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Cuarta semana de Cuaresma
Camino hacia la Pascua (IV):
Para entender el final hay que comprender el origen
Juan 7,1-2.10.25-30

Yo le conozco porque vengo de él y él es el que me ha enviado

Dentro de quince días estaremos en el viernes santo, día en que escucharemos la pregunta de Pilatos a Jesús: “¿De dónde eres tú?” (Juan 19,9). Desde hoy tenemos la oportunidad de escuchar el planteamiento.

Comencemos por el contexto: el capítulo 7 de Juan nos introduce en una confrontación entre Jesús y los judíos. El ambiente es tenso: “No podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle” (v.1). Jesús sube de incógnito a Jerusalén pero es descubierto en el Templo de Jerusalén. Allí hace su revelación: “Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo” (v.28).

Esta revelación de Jesús es la “verdad”.  Precisamente toda la discusión en torno a los motivos de la muerte de Jesús lleva al descubrimiento de su misterio. Podemos decir que Jesús es el “Cristo” porque es el enviado del Padre, porque procede de Él.

Ahora bien, es importante notar que esta revelación se presenta como una enseñanza de parte del mismo Jesús. Veamos los puntos destacados del discurso:

(1) Jesús nos revela al Padre en la Pasión

Confesar a Jesús como el Cristo-Mesías, supone saber: (a) qué hay detrás de sus enseñanzas y de sus acciones y (b) de dónde viene, cuál es su origen remoto.

Y el destino del Mesías está relacionado con su origen. La pasión de Jesús está ligado con un “conocimiento”: su causa tiene que ver con el desconocimiento de su origen en Dios. Su misma muerte será una revelación de su origen en Dios, o mejor, una manifestación del Dios que está en la raíz de su vida.

(2) Jesús se revela a sí mismo como “el enviado”

Jesús dice: “Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado” (v.29). Esta es la primera de una serie de siete revelaciones de Jesús. Las siguientes son: “fuente de agua viva”, “luz del mundo”, el “Yo soy” del éxodo, el “Hijo dador de libertad”, el “dador de vida” y el “Hijo de Dios” preexistente.  Vale la pena que exploremos las siete revelaciones a lo largo de los capítulos 7 y 8 de Juan.

(3) Por lo tanto, Jesús es el verdadero Cristo-Mesías pero hay que descubrirlo

Todo lo anterior está dicho para poner en crisis la idea que previamente nos hemos hecho del “Mesías”.  Jesús no encaja en ninguna de las expectativas populares de su tiempo: “Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es” (v.27).

El Mesías está tan encarnado que es irreconocible como tal. A menos que se entre en el misterio del Verbo Encarnado acogiendo y profundizando en todos sus signos reveladores, el más grande todos ellos es la Cruz.

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:

1. El título “Mesías” condensa toda la esperanza del pueblo de la Biblia en tiempos de Jesús, ¿Qué dice Jesús sobre él?

2. ¿Por qué los adversarios no reconocen en Jesús al Mesías? ¿Por qué su “origen” es un problema?

3. ¿Qué pautas se nos dan en el evangelio de hoy para que aprendamos a reconocer el mesianismo de Jesús?