Percibimos un profundo anhelo de familia. El anhelo de familia permanece vivo en el corazón de prácticamente todos los hombres y mujeres, incluso en medio de las dificultades. Sobre todo, prevalece la convicción de que en la familia el ser humano puede aspirar a ser tratado genuinamente como persona. Este anhelo de familia, sin embargo, busca realizarse en condiciones más adversas que las de épocas pasadas. Los cambios actuales han tenido consecuencias serias en la vida familiar. Reconocemos múltiples y cotidianas amenazas a la comunicación entre los miembros de la familia, al punto que el mismo rol educador de la familia está afectado. Las enormes presiones demográficas, económicas, culturales y legislativas y económicas debilitan la estabilidad conyugal, reducen el tamaño de los hogares y muchas veces empobrecen la calidad de la vida familiar.





Conferencia Episcopal de Chile, Orientaciones Pastorales 2014-2020 “Una Iglesia que escucha, anuncia y sirve”, 5 de enero de 2014.

Nuestra primera palabra es de gratitud y admiración para todos quienes han tenido la generosidad de sacar adelante su familia. La labor educativa, más el trabajo de padres y madres, y esa triple función de la mujer que es mamá, esposa y trabajadora, es una realidad que no escapa a la bendición de Dios, desde el primer día de la creación. Es un verdadero evangelio, es decir, una buena noticia que da el sustento más valioso a nuestra sociedad. Más que la organización política y social, más que las leyes y que la misma Constitución, la familia es el verdadero valor constituyente de la comunidad humana.

Por diversas razones, hay familias mono-parentales: más razón para acompañarlas. Hay familias cuyos progenitores se casaron enamorados y no pudieron llevar a plenitud sus compromisos nupciales: más razón para estar cerca, porque el sufrimiento de la separación, por mucho que se trate de atenuar, cae sobre ellos y sus hijos. No hay condena de la Iglesia. No hay "excomunión", como popularmente se cree. Hay parejas que se unieron sin las condiciones para una vida matrimonial: es razón para que los Tribunales competentes declaren con transparencia su nulidad, a veces, por razones de salud, a veces por presiones indebidas, a veces por incapacidades propias de nuestra naturaleza humana. No condenamos, pero promovemos la estabilidad matrimonial y echamos de menos leyes que faciliten y apoyen la vida de familia. Necesitamos leyes laborales y educacionales al servicio de esta hermosa aventura de ser familia. Eso lo entenderíamos todos, también los políticos y legisladores, porque es el camino que ayuda a conformar una sociedad mejor, anhelo más preciado de los jóvenes.





Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, La vida y la familia: regalos de Dios para cada uno de nosotros, 21 de julio de 2014.