sufriente y el drama del amor traicionado… lo de la cruz, los batukes y las danzarinas no eran nada. Todo es nada al lado del amor traicionado. Al final de la Misa, cuando saludaba a la gente en la salida me dicen como urgentemente si podían sacar unas monedas de la colecta pa ir a comprar plátanos rápido porque el Lwanga se estaba cayendo desmayado del hambre; así, se estaba desmayando el niño (4 años y medio). No había comido nada ese día, nada desde el sábado en la mañana cuando acudió con todos los del barrio a la “Brinca Escolinha” de la casa Santa Mónica, donde toman un desayuno antes de hacer algún par de juegos, ensayar canciones con mímicas y dibujar algunos mamarrachos con tiza en las paredes o con lápices de colores en algunas hojas. Se estaba desmayando de hambre el Lwanga… Saben que con eso le entra una indignación a uno…!

Pienso que igual que ustedes, especialmente los católicos, (pero los no católicos también imagino), estoy espantado asistiendo al medio numerito que estamos dando los curas y obispos en Chile –y hacía rato que empezó en otros países. Dando jugo olímpico. Una vergüenza madre y, como alguien dijo, una oportunidad inmejorable para volver a la humildad. Una cosa hay que tener claro y no confundirse, ellos no son la Iglesia, y eso da una más certera claridad de que el que no está con los pobres siendo pobre no está con Jesús. De todo ese triste circo (por decir algo… porque escenario, cuadro, situación… elijan ustedes), lo que más me indigna no es la hipocresía tremenda de andar pontificando normas morales públicas y en el confesionario, en cuanto se hacen cochinadas en privado (aunque me avergüenza enormemente y me desarma el aprovechamiento de la autoridad en beneficio del propio placer). Pero insisto en que no me indigna tanto eso porque nunca compré mucho aquello de ‘la dignidad del sacerdote’ con cuellos y perfumes. Mi sacerdocio no es otro que el de Jesucristo que era carpintero, amigo de pescadores y de pecadores, especialmente de los pobres y que murió asesinado, desnudo en la cruz, después de ser perseguido y preso. Ese es mi sacerdocio y no quiero nunca olvidarme de eso. Lo que me indigna son los negocios raros. Las salidas en patota a Europa a ver la pobreza de San Francisco en Asís… La compra de departamentos superlujosos para que vivan amigos y familiares… Eso me indigna, el hambre del Lwanga. Entiendo así la tristeza de Jesús por la codicia de su amigo Judas –que decía preocuparse de los pobres, pero era ladrón. El amor traicionado. Lwanga traicionado en una parroquia de Santiago… Se me aprieta la garganta, me salen las lágrimas y me pongo tartamudo de la rabia y de la pena…

A comienzos de abril empecé a hacer la ronda anual de visitas a las comunidades. Partí por la lejana comunidad de Nyankhone. En Canxixe subieron a la camioneta chiquillos que iban a la visita, por el camino se terminó de llenar con otros. Llegamos justo casi al anochecer entre bajadas, subidas, todos pa’ juera, por ahí no, cuidado con la zanja, ahora súbanse de nuevo… Estaba la comunidad esperando con ramos y con cantos, todos alegres, preocupados, reunidos, gritando, cantando desde temprano esperando la visita. Se puro sale el corazón de la alegría, de la emoción admirada. “Para eso vine a África”. Saboreo la Misión como el primer día de llegada, hace ya casi 14 años. La Misión es eso: visitar. Ir a encontrarse con el que espera (y todos esperamos). Hacer con el otro un nosotros. Pucha que es bueno esto! Y en la noche ya después de haber comido en grupitos de las distintas aldeas que han venido, se enciende el fuego grande y comienzan los cantos. Desde el 2009 que no iba a Nyankhone y muchos de los cantos hablaban de ‘Rubeto’… Después comienzan a danzar iluminados por el fuego y por la Luna, iluminados por la alegría de recibir una visita que viene en nombre no de un gobierno ni de un Programa ni de una ONG, ni siquiera en nombre de una Iglesia, sino que viene en nombre de Dios, del Tata Dios. Se siente un ambiente de que hemos llegado, de que estamos en casa, de que como que no falta nada. Y se baila sin parar esa alegría. Y creo que una cosa que admira, alivia y libera, especialmente a los hombres, es que sea una alegría de canto y de danza sin necesidad de la bebida, de emborracharse buscándole la pepa a la vida. En Nyankhone me dormí cansado en la pequeña cabaña escuchando esos coros de jóvenes, niñas y viejos respondiéndose unos a otros.

No sé qué hora sería en la noche pero no fui capaz de levantarme de pura fatiga pa asistir a los teatros que ya hacían reír a la gente. Seguramente me estaban imitando, o tal vez se reían de los curanderos o criticaban la violencia en la familia… A la mañana siguiente oración para abrir el día a las 6. Las chiquillas se van en lote a bañar a un estero cercano y traer el agua. Los jóvenes ayudan a buscar leña. Después del desayuno (un puré azucarado), una pequeña catequesis, confesiones y la Misa. Comulgan 4 ó 5 personas porque la gran mayoría de nuestra gente son polígamos, pero la verdad es que eso no me importa mucho. Son muy respetuosos de Dios y el Señor Dios corresponde bien y se requetemuere de amor por ellos. Y ellos, aunque de repente no estén muy seguros, creo que se dan cuenta, les gusta, lo sospechan, lo saben. Esas son mis noticias. Cuando vamos en esas cansadoras visitas, tratamos de darnos juntos cuenta de estos amores y de celebrarlos. Después de almuerzo salimos casi arrancando de las nubes de lluvia que nos perseguían.

En Nyamaika pasamos a buscar las ropas y cosas que dejó Vitoria, la joven de 28 años que apenas duró un mes y medio en Maringwe estrenándose como nueva profesora. Murió después de 8 días de malaria. Le dimos la Unción de los enfermos en el hospital el lunes en la mañana y se murió a las 3 de la tarde. A las 6 salimos con su cuerpo amortajado en el carro, con 4 profesores acompañando a su hermana Palheta, una de nuestras becadas. Viajamos llorando en silencio las 7 horas hasta Beira. Si Vitoria hubiera tenido una alimentación más completa no se la lleva la malaria… Eso estamos tratando de dar a los grupos de Kupedzana y de la ‘Brinca Escolinha’ y capazmente que les escribamos pasando el sombrerito para que el Lwanga no se vuelva a desmayar del hambre ni se nos mueran más profes jóvenes como la Vitoria.

Después he hecho visitas a las comunidades de Canxixe, Nyang’ombe, Mirione y Djo-djo. A Chigo no pudimos ir porque el camino estaba absolutamente embarrado. Les ofrecí ir a pie pero como que les dio lata que la Misa y la fiesta fueran rodeados de barro. Y que así ande nuestra vida, hermanos, visitándonos con el respeto que merece la tierra sagrada, el barro sagrado que es la mera humanidad presente en cada persona, amén

Un fuerte abrazo a cada uno, a cada una, que la Resurrección se viene… a pata pelá y en el barro, viene con todos

Kwenda

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