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Cuarta semana de Cuaresma
Camino hacia la Pascua (III): Las obras de Jesús son reflejo de la obra del Padre
Juan 5, 17-30

Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida,
así también el Hijo da la vida a los que quiere

Jesús le dice a los judíos: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo” (v.17). Así como Dios obra, igualmente lo hace Jesús en cuanto Hijo de Dios. La obra de Dios no se ha concluido en el sexto día de la creación, en el séptimo Él sigue en acción sosteniendo y manteniendo la vida de todas las creaturas. Dios no está ligado a ningún precepto del Sábado sino que es “Señor del Sábado” y su obrar no conoce límites.

Al darle la salud al hombre paralítico, justamente en un sábado, Jesús quiere mostrar que está obrando como Hijo Dios. Él actúa como su Padre.

Los judíos captan la idea y su reacción es negativa: el rechazo. Ellos no indagan para ver si lo que está diciendo es legítimo o no, simplemente dan el paso inmediato a la persecución que lo llevará a la fatídica muerte: “Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual al Padre” (v.18).

De esta relación estrecha que Jesús sostiene con su Padre se desprende el significado de todo su obrar. A partir de ella, realiza “obras mayores que éstas” (v.20), de las cuales la curación del paralítico fue apenas un signo: “Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere” (v.21).

La resurrección, la nueva creación, Jesús la realiza con casa persona al final de su historia. Así, en definitiva, una sola cosa le queda entregada al Hijo por el Padre de forma exclusiva: el juicio (v.25-27). Y para el juicio, lo decisivo es haber escuchado y aceptado la Palabra de Jesús, ya que en este caso se ha hecho el paso de la muerte a la vida (camino pascual; v.24):

Y todo esto tiene una premisa que hay que observar atentamente: Dios es vida que no acaba nunca y el Hijo tiene en comunión con Padre esta vida. “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo” (v.26).

En consecuencia, el Hijo puede actuar como actúa el Padre. Su don más verdadero es la “salud” que dura para siempre, esto es, la vida eterna.

La curación del paralítico en un día sábado es un signo de esto y nos remite a la comunión fundante, que es el espacio espiritual en la cual Jesús obra junto con su Padre. Nuestra esperanza es entrar en comunión con la Pascua de Cristo.

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:

1. ¿Jesús es la inspiración de todo mi obrar, así como para Él su inspiración fue su Padre?

2. ¿Cómo se conecta la primera con la nueva creación? ¿En qué consiste la nueva creación?

3. ¿Qué me invita a vivir Jesús en la Pascua?