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Maringwe 13, Calisto

Maringwe, 9 de Febrero de 2007


Queridos hermanos y hermanas:

En estos momentos Macarena, Juan Pablo y Viviana están cada uno con su grupo de niños dibujando, cantando y enseñándoles a leer algunas palabras en chisena bajo el intenso y húmedo calor que hace presagiar lluvia para esta noche. Hay cierta pena en la casa porque en la madrugada ellos partirán de vuelta hacia Santiago y la plaza Ñuñoa. Hace poco más de un mes que llegaron a Mozambique después de un año de preparación, dificultades e inventando diversas actividades para juntar plata para los pasajes. Llegaron a Maringwe en el tiempo de las luciérnagas, que nos hacían vivir las noches como en medio de un arbolito de pascua. Yo sé que ahora se van más completos. Nadie pasa por Africa indemne. Este continente, éste mundo, se mete hondo en el corazón. Creo honestamente que te deja más cerca de ti mismo. Te instala en la humanidad; cosa que no consiguen ni las teleseries (entretenidas ellas), ni los reallity shows (a qué vacío responderán ellos?), ni los campeonatos mundiales. Africa es puro arte de humanidad. Y a nosotros nos entusiasma mucho que vengan a visitarnos, que no nos olviden, que creemos lazos para andar la amistad cercana. Esta comunión nos hace la vida mejor, de todas maneras.

Hoy a las 4 de la madrugada tomó la chapa Calisto para irse por 7 meses a Chile, invitado por Javier y Fernando, para aprender y mejorar la técnica de construcción de casas en adobe y mejorar así las endebles ‘payotas’ de simple barro en las que nuestro pueblo vive. Mañana llegará a Maputo y esperamos que Jorge, nuestro Cónsul en Mozambique, consiga del modo más rápido posible una visa para que pueda viajar conmigo el 24 hacia Pudahuel. Aparte del papel de antecedentes penales (cosa más o menos obvia) ha tenido que hacerse un chequeo físico para certificar que no tiene enfermedades contagiosas (tuberculosis, sida, etc.). Calisto es enfermo de bueno y comprendía y perdonaba en silencio la vergüenza que me embargaba al acompañarlo a hacerse los testes. Es que es realmente vergonzoso cerrar las puertas de mi casa a los enfermos. Antes de celebrar nuestro bullado Bicentenario me dan ganas de cambiar un poco la pregunta del padre Hurtado y gritar: “¿Es Chile un país decente?”. No tiene derecho a poner en su casa un cuadrito del p. Hurtado, de la Madre Teresa ni del mismo Jesús quien dicta y favorece ese tipo de leyes restrictivas de la hospitalidad; aquellos que con mentiras, prejuicios o leyes muy duras se defienden torpemente de la vida. La vida siempre nos alcanza; y en la muerte nos termina de alcanzar. Mejor es vivir con ella; ser amigos de la vida.

Calisto antes de irse terminó de construir nuestra primera casa de adobe en Maringwe, a la que bautizamos con el nombre de “José Mukassa”, uno de los 23 jóvenes martirizados en Uganda, que dan nombre a nuestra parroquia. Será una casa de acogida de huéspedes que vienen o que pasan. Muchos en Maringwe están esperando ansiosos aprender lo que les pueda enseñar Calisto a su vuelta. El mismo Administrador del Distrito nos lo dijo, con felicitaciones por el desarrollo que eso implicará. Es una gran cosa que viaje uno de los nuestros.

Ayer jueves fueron en Nyadongo los funerales de mi amigo Mateus Chipondene. Se arrancó el domingo con su hermano Tomé del Hospital en Beira. Cuando llegué a verlo a la hora de la visita, ya no estaba, y su vecino de cama, João (a quien yo había bautizado y casado hace algunos años en Makwere, Marromeu), me informó del hecho. En diciembre Mateus se había arrancado por primera vez del hospital. Pero esta vez sabía que ya no había nada más que hacer, sino despedirse en su aldea de Renita, su mujer, y sus 6 hijos, incluyendo la pequeña guaguita que nació hace dos semanas. Tenía cáncer al páncreas y una sonrisa cautivante. En el funeral Juan Pablo y Viviana, antes de ingresar al cementerio tuvieron que sacarse las poleras rojas que vestían y cubrirse con capulanas prestadas, porque ese color excitaba a los malos espíritus. Mateus construía su nueva casa y tenía guardado conmigo un dinero que servirá ahora para comprar planchas de zinc y que su familia se traslade más cerca de su hermano mayor, pai Tomé, que tomará cuenta de ellos. Mateus era uno de los mejores y más alegres amigos que tenía yo en Maringwe. La muerte es una vecina aquí en Africa, es una hermana de familia.

En octubre vino a visitarnos Cecilia. Pasó dos meses con nosotros y se hizo una tía querida para los niños de Maringwe y sus familias. Alcanzamos a visitar juntos unas tres comunidades distantes hasta que el domingo 5 de noviembre casi se nos apaga definitivamente el televisor: íbamos con Orlando, Albertinho y Cecilia a dar un curso bíblico de una semana a la lejana comunidad de São Pedro Mpalame, y de repente.... hiiiiiiiiihh!!!!! ...un gran chirriiiido y la camioneta salió desbocada del camino dando saltos, grandes saltos y pasando como un fantasma loco en medio de un tupido bosque mientras yo pensaba que hasta aquí no más llegamos y que ésta no es manera de recibir a las visitas y... que láta.!! ...hasta que nos detuvo un montículo de tierra y me ví doblado en el asiento y Cecilia recibiendo con su mano la profusa sangre que me chorreaba de la boca, nariz y cejas. Hasta hoy la gente piensa que los espíritus nos protegieron; es imposible ver el sitio del accidente y no creer eso, pues pasamos −no sé cómo, nadie sabe− la tremenda zanja de un riachuelo seco en el que nos debíamos haber estrellado, además de que no chocamos con ningún árbol grande de los que había en el trayecto. Estamos viviendo por pura gracia. Esto nos pasó por comprar una camioneta “como” nueva: la diferencia entre tener plata y no tener tanto, porque... si hubiéramos comprado una nueva no tendríamos dinero para el combustible. Una “casi” nueva camioneta “casi” nos mató..., pues se había desprendido el elegante parachoques y su pesado sistema de “wincher” delantero (o como se escriba) que con las trepidaciones de los caminos terminó por rajarse. En fin... son gajes del oficio y contento asumo los riesgos de vivir a medio pelo. La reparación de la camioneta vació nuestros bolsillos y ahora juntamos chaucha y chaucha para conseguir llegar a Chile con Calisto y conseguir de ustedes más ayuda para seguir nuestros programas ...porque el tiempo de la solidaridad no ha terminado.

Aparte de la construcción de pozos de agua y silos familiares, queremos apoyar el estudio secundario y universitario de jóvenes, especialmente de las niñas, que son más postergadas por la sociedad mozambicana, y la promoción del campesinado con una Escuela para lideres campesinos, una chacra con regadío por moto-bomba y traducción de textos a la lengua chisena. Son sueños, ...pero la vida se nos hace más real al andar soñando mentiras, al andar confiando en la propia estupidez. Esto no sobra, sino que nos falta en nuestro mundo que suele programar lo técnicamente correcto y prácticamente inútil (típico de los ingenieros −disculpen mis hermanos ingenieros). ¡ Viva la imaginática !

Que el Señor Dios bendiga y acompañe cada día y cada noche nuestros sueños locos regalándonos generosamente la deseada Comunión, Amén, cada mañana Amén!!

Y un abrazote

Roberto
Kwenda


A F R I C A
63-03312-0
Bco. Santandersantiago

"Mision Mozambique"
 65.013.683-7


El P r i v i l e g i o d e D a r

No hay que morirse sin Africa en el corazón

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