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Maringwe 16

Maringwe, Mayo de 2008

Queridos hermanos y hermanas:

Entrando a Maringwe, de vuelta de Chile, al primero que me topé fue al simpático de Castigo; venía del cementerio, de ir a enterrar a un compañero de curso. La Muerte, siempre la Muerte en África y en Maringwe. La Muerte, el Amor y la Vida son tres colores intensos que pintan los días y noches de todos por estos lados. En febrero se nos murió repentinamente de malaria la pequeñita y simpática hermana Alice, siempre sonriente ella, que fue del primer equipo misionero que llegó a Maringwe hace 11 años. En Chile sufrí accidentes y muertes de amigos: la caída de un avión, un incendio intencional, cáncer. El cáncer es muy poco frecuente en Mozambique porque se suele desarrollar en personas de más de 60 años. Pero por diversos caminos y con distintos ropajes la Muerte, la Hermana Muerte se nos viene (es lo que se viene …de todos modos), y hay que estar llenos de Vida y de amores para recibirla bien y con dignidad, como se merece. No es poca cosa la hermana Muerte en nuestra Vida. Según un médico que conocí en Ghana, lo más importante en nuestra vida es lo que estamos haciendo en el momento de morirnos. Hay que darlo todo, sin restricciones, vivir a concho, para morirnos lo mejor posible, y entregar un espíritu lleno, pleno de vida para seguir viviendo. El Señor Dios, los amigos y el corazón nos ayuden para andar bien este camino, amén.

Había otras novedades en Maringwe: una tremenda, desproporcionadamente fea, ridícula y fuera de contexto, antena para redes celulares, puesta a 150 mts de nuestra casa. Me gané una gallina por esa antena: aposté seguro a que la red no estaría funcionando el día señalado por las autoridades. Se ha puesto en marcha también la construcción de un nuevo hospital en Maringwe. Los cimientos parecen portentosos. Ya hay médico y matrona, italianos, permanentes viviendo acá. Aleluya! Otra sorpresa fue encontrar a Calisto como Gran Jefe de los proyectos de Cáritas en Maringwe. Con moto de verdad y todo, coordinando con su socio Parafino la construcción de pozos, cisternas y represas de acopio de aguas-lluvia, además de aperturas de caminos en varios puntos del distrito. Parece que hubiera ido a Chile a estudiar para jefe el Calisto. Ojalá no se le suban los humos demasiado a nuestro hermano…, por el momento…, apenas si se baja de la moto (Honda 125).

La noche de Pascua se hizo con bailes a todo tambor y cantos de jóvenes y niñas, mamás y papás que adelantaban cantando la alegría de resucitar. Fue óptimo. Cada año lo hacemos mejor eso de celebrar con gritos la Resurrección, de adelantarla en la fiesta, de intentar a que no se nos olvide durante las penas del año, de no guardarnos el secreto, de reírnos por eso, de saber que el futuro es nuestro, que lo ha ganado Cristo para los pequeños, para los del fondo, para los que no cuentan. Fue espectacular. Quedaron las cenizas y los rescoldos de la fogata. El martes de Pascua nuestra blanca capilla ya estaba entera rayada a palo quemado... Casi con certeza absoluta le pregunté al pequeño Adamu por el suceso. Haciendo gran honor a su nombre me dijo “¬–fue Cabanga”, quien me dijo “¬–fue Davide”, el que apuntó “–fue Mafate” (los niños le puro rayan la vida a Dios). Los cuatro artistas eran fieles representantes de la Historia y Presente de la Humanidad. Es que seguimos rayando la Casa de todos (que es la Casa de Dios, el Mundo), echándole con frescura la culpa al del lado. Estos 4 maringwenses no sospechan ni remotamente de tratados de Kyoto ni de nada, pero repiten exactamente el numerito (solo que es más fácil limpiar la capilla que la capa de ozono). Anduvieron escondidos de mi y privándose de andar en la camioneta, “–hasta el cruce no más, padre”, por unas tres semanas. Me dieron cuenta teológica de las razones de la Muerte de Jesús (nadie asume la culpa, …Jesús la asume). Y como son extraordinariamente niños y amigos entrañables también, me dan hermosas razones teológicas de la Resurrección. Es que nadie puede…

El 2 de abril llegó Wikkie a nuestra casa. Vive en nuestra casa pero no ha llegado a Maringwe y parece difícil que vaya a llegar. Es muy simpática la Wikkie pero su corazón y su cabeza no han salido de Holanda. No suelta nunca el celular de su mano para comunicarse con los amigos/as de la comunidad académica de los países blancos que los financian para saber como viven los cronopios de los países rascas. Pasan ellos permanentemente ligados por Internet o celular (se cuentan que están tomando cerveza en Zambia, que otro planifica un safari después de la pega en Tanzania, que ella en cuanto termine con los refugiados se cambia de peinado…). Estoy aterrado observando la enajenación que produce este aparatito en los corazones; nunca estás “ahí” “contigo” sino siempre pendiente de cómo estarán “allá” “aquellos”. En Utrecht seguro han demostrado que el ser humano es MAS persona con un celular en la mano. A Wikkie le financian un doctorado en antropología (curioso) para que estire la grabadora hacia allá en Maringwe y averigüe como se las han arreglado los pigmeos para hacer guerras sin celulares, sin ropa, sin arroz, pero con armas, napalm y cuatro papas pa comer …y como lo han hecho para reconciliarse después!!! Hay que conceder que la Wikkie se las machuca aquí con nuestra dieta de porotos y masa diarias, que apechuga a la hora de picar cebolla y tomates, aunque no es su fuerte, que tampoco le hace asco a la letrina y ya se ha encontrado una cobra en el agua pa ducharse a tarrito, y que no arruga ni poco a la hora de ir a lavar ropa al río. Lo hace con gracia y muerta de la risa. No se las lleva pelá esta Wikkie…Pero he visto que tratados actuales de antropología traen en la portada la foto de un gigante blanco “aprendiendo” o “ayudando” a una cronopia vieja que teje un cesto. Aquel doctor seguro que vive ahora en el 15° piso de un edificio anti-sísmico y anti-ruido escribiendo artículos y dando 2 conferencias por mes sobre las hormigas en Guatemala, Bolivia, Mozambique o Sri-Lanka (por supuesto que el dostor no habla ni lengua quixé ni quichua, ni chisena ni tamil). Me espantan estas antropologías con celulares. Ahora mismo he decidido vivir en Maringwe como antes: sin celular. Mucha suerte tuvieron las chicas que vinieron el año pasado. Me consta que se morían por comunicarse con sus familias y pololos. Tuti y Coni les escribían cartas diarias a Chomón y Alexander, en un profundo rito de amor. El celular no tiene nada de rito, solo ansiedad digital. A quienes vengan a visitarnos por más de dos semanas, les pediremos entreguen “–sus idolitos por favor”. Y los que se nieguen… pueden montar su carpa junto a la gran antena y venir a tomar desayuno y almuerzo a nuestra mesa. No queremos que nos fisgoneen desde los celulares. Queremos hermanos “que estén aquí”. Esto implica el dolor de “salir” “dejar”. En cuanto a “estar”, yo creo en la Carolina Meyer, en Pierre Dubois, en la Patricia Ring, el Dr. Schweitzer, Rigoberta Manchú, Carlos de Foucauld, Henry Junnod… Hasta el p. Hurtado, Violeta Parra y Don Clotario Blest dejaron “la casa y el sillón” para hacer su obra en su propia tierra. Creo en las antropologías que provocan heridas de amor que casi siempre terminan por matar. La Wikkie si que me va a matar, o por lo menos me va a pegar dos patadas en el trasero cuando lea esto y capaz que se nos mande cambiar. Perdóname, Wikkie… es duro pero es verdad; y creo que tú no tienes la culpa: son las malas juntas.

A propósito de malas juntas… de los tres “niños de la fama” que tenemos en el barrio (Mudiwa, Manuel y Malisani), Manuel tiene 9 años y una carita dulce, de inocente con buenas intenciones que ya se la quisieran Osama o Condolezza. Pero como G.W.B. (jefe de aquella), Manuel aprendió a robar. Tiene mucha rabia Manuel; es único entre cinco hermanas, su mamá los abandonó hace 3 años y el papá está enfermo y deprimido. Sus hermanas se han ido yendo a estudiar fuera. Pai Buleza ya no sabe que hacer con él; cuando cree conveniente va al colegio, al menor descuido se encarama al techo de la choza y haciendo lugar entre las pajas se desliza dentro para robar el poco dinero que tienen en casa (por ahora compra caramelos e invita a los amigos). Pequeño bandido. Ya dos veces ha respondido a peñascazos las dulces recriminaciones de pai Buleza. Le propuse a Manuel vivir en casa con nosotros. Parece que se alegró. A los dos días nos había desaparecido la réplica de “la camioneta verde” del p. Hurtado (en realidad igual creo que estaba en las manos adecuadas –la camioneta y los pelusas se buscan). La andaba vendiendo a 20, no, a 50 meticales entre los amigos del colegio. Apareció el fresco de vuelta en casa negando con su carita el robo. Me llegaron noticias de que la camioneta andaba por la aldea de Nyachiri. Le dije que la fuera a buscar y de ahí hablaríamos. La camioneta está de vuelta en casa (bastante averiada; le falta un foco, las ruedas chuecas, los ejes amarrados con alambres…). Pero Manuel no ha aparecido ni a Misa. Creo que debe tener vergüenza y miedo. Algo tenemos que hacer por él. Es nuestra responsabilidad. El grupo de los que han venido a Maringwe se comprometió a ayudarnos con él y sus amigos. Vamos a ver.
Por nuestra parte soñamos con tener un pequeño camión para ayudarnos con los pozos y otras obras; también a tantos campesinos que no tienen cómo sacar sus productos de las lejanías a la venta. Y cuando aparece un comerciante les compra a precios ridículos. Así se mantiene la pobreza a pesar del trabajo. La esperanza no la perdemos.

Un abrazo grande

Kwenda

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No hay que morirse sin Africa en el corazón